Las clientelas del general Wilches. Nectalí Ariza
historias familiares enlazadas, son en cambio la naturaleza y la entidad de las negociaciones urdidas entre ellas y establecidas con terceros, las que arman toda la trama de lo que vamos poco a poco, página a página, descubriendo, porque el autor así nos lo va desvelando. Y todo eso lo logra el profesor Ariza a partir (luego le agregará mil y un documentos más) del formidable repositorio de cartas y cuentas del archivo familiar de los Wilches conservado en la Escuela de Historia de la UIS.
La relación entre el poder económico y el poder político, partiendo del caso especial santandereano en torno al núcleo de empresarios que conectó ambos poderes, y a sus ambiciones familiares y personales; la guerra, como parte de la acción política y a la vez como un formidable dinamizador social; la creación del Estado Federal como invención política al servicio de estos grupos, a partir del manejo de las tres grandes líneas que lo conformaban, libertad, progreso y civilización; la batalla y las batallas por los votos… macerado en estas páginas en la medida que todo ello se halló junto, ofrece un destilado final que el último capítulo del libro recoge y cierra. Solón Wilches pudo morir pobre y olvidado de sus contemporáneos, dedicado al remate del aguardiente, pero, qué duda cabe, a lo largo de estas páginas habremos conocido en todos sus matices no solo a uno de los caudillos con más poder en el Santander del siglo XIX, sino a uno de los hacedores de la historia colombiana, y con él a toda una generación que dirigió los destinos de la nación por más de cincuenta años.
Juan Marchena
Universidad Pablo de Olavide
Introducción
José Pacífico Solón Wilches Calderón (1835-1893) fue el caudillo militar más connotado de Santander durante el federalismo colombiano de la segunda parte del siglo XIX. Su andadura política comenzó cuando los radicales organizaron el Estado federal en 1857 y pusieron en marcha un improvisado gobierno, cuyo lema, «la libertad absoluta», supuestamente los llevaría a conseguir el progreso y la civilización para los santandereanos. Después de cinco años de una inestabilidad política sin par (que vio desfilar una docena de presidentes y la proclamación de cuatro constituciones, y en los que se vivió en guerra), los radicales perfilaron un nuevo régimen que logró mantenerse hasta 1886. Durante ese tiempo Solón Wilches, como es comúnmente conocido, fue un actor político de primera línea, puesto que fue presidente del Estado por cerca de nueve años, los últimos seis de estos (1878-1884), de modo consecutivo. Además, compitió por la silla de la Unión en dos oportunidades, fue diputado y congresista, y participó en todas las guerras acaecidas en ese tiempo.
La narración expuesta a continuación acerca de Solón Wilches y sus clientelas tuvo su origen en preguntas generales acerca del poder político establecido durante el federalismo colombiano. Se buscaba conocer acerca de las prácticas políticas y las razones del fracaso del proyecto federal en Santander, toda vez que comprendió un periodo de veintinueve años (1857-1886) y precedió a una forma centralizada de gobierno, que en sus líneas generales se ha mantenido hasta nuestros días. Desde luego, la historiografía colombiana ha planteado este tipo de preguntas generales, y hay numerosas investigaciones que proponen diversas explicaciones. En este caso, se buscaron respuestas a partir de las relaciones de poder en las que estuvo inmerso el caudillo santandereano, que le permitieron permanecer en primera línea del poder político estatal1. Concretamente se indagó por las relaciones clientelares que Solón Wilches mantuvo a lo largo de su vida política.
Santander, escenario de este relato, fue uno de los nueve estados confederados (Antioquia, Magdalena, Tolima, Cundinamarca, Boyacá, Cauca, Bolívar, Panamá, Santander), y como tal es una ventana de observación tanto al conjunto del país, aludido en estas páginas, siguiendo la costumbre de la época, como a la Unión. Valga recordar que la etapa federal ha resultado atractiva para algunos historiadores colombianos y de otras latitudes, quizá por la “soberanía” y “autogobierno” que quisieron establecer los radicales; también por la evidente utopía de su discurso, o quizá porque entre sus promotores había hombres con ideales políticos trascendentes, como fueron los casos, por ejemplo, de Vicente Herrera y Manuel Murillo Toro. El primero había impulsado el voto de la mujer, que se aprobó en la Constitución de la Provincia de Vélez en 1853; y el segundo elaboró el proyecto que dio la libertad a los esclavos en 1851. Estos y otros liberales radicales de entonces se basaban en la República francesa; además, algunos de ellos hicieron eco del socialismo utópico, de modo que sus planteamientos expresaban cierto ideal de justicia social.
Para caracterizar las relaciones clientelares en las que estuvo inmerso Wilches, se investigó su tipología como caudillo militar, como político y como empresario. Así mismo, se identificó su contexto familiar y el tejido de relaciones mediante los cuales él y un bloque de familias de la Provincia de García Rovira controlaron buena parte de la administración pública durante el periodo federal. Para entender mejor el papel de Wilches, se identificaron los intereses de otros políticos que, como él, actuaban en el escenario más encumbrado del poder del Estado.
El presente trabajo es, en cierta medida, una aproximación a la biografía de Wilches, pues es el “lazarillo” de la narración, una cuestión inevitable, al ser uno de los polos de las relaciones clientelares analizadas, y porque su archivo personal fue una de las fuentes fundamentales de esta investigación. De las diferentes facetas del santandereano destaca su desempeño como militar, ya que fue una suerte de caudillo pretoriano2. Por tal razón, sus rangos y el sui géneris ejército confederal del que hizo parte fueron objeto de atención. Se trataba de una fuerza integrada por milicias, convocadas en caso de guerra, denominado Ejército de Reserva; además había una fuerza permanente en la Unión, bajo control directo del Gobierno central, la denominada Guardia Colombiana, más pequeños cuerpos de fuerza, establecidos en tiempos de paz en cada uno de los estados, que se incrementaban ostensiblemente cuando sobrevenía la guerra.
En cuanto al fenómeno aquí analizado, este trabajo muestra el quehacer de la política en su nivel más íntimo, el de las negociaciones en pro del poder entre Wilches y sus clientes, entre ellos, sus parientes, algunos de los cuales lideraban los círculos de poder locales. En las relaciones de intercambio se observará que entre algunos actores no existía una asimetría significativa de poder, pues la diferencia de disponibilidad de recursos tendía a cero, lo que generaba una confluencia de intereses entre pares, un prototipo de alianzas entre notables, en las que varios de ellos fueron reconocidos caudillos militares en el país. También se procuró profundizar en el conocimiento de la confrontación política nacional entre las diferentes facciones partidistas. Al respecto, en la narración aquí presentada se recrearon las formas de participación política más constantes: las elecciones y la guerra, formas estas que mantuvieron durante ese tiempo una relación mutua y directa3.
Durante el federalismo colombiano el clientelismo político se incrementó por varias razones. En primer lugar, el surgimiento de los estados generó una mayor burocracia administrativa, que los notables locales intentaron controlar. En segundo lugar, y coincidiendo con el surgimiento de las tendencias partidistas, en ese periodo se universalizó el voto masculino que, no obstante sus restricciones por edad, alfabetismo y estado civil, significó una mayor competencia electoral. En tercer lugar, porque quienes participaban voluntariamente en las guerras, además de procurarse seguridad frente a la violencia y las expropiaciones, esperaban compensación con cargos, contratos, servicios, etc. Los cargos públicos o “los destinos” resultaban ser el fin principal de la mayoría de los clientes, al parecer, una constante de la política en las sociedades modernas y contemporáneas4.
Desde la teoría política se plantea que las relaciones clientelares son una expresión de las relaciones de poder presentes en la esfera del Estado. Por esto, para una mejor comprensión en el sentido señalado, el Estado de Santander fue objeto de atención en el capítulo tres. Al respecto puede decirse que Santander, al igual que los restantes estados federales, pese a proclamarse como soberano, pervivió con una limitada institucionalidad, toda vez que su soberanía fue limitada y sus fronteras indefinidas. De hecho, ninguno de los nueve estados logró consolidar un poder central territorializado en el que se cumpliesen sus leyes. Tal fue la pretensión de los radicales en Santander a finales de 1857, cuando aprobaron la constitución que regiría en el Estado, pero se vieron inmersos en una guerra que se prolongó