1968: Historia de un acontecimiento. Álvaro Acevedo
de lo sucedido en Bogotá y Bucaramanga, donde existe un desarrollo de alternativas guerrilleras, a partir de la formación del Ejército de Liberación Nacional [ELN].
Ordóñez Burbano hace una breve descripción del triste legado del movimiento universitario desde el 8 de junio de 1929 con la muerte de Gonzalo Bravo Pérez, pasando por los acontecimientos del 9 de junio de 1953 con los crímenes de Uriel Gutiérrez, Álvaro Gutiérrez, Elmo Gómez Lucich, Hernando Morales, Rafael Cháves Matallana, Jaime Moure Ramírez, Hernando Ospina López, Hugo León Vásquez y Jaime Pacheco, para terminar el 26 de febrero de 1971 con los asesinatos de Édgar Mejía Vargas, Luis Ángel Adán, Libardo Cuéllar, Moisés Ayala, Beatriz Agredo, Luis Albán Castro, Emperatriz Agromo, Ignacio Cortez, José Antonio Escobar y Guillermo Tejada, entre otros, sin olvidar a Carlos Augusto González, muerto el 4 de marzo de 1971 en Popayán. Estos nombres son una pequeña muestra del desconocimiento existente sobre el movimiento estudiantil colombiano y su lúgubre aporte a la historia nacional.
Por otro lado, el documental La rebelión de los estudiantes enriquece la representación de los hechos del 26 de febrero en la Universidad del Valle, mediante el relato oral de algunos de sus participantes, que de una u otra forma son testigos directos de lo acontecido. Sin embargo, quizás el aporte más significativo que hace este trabajo audiovisual es mostrar la pluralidad de afirmaciones que sobre la cantidad de muertos se ha transmitido hasta la actualidad. Narran los entrevistados que todo empieza hacia las siete de la mañana con el objetivo de retomar la universidad, que en aquel momento se encuentra bajo el poder de las Fuerzas Armadas. Luego, entre las ocho y diez de la mañana, en confusos hechos es asesinado el estudiante Édgar Mejía Vargas, conocido como Jalisco. Una hipótesis enunciada en el documental sostiene que su muerte se produce debido a que el estudiante le arrebata el fusil a un soldado y empieza a enarbolarlo en son de victoria. Este gesto hiere el honor de la tropa que en seguida le dispara, y, en un acto un tanto siniestro, fragmentos de su cerebro empiezan a circular entre los estudiantes en un pañuelo empapado de sangre. Este suceso genera una ola de indignación que hace que el objetivo inicial de la manifestación se desdibuje para dar paso a un frenesí de ira que se traduce en un fuerte enfrentamiento con el ejército, que se desplaza por fuera de los alrededores del campus universitario y que culmina en barrios populares bien entrada la noche, sin importar que desde el mediodía se haya decretado toque de queda en toda la ciudad. Sobre la cantidad de muertos durante este fatídico día no hay un número concreto, algunos hablan de 14 incluyendo a Jalisco. En la canción 26 de febrero, no lo olvide compañero compuesta por Enrique Buenaventura se reitera que son 15 los muertos; mientras que otros se atreven a decir que fueron aproximadamente 60 muertos, pero no reconocidos oficialmente, y en un diario local se publica al día siguiente un listado que incluye tan solo 7 nombres de personas asesinadas bajo la advertencia de que hay más74. Lo cierto es que la muerte del joven deportista Édgar Mejía Vargas, Jalisco, es el detonante del conflicto estudiantil colombiano, iniciado en la Universidad del Valle, que cuenta con el apoyo de los adolescentes de colegios tradicionales como el Santa Librada y que se extiende a la mayoría de universidades públicas y algunas privadas de todo el país.
Así mismo, el trabajo de grado culminado en 1993, para obtener el título de licenciadas en Ciencias Sociales, presentado por Vianney Herrera y Leonor Trujillo está pensado, estructurado y escrito de forma esquemática. Esta tesis narra los principales acontecimientos desatados en la Universidad del Valle por parte de los estudiantes universitarios entre finales de 1970 y 197375. Vianney Herrera y Leonor Trujillo reconstruyen los sucesos de manera cronológica, con especial atención al año de 1971, culmen de la protesta estudiantil. El trabajo presenta un doble contexto: en primer lugar, las autoras elaboran un largo apartado de antecedentes del movimiento estudiantil colombiano, para complementarlo con la descripción de los principales aspectos misionales, laborales y financieros de la Univalle en la década del setenta.
Posterior a la reseña histórica de la Univalle, de la que resulta interesante el apartado relacionado con el papel de las fundaciones norteamericanas en la marcha de la Universidad, las autoras presentan la descripción del conflicto. Este apartado se dedica a realizar un análisis de la situación en varios aspectos, concretamente el Programa Mínimo; los métodos de lucha; la dinámica del enfrentamiento y la presencia de los principales grupos políticos en la Ciudadela Universitaria de Meléndez. Con una clara intención de acometer un balance de los sucesos de 1971, el texto cierra con la valoración de los resultados y logros de estos. Esto incluye apartados sobre las perspectivas y limitaciones del movimiento, de acuerdo con su visión y con la de algunos protagonistas entrevistados.
Herrera y Trujillo relacionan el movimiento estudiantil con el movimiento de masas del país. Así, hilvanan algunos elementos teóricos sobre los movimientos sociales, especialmente la conceptualización de Alain Touraine sobre el tema, que les permite considerar al movimiento estudiantil como un movimiento social sin entrar en especificidades conceptuales. Un aspecto interesante mencionado, pero que no se desarrolla, es la conexión sugerida con los movimientos estudiantiles de América Latina y el mundo, además de la interrelación con acontecimientos mundiales que inciden en el estudiantado colombiano. La investigación hace una caracterización histórica de la universidad, entendida como un espacio de conflicto inherente y de oposición política al Frente Nacional. También define la condición del estudiantado como una etapa transitoria en la que opera una cercanía a la politización de este y su no vinculación al sistema productivo como clase social diferenciada.
En esta tesis de grado es significativo el material recopilatorio de entrevistas a diferentes activistas de la época. La voz de algunos de los protagonistas de los sucesos narrados linealmente es una fuente necesaria para comprender el interior contestatario de lo que implica la protesta estudiantil, pese al exceso de citas que reemplazan el análisis y la misma narración. El desaprovechamiento del archivo de la Federación de Estudiantes de la Universidad del Valle [Feuv] y de la prensa local y nacional es evidente en la investigación, sin descontar fallas escriturales y argumentativas76.
En los últimos congresos de la Asociación Colombiana de Historia los estudios sobre el movimiento estudiantil cuentan con alguna presencia en diferentes mesas y líneas temáticas de investigación. Los resultados muestran los diversos enfoques de compromiso que los noveles historiadores están imprimiendo a las investigaciones. El trabajo de Diana Lorena Jiménez Gómez77 ofrece una pesquisa sobre el papel de las mujeres en el movimiento estudiantil y su tránsito hacia la creación de grupos feministas autónomos en la Universidad de Antioquia durante la década del setenta. La autora sostiene a lo largo de la ponencia la importancia de las actividades que desempeñan valerosas mujeres en el marco de la protesta estudiantil. Junto a las ‘labores de base’, las estudiantes también desarrollan un trabajo de estudio que, en algunos casos, las conduce a ganar mayor visibilidad en el movimiento e incluso a ocupar puestos de dirección y control.
A mediados de los setenta aparece el feminismo de segunda ola, que pone sobre el tapete la situación de la mujer en la sociedad colombiana, y les permite mayor autonomía en sus reivindicaciones, además de generar equilibrio en los movimientos sociales. Especial eco tienen los temas de la sexualidad, el aborto y el trabajo en esta fase de la emancipación de la mujer en la Udea. Estas ideas hacen parte hace parte del trabajo de grado de la estudiante que trata sobre el movimiento estudiantil y la participación femenina. Es preciso realzar el propósito de la autora para crear una importante base documental a partir de entrevistas a líderes estudiantiles y feministas de la época, al tiempo que evidencia su conocimiento sobre los trabajos más importantes en el tema de estudio, que para el caso colombiano son inexistentes, pero para el contexto continental, especialmente para México, son utilizados como referentes.
Jesús Rafael Bolívar78 desplaza la mirada de la movilización estudiantil universitaria a la educación secundaria, recurriendo a los acontecimientos que protagoniza el estudiantado del Colegio de Barranquilla [Codeba] en 1962 y con fundamento en una pesquisa de prensa regional y local. Aunque el autor pretende analizar la relación entre la violencia estudiantil y la moralidad católica, la ponencia se circunscribe a la narración cronológica y lineal de los sucesos que desatan una movilización social de alto impacto en la ciudad por el conflicto que se vive en esta institución educativa. A pesar de que el autor evidencia los motivos de la protesta y las reacciones