1968: Historia de un acontecimiento. Álvaro Acevedo

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la década del sesenta también es pertinente estudiar la vinculación de estudiantes del nivel secundario en las protestas, quienes participan en razón del enfrentamiento generacional y de exclusión social y política que caracteriza al Frente Nacional.

      Denuncia de la mercantilización de la mujer en el capitalismo y el modo en el que el socialismo la dignifica. Caricatura del Manifiesto Comunista Ilustrado. México, D.F. Eduardo del Río [Rius]. 1975, pp. 78-79.

      Tras cumplirse treinta años del movimiento estudiantil de 1971, la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas, de la Universidad de Antioquia, dedicó el dossier central de su revista Utopía Siglo XXI a la conmemoración analítica de estos acontecimientos. Los artículos reunidos en este número son el resultado de las ponencias del foro llamado Movimiento Estudiantil y Universidad Pública, que se efectúa el día 30 de marzo del 2001. Un balance sobre este tema no puede dejar de lado los textos allí consignados, toda vez que constituyen una excepción por el interés de la academia respecto de los movimientos estudiantiles. Además, la concurrencia de analistas, antiguos líderes estudiantiles y nuevas generaciones hacen de este foro un espacio para la reflexión crítica, la evocación y el estudio de un tema generalmente catalogado como “ligero” para la historiografía de los movimientos sociales.

      Para sostener esta tesis, Gómez opta por identificar la acción militante de la época, signada por una afectación de injusticia y agravio moral. Mártires revolucionarios como Camilo Torres y su “compromiso hasta las últimas consecuencias” responden a una estructura de pensamiento desde los tiempos de la Conquista, en los que la cruzada se emprende contra los infieles y es reeditada como la imagen de la lucha contra el capitalismo, el imperialismo y la injusticia social. Una cruzada a la que se suman condiciones de represión política del régimen y el inicio de la privatización de la educación superior que debilita la ya frágil nacionalidad.

      Pese a esta continuidad de larga duración, el autor reconoce que el movimiento estudiantil contribuye a la modernización del país. Los debates sobre el carácter de la revolución colombiana, la pertinencia o no de las reformas parciales, el análisis de los problemas agrarios y urbanos bajo la óptica de la dependencia y el subdesarrollo, todo ello a la luz de teorías marxistas y otras corrientes de pensamiento, contribuyen a que el país entre en dinámicas secularizadoras. Muestra de ello es la eclosión de pequeñas editoriales que introducen el mundo del libro de bolsillo a las bibliotecas de activistas sociales. El texto de Gómez es un abrebocas de los otros artículos del dossier. A pesar de la crítica sin concesiones, es interesante el enfoque del artículo, vinculado a una tradición de pensamiento de larga duración, para comprender la variante radical y dogmática de la movilización estudiantil de 1971. Resultan también muy pertinentes las reflexiones del autor sobre la formación intelectual y cultural de esta generación.

      Con una posición menos crítica que la de Juan Guillermo Gómez sobre los alcances del movimiento estudiantil de 1971, el texto de Posada enuncia los principales acontecimientos desde este año hasta el final de la década. Ella sostiene que las protestas de este periodo tienen un carácter masivo debido a la ampliación de la cobertura oficial universitaria. Subraya que el nivel de discusión, formación y argumentación de los estudiantes de estos años permite logros en la movilización estudiantil en cuanto a los debates y la claridad política y teórica de los estudiantes, lo cual redunda en la formación de importantes cuadros dirigentes tanto para el sector público como para el privado. De esta formación cultural e intelectual se enfatiza en el temprano inicio de la socialización universitaria propiciada en las aulas del Liceo Antioqueño, cuyos estudiantes se sienten parte de la Udea desde antes de ingresar a esta oficialmente. El contacto entre estudiantes universitarios y estudiantes de bachillerato es una nota distintiva de este periodo, no solo en Medellín, sino en otras ciudades como Cali y Bucaramanga.

      El artículo cierra con la descripción de los principales acontecimientos de inicio de los años setenta sobre el Programa Mínimo y la experiencia del cogobierno en la Udea, una de las pocas instituciones de educación superior del país que implementa por muy poco tiempo esta práctica de gobierno. La dinámica de confrontación entre estudiantes, autoridades universitarias y nacionales es descrita atendiendo los marcos locales y nacionales. Para la segunda mitad del decenio, Consuelo Posada advierte el desplazamiento de las luchas estudiantiles por las luchas de profesores, y llama la atención sobre el progresivo declive de las primeras. La ausencia de organizaciones locales y nacionales, la agudización de la represión oficial bajo la administración Turbay y la crisis en que se sume la izquierda golpean fuertemente la presencia del estudiantado en la escena política y académica. El decenio de los años setenta finaliza con un panorama anárquico en la movilización y protesta universitaria.

      Retención de un suboficial del Ejército por estudiantes de la Universidad Nacional. Bogotá. Archivo El Tiempo. 1965.

      El trabajo de la profesora Consuelo Posada se convierte en uno de los pocos esfuerzos por explicar la movilización y protesta estudiantil en los años setenta en la Universidad de Antioquia. No obstante, esta interpretación de los acontecimientos requerirá en futuras investigaciones indagar en un mayor número de fuentes para explicar una etapa de la protesta estudiantil y de la universidad aún insuficientemente tratada por la historiografía y en particular por la historia de la educación. No está de más señalar que el trabajo de Posada enfatiza dos variables en la renovación de los estudios sobre el movimiento estudiantil. De una parte, la importancia atribuida a la formación cultural y política de esta generación, que tiene en la universidad el mejor escenario para acercarse a problemas de la política, la economía y la cultura del país, algo imposible de realizar en otros espacios. De otra parte, llama la atención la tesis sobre la relación entre movimiento estudiantil e izquierda política: los postulados y las demandas de los estudiantes de finales de los años sesenta y setenta se encuentran por completo vinculados a discursos y proclamas de izquierda y no a los principios y contenidos de la Reforma de Córdoba de inicios de siglo, que tiene una influencia continental en los estudiantes de la primera mitad del siglo XX.


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