1968: Historia de un acontecimiento. Álvaro Acevedo
un cambio estructural en la sociedad colombiana. En líneas generales, el artículo propicia un diálogo sobre esta relación, pero finalmente no desarrolla dicho cometido. En relación con los estudiantes reproduce planteamientos de Yvon Le Bot ya conocidos. Sobre los profesores, enuncia algunos acontecimientos relacionados con sus movilizaciones, pero sin llegar a analizarlos y tampoco a articular la movilización universitaria con la movilización del magisterio colombiano.
El artículo del profesor César Hurtado82 muestra cómo se puede pensar la dinámica del movimiento estudiantil colombiano en el marco de procesos globales. La educación superior recibe un impulso significativo en todo el mundo occidental después de la Segunda Guerra Mundial, tras la cual se requiere mano de obra calificada para implementar los avances tecnológicos en la sociedad de posguerra. Unida a esta variable estructural, hay una auténtica revolución demográfica en el orbe, caracterizada por la incontenible urbanización con sus especificidades nacionales. El crecimiento poblacional en las ciudades se traduce en la ampliación de la base universitaria, que a su vez está precedida por la expansión de los niveles primarios y secundarios de la educación. El profesor Hurtado realza cómo estos fenómenos mundiales, que se enmarcan en los postulados del desarrollismo, tienen su expresión nacional. No obstante, estas tendencias macroestructurales y las motivaciones de la juventud para protestar no son las mismas en el “primer” y el tercer” mundo.
Las condiciones particulares del país donde la movilidad social no se extiende como en otras latitudes, a pesar de la mejoría en la calidad de vida de una considerable franja de la población nacional, permiten el surgimiento del movimiento estudiantil como fuerza política. La imposibilidad de encontrar referentes identitarios con los mayores conduce a esta nueva generación a buscar el sentido de su existencia en el ideario de izquierda, en el que la revolución es una realidad a la vuelta de la esquina. El autor cierra su intervención con dos argumentos de sumo interés para interpretar la movilización y protesta estudiantil. El primero alude a la desmitificación de las relaciones entre los estudiantes y los movimientos obrero y campesino, toda vez que estas solo se dan en el ámbito de los líderes pertenecientes a líneas políticas afines y no entre movimientos sociales. En segundo lugar, propone que los adherentes a las diferentes tendencias de la izquierda universitaria, pese a su dogmatismo, son responsables de la introducción sistemática en el país de corrientes filosóficas, sociales, artísticas y culturales. El acercamiento a la cultura universal y continental por parte de los estudiantes universitarios constituye un impacto poco estudiado del movimiento estudiantil de la época.
Para el caso del movimiento estudiantil de la Costa Atlántica, la profesora Dora Piñeres83 explora la participación política de los estudiantes de la Universidad de Cartagena a mediados de la década del cuarenta. Este artículo adquiere pertinencia en el presente balance porque aborda una relación poco estudiada en la historia del movimiento estudiantil en el país: la vinculación universitaria al bipartidismo y su movilización en ese marco. La autora ofrece una visión interesante sobre la dinámica política en el interior de la Universidad de Cartagena, en que los estudiantes experimentan una filiación al pensamiento y al proyecto político de la segunda administración de López Pumarejo.
Aunque el texto de la profesora Piñeres pretende tratar la relación de la prensa conservadora con el estudiantado, no es posible encontrar un sustento a la sugerente hipótesis, según la cual, a pesar de las diferencias ideológicas, los rotativos azules hacen eco a la movilización liberal estudiantil por motivos estrictamente pragmáticos, evitando así la persecución política por parte de las filas rojas. El texto se basa en una interesante masa documental de prensa regional y del archivo de la Universidad de Cartagena. La profesora Piñeres también recurre a la memoria social de los protagonistas de los sucesos. Pese a la ausencia de un análisis contextual de la movilización estudiada, en el marco de una época de transformaciones en todos los órdenes de la sociedad colombiana, la investigación de Dora Piñeres saca a la luz un caso regional que puede servir de referente para nuevas investigaciones relacionadas con la participación política del estudiantado universitario antes de la década del sesenta.
Bajo la dirección de Dora Piñeres se desarrolla un trabajo doctoral sobre la historia de la Universidad de Cartagena. Amalfi Padilla tiene como objeto estudiar las relaciones de poder que se construyen en la Universidad de Cartagena entre 1948 y 1980, a partir de Michel Foucault y su propuesta teórica que reflexiona sobre el poder como red segmentada y difusa. Con el ánimo de hacer una historia social de la educación, Amalfi Padilla84 propone contar la historia de la universidad a partir de la reconstrucción y el análisis de las relaciones de poder que componen este centro educativo. Así, la autora intenta realizar una ‘historia sociocultural del poder’ en la universidad, concebida como un espacio en disputa por fuerzas políticas regionales.
Esta investigación doctoral se estructura en cuatro capítulos: en el primero esboza un contexto sobre la historia de los modelos universitarios en Occidente, para luego realizar, en el segundo capítulo, un recorrido por la estructura orgánica de la universidad, especialmente en lo relacionado con las instancias de administración. El tercer capítulo trata sobre la construcción de las relaciones de poder en el interior de la institución, tejido en el cual contribuyen de manera definitiva las relaciones de afinidad disciplinaria, política y de procedencia. El último capítulo estudia el comportamiento de las organizaciones estudiantiles en el marco de una serie de reformas educativas que experimenta la Universidad de Cartagena. Las fuentes sobre las que se basa principalmente son de carácter institucional y de prensa regional.
Para los objetivos de este balance historiográfico sobre los movimientos estudiantiles, el cuarto capítulo resulta ser el de mayor interés, ya que es allí donde la autora se pregunta por la participación de los estudiantes en la compleja urdimbre de poder que da forma a la Universidad de Cartagena. Si bien los datos muestran información factual no difundida de archivos de prensa e institucionales, los sucesos se organizan cronológicamente, aunque, de cierta manera, en deuda con un análisis de esta información factual. Como la autora no dialoga propiamente con los enfoques teóricos de los movimientos sociales, queda para futuras investigaciones analizar la interacción política de los estudiantes, las autoridades universitarias y los proyectos mismos de la universidad, al igual que explorar en mayor profundidad las tendencias ideológicas de los estudiantes o la descripción de sus prácticas culturales. El contraste razonado de estas variables permitirá ir más allá de la relación propuesta entre la tesis de Foucault utilizada para hilvanar la información recabada y los resultados propiamente obtenidos, que se dirigen a una conclusión, en sí misma, evidente: los estudiantes establecen relaciones de poder en el interior de la universidad con los otros actores que ya se encuentran allí.
Otro de los casos investigados que se considera oportuno referir en este balance es el de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia [Uptc] con sede en el departamento de Boyacá. Para obtener el título de magíster en Historia, la profesora Angélica Parra Báez85 realiza una investigación sobre los movimientos y los conflictos en la Uptc durante la década del setenta. En este trabajo se destaca la intención de articular tres dimensiones del movimiento universitario: las tendencias educativas, las acciones del estudiantado y la organización y movilización profesoral. El eje unificador de estos ámbitos es la noción de conflicto social, que interactúa con los diferentes estamentos universitarios. La investigación se estructura a partir de la relación que tienen los acontecimientos de la Uptc con los contextos nacionales e internacionales de la década, especialmente la ola de protestas que representa para el mundo el año de 1968 y su impacto en el siguiente decenio.
Más allá de la valoración inherente de abordar un caso no estudiado hasta el momento, el trabajo de Angélica Parra requerirá de un mayor análisis y una más amplia descripción de los conflictos acaecidos en la Uptc. La casuística de las protestas, protagonizadas por los estudiantes, incurre en la anécdota de conflictos menores que no se interrelacionan con otras protestas en el país ni con la posible existencia de un movimiento estudiantil. En alguna medida, esto se explica por la noción tan amplia utilizada de conflicto, más cercana a una reflexión psicológica y jurídica, especialmente cuando trata las estrategias de resolución de conflictos desde el conocimiento jurídico. En cuanto a las fuentes, es interesante la revisión que la autora hace del