Un lord enamorado. Noelle Cas
de cometer la mayor locura de su vida. Solo rogaba a Dios de llegar a tiempo antes de que Ángela o Edi se dieran cuenta de que había pasado la noche fuera de casa, y no estaba preparada para dar respuestas por ahora. Ya que tenía plena seguridad de que Edi la acribillaría pregunta tras pregunta, sin darle tiempo ni a respirar. Más tarde, entraba de nuevo en su dormitorio, se quitó rápidamente el vestido, se puso el camisón y se acostó en la cama. Todavía era noche cerrada y tenía unas horas para descansar.
En cuanto Eve se marchó, Devon se fue directamente al despacho a servirse un buen vaso de whisky. De camino a la estancia, se fijó en el reloj y vio que ya marcaban las cinco y media de la mañana. Pero sabía que, si regresaba al dormitorio e intentaba acostarse, no sería capaz de pegar ojo el resto de la noche. La proposición de Eve lo había dejado muy sorprendido y no sabía qué pensar de toda esa situación, ni en sus mejores sueños se habría imaginado que Eve acudiría a pedirle ayuda. Pero se dio cuenta de que era la oportunidad perfecta para lograr lo que siempre había soñado desde que la conoció: acostarse con ella.
Ya en la estancia dejó la palmatoria de la vela sobre el escritorio, luego se acercó a la consola, cogió el decantador y se sirvió una generosa cantidad de whisky. Luego, se sentó en el sofá pensativo. Ella parecía que necesitaba su ayuda desesperadamente; si él accedía a su plan, lograría atraparla entre sus redes y conseguiría de ella lo que tanto ansiaba: su cuerpo. Esa mujer lo tenía obsesionado. Al verla esa noche en su casa, al principio le pareció estar viendo un espejismo. Tenía que reconocer que la dama era atrevida al presentarse sola en su casa, sin saber qué peligros la podrían acechar. Incluso él era un peligro inminente para Eve, por todos los pensamientos pecaminosos que tenía sobre ella. Él le había pedido unos días para pensar su respuesta, pero desde que ella le había hecho esa absurda proposición, Devon ya tenía una respuesta, pero quería hacer sufrir un poco a la dama. «Eso haría que Eve cayera más pronto entre sus brazos», pensó con una risa cínica y dando lentos sorbos a la bebida.
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