1968: Historia de un acontecimiento. Álvaro Acevedo

1968: Historia de un acontecimiento - Álvaro Acevedo


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pero también puede suceder que un conflicto se desenvuelva en la construcción de consensos. El conflicto es una forma de interacción entre individuos, grupos y organizaciones, que implica un enfrentamiento por el acceso a recursos y su distribución o un enfrentamiento por el acceso a la participación política. Esta tensión y lucha no solo se refieren a intereses materiales o políticos, también comporta el acceso al poder, como objeto de deseo, y al prestigio53. De este modo, los conflictos, además de inscribirse en el ámbito de la confrontación de clases y grupos de poder, se presentan en las esferas políticas y culturales entre diferentes grupos sociales por determinar o incidir la orientación de la sociedad.

      En las reflexiones sobre el conflicto y su lugar en la dinámica social es posible reconocer definiciones sustentadas en su disfuncionalidad y en su capacidad perturbadora del orden social. A mediados del siglo XX, Lewis Coser –en su obra Las funciones del conflicto social– se esfuerza por mostrar cómo la reflexión sobre el conflicto social demanda un mayor grado de análisis. Con base en la obra de George Simmel y de una importante tradición del pensamiento sociológico [Weber, Merton, Marx, entre otros], Coser propone que el conflicto social, más que desestabilizar la sociedad, contiene una importante gama de funciones para fortalecer tanto las relaciones interpersonales como los grupos mismos que componen la sociedad. El autor no niega aquellos conflictos que conducen a la desestructuración del vínculo social, empero, su propósito es alejarse de las concepciones tremendistas y apocalípticas de la violencia para situarse en una reflexión sociológica.

      El acontecimiento de 1968 se desenvuelve en Colombia como en muchos lugares del mundo en escenarios de intensa conflictividad universitaria y, en ocasiones, de suma violencia. La teoría del conflicto afina la comprensión de la dinámica universitaria de estos años y de las movilizaciones de los estudiantes en varios órdenes. Por ejemplo, Coser señala que los conflictos posibilitan el reajuste de las normas y de las relaciones de poder en los grupos de acuerdo con las necesidades de los miembros individuales y de los subgrupos. Por otro lado, su análisis identifica diferentes estructuras sociales que tratan de manera diferente los conflictos, opción que genera resultados en el mantenimiento de los vínculos sociales. Asuntos como la institucionalización o no de los conflictos, la existencia de instituciones de escape para aligerar las tensiones o los factores que inciden en la intensificación del conflicto complejizan el estudio de esta forma de relación humana.

      En estos sugerentes planteamientos es importante destacar que el conflicto contribuye a fortalecer la identidad del grupo en oposición al adversario. Los mecanismos a través de los cuales se da este proceso varían de acuerdo con el tipo de conflicto en particular, pero la definición clara de un contrincante promueve el fortalecimiento de los lazos que unen al grupo en cuestión, al tiempo que permite el establecimiento de relaciones con otros grupos por medio de alianzas o coaliciones, y consolida, de esa manera, la estructura social en su conjunto. La diferente intensidad de los conflictos puede entenderse si se tiene en cuenta la participación subjetiva de las partes, es decir, si el grupo al que se pertenece tiende más hacia el compromiso total de los individuos o si, por el contrario, no exige una entrega plena del sujeto en los enfrentamientos propiciados. También hay que considerar si se involucran elementos emocionales y sentimentales en el conflicto y preguntarse por el grado de vinculación conflictiva. En grupos cerrados y con interacciones frecuentes se dan mayores posibilidades y oportunidades para que se desaten conflictos intensos.

      Las tesis de Lewis Coser se convierten en un insumo importante para comprender los círculos y circunstancias en que se encuadra el acontecimiento del 68 en Colombia con sus repercusiones hasta 1972. En un ambiente de conflicto universitario muy intenso, principalmente entre 1971 y 1972, circulan imágenes y representaciones sobre la utopía revolucionaria a través de diferentes medios. Las condiciones del enfrentamiento político de los estudiantes con las directivas universitarias y educativas en general, así como su pertenencia a grupos políticos de izquierda, afectan la manera como estas representaciones son apropiadas y puestas en práctica por los jóvenes universitarios.

      Al tratar la terminación de los conflictos, el autor hace mención de la importancia del universo discursivo compartido entre los protagonistas del enfrentamiento. La finalización del conflicto se da, entre otras cosas, por la existencia y reconocimiento de unas normas mínimas que deben regular el antagonismo y por la comprensión de los símbolos de la contraparte. Esto quiere decir que si se conoce y entiende el significado del lenguaje simbólico de los oponentes, se puede prever la conclusión de un conflicto sin llegar al aniquilamiento del otro. La aceptación de la derrota por parte del vencido no se consigue solo en el terreno objetivo, adquiere una gran importancia la representación que este construya de la situación.

      Al partir de la noción de privación relativa, Lewis Coser propone que los conflictos y las violencias no se desprenden de una total frustración en el acceso a los recursos escasos. Una situación


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