1968: Historia de un acontecimiento. Álvaro Acevedo
políticos que existen en esa universidad. En su lugar, prioriza las actas de los consejos de la institución, resoluciones y correspondencia entre docentes y directivos, complementadas con algunas entrevistas a profesores pensionados. En el trabajo no hay alusión a protestas anteriores a los años setenta ni explicaciones referidas al acontecer político, social o cultural de los conflictos universitarios en la ciudad de Tunja.
Más recientemente, en el último encuentro de la red de investigadores Vendimia, realizado en Boyacá en el año 2010, el profesor José Abelardo Díaz presenta un interesante trabajo que abre nuevas perspectivas del análisis sobre el movimiento estudiantil en Colombia86. Díaz rehace la manera como diferentes grupos sociales se apropian de los acontecimientos del 8 y del 9 de junio, hito fundacional en la memoria colectiva del movimiento estudiantil en Colombia. Recurriendo a una argumentación clara y precisa y a un acertado soporte documental, el texto propone una nueva manera de pensar y hacer la historia del movimiento estudiantil, sobre todo en un campo poco explorado como es la apropiación y la construcción de una memoria social. Una memoria que, de acuerdo con Díaz, no solo es reivindicada por los estudiantes, sino por tendencias políticas de todos los partidos.
No obstante, el contraste entre una memoria “desde arriba” y otra “desde abajo” no se desarrolla en el texto. Las diferentes significaciones sobre la muerte de Bravo Pérez debieron situarse en el contexto propio de la época, a propósito del estatus social que ocupa el estudiante universitario en aquel momento. Por otro lado, el escrito no muestra cómo las primeras organizaciones estudiantiles emplean y representan estos sucesos, para así exponer las tradiciones creadas en la memoria social en referencia a este universitario caído en una movilización estudiantil. Así mismo, el texto también requiere definir qué se entiende por memoria social y ampliar las variables y los conceptos de lo que se entiende como lugares de memoria.
Los estudios sobre la movilización y la protesta estudiantil en Colombia se dirigen, en su mayoría, a procesos organizativos, luchas y avatares que tienen como centro las universidades públicas de las principales ciudades. De esta manera, la investigación social está en deuda con la ola de rebeldía estudiantil de los años sesenta y setenta que se expresa en las universidades privadas. La ausencia de estudios historiográficos llega incluso hasta la misma Universidad de Medellín, en donde el 28 de julio de 1966 se inicia una huelga por parte de los estudiantes que terminaría arrojando como resultado la creación de una nueva universidad bajo la filosofía de los huelguistas. Este hecho se da debido a la expulsión de los estudiantes y los profesores que la promueven para demostrar solidaridad con las luchas que gestan en la Universidad de Antioquia, pero también por coyunturas internas como la ilegitimidad que adquiere el rector de esa época a causa de que su hoja de vida no le otorga los méritos suficientes para ejercer el cargo. No obstante, del fracaso de este movimiento de protesta en la Universidad de Medellín surge la fundación, por parte de estos mismos expulsados, de la Universidad Autónoma Latinoamericana [Unaula], que aún hoy funciona bajo un sistema de cogobierno entre directivos, profesores y estudiantes. Estos actos permiten visibilizar la protesta universitaria como una nueva expresión social que va más allá de la universidad pública.
Debido a la ausencia de investigaciones de este tipo, el texto editado por la Universidad Libre en el año 2001 sobre el movimiento estudiantil en esa casa de estudios es único en su género para el caso colombiano. Con un tono comprometido, el trabajo investigativo en cuestión pretende reconstruir episodios del acontecer histórico del movimiento estudiantil de la Universidad Libre en sus setenta y cinco años de historia87. La investigación se estructura de manera cronológica desde la década del veinte hasta finales de los años ochenta. En este recorrido subraya lo que a juicio de los autores son los hitos y las luchas más importantes de los estudiantes unilibrinos. La tesis central defendida en toda la obra sostiene que los estudiantes de la Universidad Libre contribuyeron de manera decisiva a la construcción de la institución, caracterizada por el pensamiento libre y la promoción de un compromiso con los problemas universitarios y sociales.
Si se trata de hacer una valoración historiográfica de la obra, habría que decir que sus diferentes apartados son desiguales. De un lado, el proyecto no nace como una investigación propiamente histórica, sino como un ejercicio de recuperación de la memoria de las luchas estudiantiles de esa universidad. Por otra parte, los responsables del proyecto, pertenecientes al Centro de Investigaciones Sociojurídicas de la Universidad Libre, no profundizan en el análisis histórico. Aunque el texto lo firman todos los integrantes del grupo de investigación, se infiere que los capítulos son elaborados por personas distintas. De esta manera, la estructura final del libro conduce a la repetición de hitos, sobre todo en los denominados “contextos históricos”.
No obstante estas consideraciones, en lo que atañe a la investigación del libro, el capítulo sobre el periodo 1968-1972 es pensado en el marco de la reforma universitaria en cuestión en ese momento. Luego de enunciar cuáles son los grupos políticos que tienen presencia en las aulas de la Universidad Libre, el texto remite al contexto de crisis y reforma educativa que caracteriza los primeros años de la década del setenta. Luego da paso a la reconstrucción lineal de las principales protestas desde el mes de febrero de 1971 en la Universidad del Valle, un contexto de crisis en el que se matiza el papel de la Universidad Libre en la coyuntura. Sin abordar la dinámica propia de esa universidad, el capítulo se reduce a contar qué sucede en diferentes partes del país sin explorar por qué y cómo una universidad privada se suma a la dinámica en que se ven comprometidas la gran mayoría de universidades del país. La transcripción completa del Programa Mínimo de los Estudiantes o la enumeración de las causas y las demandas de los paros universitarios tienen más espacio que la misma narración de los sucesos que se dan en esa universidad. Muestra de ello son las referencias breves a problemas internos sobre la representación estudiantil o la toma de las instalaciones universitarias.
El caso de la Universidad Industrial de Santander [UIS]
El movimiento estudiantil regional más estudiado en el país es el de la Universidad Industrial de Santander. Existen dos libros publicados, varias ponencias y artículos difundidos en eventos y revistas reconocidas. El primer libro que se escribe sobre esta temática es una investigación sobre la Asociación Universitaria de Santander [Audesa], trabajo del desaparecido historiador Libardo Vargas Díaz88. Esta obra es el primer esfuerzo por preguntarse rigurosamente por la participación de la Audesa en la vida política y social de la UIS. A partir de un enfoque crítico de los movimientos sociales, en particular de la sociología de la acción, Vargas Díaz –siguiendo a Leopoldo Múnera– entiende la protesta y la organización estudiantiles como parte del movimiento popular. En esta propuesta, si bien para Vargas Díaz el enfoque de clase puede y requiere ser revisado, no se puede soslayar la conflictividad de los movimientos sociales en oposición a los sectores dominantes. El autor sostiene que para pensar el movimiento estudiantil debe reconocerse la conflictividad y la configuración polifacéticas de los movimientos sociales populares, y no solo atender a los asuntos relacionados con las demandas materiales. Al entender lo político como una esfera más amplia que el poder del Estado, Vargas Díaz detiene su estudio en las expresiones políticas del movimiento estudiantil. Dentro de estas acota las reivindicaciones gremiales, políticas y sociales puestas de manifiesto en las huelgas, paros, movilizaciones y la amplia gama de expresiones escritas producidas por el estudiantado de la época.
Este interés del autor por pensar las relaciones de la organización estudiantil Audesa con el contexto social y político de los años sesenta y ochenta es desarrollado en tres capítulos de extensión y tratamiento desiguales. El texto sostiene que el movimiento estudiantil de la UIS y su estructura organizativa responden en contra de los programas y las políticas generales de los sectores dominantes tanto a nivel nacional como local. En el primer capítulo el autor muestra las relaciones conflictivas de los estudiantes con las autoridades locales, estas últimas esperanzadas en industrializar y modernizar la región por intermedio de la creación de una universidad formadora de los nuevos profesionales que el desarrollo santandereano requiere. En el segundo capítulo Vargas Díaz muestra cómo la UIS pierde cierta importancia para los grupos de poder local, sobre todo cuando los estudiantes derivan hacia la izquierda y radicalizan su oposición al Frente Nacional y a la injerencia extranjera. Por último, de manera muy sucinta, la obra procura