Las clientelas del general Wilches. Nectalí Ariza
que los enfrentó a los conservadores (1859-1862), y en la que Wilches fue investido como general; igualmente se muestra el orden institucional que procuraron fundar: el aparato fiscal, la fuerza militar, el poder judicial, etc. En el cuarto capítulo, «Los intereses en juego: políticos empresarios en el origen del faccionalismo liberal en Santander», se presenta a los políticos en competencia por los recursos del Estado, principalmente las tierras baldías y los contratos de los ferrocarriles; se hace énfasis en las motivaciones e intereses que llevaron a la ruptura del liberalismo santandereano y al faccionalismo. En el último capítulo, «Wilches y el ocaso del federalismo», se relatan aspectos de su lucha por alcanzar la presidencia de la Unión y la crisis definitiva de su gobierno en 1884, antecedente inmediato de la guerra de 1885. El texto cierra con la muerte política y física del caudillo. Los cinco capítulos, como se ha dicho, tienen en su trasfondo las relaciones clientelares.
1 Las provincias que conformaron el Estado Soberano de Santander en 1857 fueron García Rovira, Cúcuta, Pamplona, Ocaña, Vélez, Socorro, Soto y Guanentá; en 1878 se creó la Provincia de Charalá. Durante el periodo federal se reconocieron como “departamentos”.
2 GUERRA François-Xavier. “Los orígenes socioculturales del caciquismo”. Anuario del IEHS (Instituto de Estudios Histórico-Sociales, Universidad Nacional del Centro, Argentina), 1992, n.° 7, pp. 181-209. El concepto de Guerra evoca a los pretores romanos para referirse a los caudillos militares que instrumentalizan las fuerzas armadas del Estado, de modo que estas resultan influenciadas por las fidelidades personales. Ya en la época federal se denominaba grupo pretoriano a la tendencia más militarista de los liberales. Véase DELPAR Helen. Rojos contra azules. El partido liberal en la política colombiana 1863-1899. Bogotá: Tercer Mundo Editores, 1994, p. 202.
3 PALACIOS Marco. “La fragmentación regional de las clases dominantes en Colombia: una perspectiva histórica”. Revista Mexicana de Sociología, octubre-diciembre de 1980, vol. 42, n.˚ 4, pp. 1663-1689. Palacios precisa que, desde la Independencia, los notables provinciales que lideraron la guerra comprendieron la necesidad de justificar las fuentes del poder político detentado, e hicieron de las elecciones una manera de hacerlo. Así, el sufragio fue utilizado muchas veces para legitimar triunfos militares de una u otra facción. De tal modo se seguía cierto ritual: si había elecciones, había preparativos para la guerra, pues el conflicto podría sobrevenir en cualquier momento, en la campaña, en las elecciones o después. En Santander hubo guerra de 1859 a 1862, de 1876 a 1877 y de 1884 a 1885; además hubo numerosos conatos locales de guerra, y la actuación permanente de guerrillas conservadoras.
4 LIND Gunner. “Grandes y pequeños amigos: el clientelismo y la élite del poder”. En: REINHARD Wolfgang y otros. Las élites del poder y la construcción del Estado. Madrid: FCE, 1996, pp. 159-189. En una caracterización general del fenómeno clientelista durante la configuración del Estado moderno en Europa, Lind encontró que los cargos públicos eran la meta principal de los clientes de las élites del poder.
5 MANN Michel. Las fuentes del poder social. Madrid: Alianza Editorial, 1991, p. 49. El poder político es, según Mann, parte del poder social, expresado en las relaciones sociales. Este, en su perspectiva, incluye también los poderes ideológico, militar y económico.
6 THYPIN Richard. “Rethinking clientelism in peasant society”, Meeting of the International Political Science Association, Río de Janeiro, 1982. Citado por LEAL BUITRAGO Francisco y DÁVILA Andrés. Clientelismo: el sistema político y su expresión regional. Bogotá: Tercer Mundo Editores, UN-Iepri, 1990, p. 42.
7 FINLEY Moses, El nacimiento de la política. México: Grijalbo, 1990, pp. 12, 51-54. «Un objetivo era el establecimiento de una relación patrono-cliente y un nexo de parentesco y, como consecuencia de ello, la posterior sanción de una estructura de poder y autoridad imperante en la sociedad concreta […] Aristóteles, como en general los autores antiguos, ponía el acento en lo que se puede llamar patronazgo comunitario, esto es, gasto privado a gran escala, obligatorio o voluntario, para objetivos comunes −templos, espectáculos teatrales, fiestas–, a cambio de la aprobación popular […] de la ayuda popular en el ascenso de la carrera política».
8 LEAL. Op. cit., p. 43.
9 CORZO Susana. El clientelismo político. El plan de empleo rural en Andalucía: un estudio de caso. Granada: Editorial Universidad de Granada, 2002, pp. 37-56. Corzo realizó una pesquisa de definiciones del clientelismo, en la que comenzó por la etimología misma, y pasó por las acepciones básicas, hasta las más elaboradas, por ejemplo: a) las relaciones de clientela manifiestan el lazo que une grupos diferentes y desiguales, no dependientes unos de otros, directamente; b) una relación entre actores desiguales, situados de forma jerárquica, recíproca y beneficiosa para ambos; c) relaciones igualitarias, en la que los dos actores obtienen beneficios: los dos eligen opciones en un marco de libertad real y formal, pero sin descartar la incidencia de las presiones sociales, culturales o económicas; d) una relación asimétrica en función de la redistribución que tiene el poder político ante la desigualdad social; e) el clientelismo político supone una ruptura de la relación de explotación, aunque implica cierto tipo de dominación política; f) una relación diádica, jerarquizada, de naturaleza personalista, relacionada con el parentesco, con raíces premodernas, y dada en sociedades tradicionales; g) un complemento de las deficiencias de las instituciones modernas; h) un obstáculo de la modernización o democratización, y causa de desaliento en la participación política; i) relación particularista entre posiciones funcionalmente diferenciadas; implica confianza y compromiso en pro de favorecimiento mutuo, por lo general en perjuicio de terceros que tendrían mejor derecho, pero sin aportación económica –al menos en un primer momento–, y que es habitualmente duradera. La dependencia que se suele establecer en este tipo de relación no necesariamente presupone inferioridad o superioridad social; j) la relación clientelar se localiza en la penumbra de la política y bordea los límites morales y legales permitidos, cae alguna vez en la corrupción; k) una relación personal en el ámbito de la política, establecida de forma voluntaria y legítima, en un marco de legalidad, entre los que pueden ocupar u ocupan cualquier cargo público y los que desean acceder a unos servicios o recursos públicos a los que es más difícil llegar, cuando no imposible, de no ser por este vínculo o relación, etc.
10 SCOTT C. James. Patron client politics and change. En: 66th Annual Meeting of the American Political Science Association. Los Ángeles, 1970, p. 10. Citado por LEAL, op. cit., p. 39.
11 GUTIÉRREZ Francisco. La ciudad representada. Política y conflicto en Bogotá. Bogotá: TM Editores-Iepri, 1998, pp. 55-120.
12 GUERRERO Laura Daniela. “Clientelismo político. ¿Desviación de la política o forma de representación? Estado del arte sobre las aproximaciones al clientelismo en Colombia, 1972-2012”. Tesis de grado como politóloga. Bogotá: Universidad del Rosario, 2013, pp. 9-19.
13 LIND Gunner. Op. cit., pp. 159-161.
14 DEAS Malcolm. “Algunas notas sobre la historia del caciquismo en Colombia”. En: Del poder y la gramática. Bogotá: Tercer Mundo Editores, 1993, pp. 209-233.
15 LYNCH John.