Las clientelas del general Wilches. Nectalí Ariza
actores sociales y actores políticos”. Anuario del IEHS, 1989, n.° 4 (traducido por Juan Carlos Garavaglia); GUERRA François-Xavier. “Los orígenes socioculturales del caciquismo”. Anuario del IEHS, 1992, n.° 7, pp. 181-195. GUERRA François-Xavier. “De la política antigua a la política moderna: algunas proposiciones”. Anuario del IEHS, 2003, n.˚ 18, pp. 201-212.
17 GONZÁLEZ Fernán. “Caudillismo y regionalismo en el siglo XIX latinoamericano”. Serie Documentos Ocasionales, Cinep, 1982, 36 p.
18 CARDOSO SÁENZ Évert. “El caudillismo y militarismo en Venezuela. Orígenes, conceptualización y consecuencias. Procesos históricos”. Mérida: Universidad de los Andes, Revista de Historia y Ciencias Sociales, julio-diciembre, 2015, n.° 28, pp. 143-153.
19 GUERRA Adriano. “A los tuyos con razón o sin ella. Redes de poder, candidaturas y recomendaciones en el Estado Soberano de Santander (1858-1886): el caso de la red del general Solón Wilches Calderón”. Tesis de Maestría en Historia. Bogotá: Pontificia Universidad Javeriana, Facultad de Ciencias Sociales, 2015, 123 p.; DUARTE BORRERO Juan Fernando. “Los círculos de notables en la política santandereana del siglo XIX: Solón Wilches y el círculo de La Concepción, García Rovira”. Tesis de Maestría en Historia. Bucaramanga: Universidad Industrial de Santander, 2001, 179 p.; CARREÑO TARAZONA Clara Inés. “Búsqueda de nuevas rutas comerciales. Solón Wilches y las redes de poder en García Rovira en la segunda mitad del siglo XIX”. En: Historia Crítica, enero-abril 2012, vol. 260, n.° 46, pp. 180-201.
20 Véanse los siguientes artículos de ARIZA Nectalí: “Oligarquías ascendentes en el Estado Soberano de Santander en la segunda mitad del Siglo XIX: las redes de Aquileo Parra y Solón Wilches”. En: Estudios Sociales, enero-junio 2007, vol. 32, n. 1, pp. 143 - 165; “Apuntes acerca del aparato fiscal en el Estado de Santander: aguardientes y clientelas”. En: Anuario de Historia Regional y de las Fronteras, julio-diciembre 2012, vol. 17, n. 2, pp. 229-253; “Actores políticos e intereses en juego durante las guerras civiles del periodo federal colombiano (Santander, 1860 - 1890)”. En: Historia y Espacio, julio-diciembre 2016, vol. 12, n. 47, pp. 15-40; “Los Wilches Calderón: red familiar y poder político en el Estado de Santander 1857-1886”. En: Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura, julio-diciembre 2014, vol. 41, n. 2, pp. 23-64; “Prácticas clientelistas en la política del estado de Santander durante la etapa federal colombiana, 1857-1886”. En: Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura, enero-junio 2019, vol. 46, n. 1, pp. 175-206.
El tiempo y el espacio de Solón Wilches
Joaquín: la situación es dificilísima […] se decía que el general Mosquera quería asumir el poder absoluto de la nación, y no se veía en ello sino una calumnia, hoy los ojos y los sentidos están presenciando la realización de aquellos vaticinios […] Será que esta tierra está cansada con una misma cosecha y quiere sembrar la semilla de los Borbones […].
Solón a su primo Joaquín Wilches, 21 de mayo de 1867
Fotograbado de Solón Wilches, hecho por José María Ramírez, 1894. Fue incluido en la Corona fúnebre, una especie de reseña biográfica que tradicionalmente hacían las familias principales para recordar los detalles de las honras fúnebres de sus parientes.
José Pacífico Solón Wilches Calderón
En horas de la tarde del 15 de octubre de 1893, por la calle que conduce al cementerio de La Concepción, desfiló el cortejo fúnebre con los restos del general José Pacífico Solón Wilches Calderón21. En el carruaje que transportó el féretro «engancharon las riendas de su viejo caballo Guerrero», del cual se dijo que había muerto unos días después22. La anécdota acerca del corcel, y otras que tintaban de heroísmo la vida del general, circularon durante décadas en el pueblo donde vivió su niñez y su juventud. Wilches había nacido el 7 de abril de 1835 en Cerrito, población santandereana cercana a La Concepción; en esta última habría de comenzar su trayectoria en la política, y desde allí llegaría a ser uno de los hombres que más poder representó en el Estado Soberano de Santander.
Los Wilches Calderón eran en esos años una de las familias más notables de la antigua Provincia de Pamplona. Eran originarios de la nueva Provincia de García Rovira, una fragmentación de la de Pamplona, cuya capital, La Concepción –hoy conocida simplemente como Concepción–, tenía, cuando murió Solón Wilches, algo más de 5.000 habitantes23. Tanto su padre, don Andrés Wilches Jaime, como su tío Ramón eran destacados líderes del liberalismo rovirense, aun antes de que se organizara el Estado federal de Santander en 185724. Su liderazgo los obligaba a realizar aportes en metálico, en peones y en armas cuando era necesario, como sucedió durante las guerras de 1840, 1854 y 1859. En compensación, recibían, tanto ellos como sus allegados y clientes, una considerable cuota de poder político y económico en la provincia; muchos de ellos se mantenían como funcionarios provinciales durante largos periodos de tiempo.
Cuando comenzó la guerra de 1859 Solón Wilches era un joven de 24 años, empleado del nuevo Gobierno de Santander, liderado por los liberales radicales. Siguiendo la costumbre, se sumó a las fuerzas alistadas para combatir a los revolucionarios. En las guerras civiles de Colombia fue tradicional que los empleados de las facciones gobernantes formaran filas en armas para enfrentar las revueltas. Ese año la facción conservadora fue derrotada, pero a comienzos de 1860 reinició los ataques con apoyo del Gobierno de la Confederación. Esa intervención hizo que la guerra se prolongara durante dos años más, tiempo en el que Wilches actuó como subalterno del coronel Santos Gutiérrez en el ejército del general Tomás Cipriano de Mosquera, en una larga campaña que, a juzgar por los relatos, tuvo pocas batallas. El santandereano habría participado en tres o cuatro de ellas, en una de las cuales vencieron a los conservadores en Corinto, Cauca, el 18 de septiembre de 1862. Tal batalla le representó el rango de general, otorgado por Mosquera, quien desde mediados de 1861 había tomado Bogotá y ejercía como nuevo presidente de la Confederación Granadina.
Wilches formó parte de la generación de criollos neogranadinos nacidos en los años inmediatos de la Independencia, que crecieron y tuvieron entre sus ideales premisas contradictorias: de una parte, el prestigio, el patriotismo, la grandeza, etc., que les suponía a sus parientes el haber participado en las guerras contra España; y, por otro lado, una presunción de “nobleza” basada en que eran descendientes de esos mismos españoles “sin mezcla” con población nativa, puesto que en su imaginario les restaba prestancia social25. En lo político Wilches bebió de la tradición liberal de su familia: su padre Andrés y su tío Ramón lideraban el liberalismo en La Concepción, y habían participado activamente en la guerra de los Supremos de 1840 y en la guerra contra el general José María Melo en 1854. Antes, en el decenio de 1820, su tío abuelo paterno, don Pacífico Jaime –quien se ocupó de la educación de don Andrés y de la futura madre de Solón, Martina Calderón Sánchez–, había sido representante al Congreso por la Provincia de Pamplona26.
El entorno familiar le facilitó a Solón una socialización política temprana, fortalecida cuando estudió en el Colegio de Guanentá de San Gil y en los colegios mayores del Rosario y San Bartolomé de Bogotá; en estos habría cursado estudios de derecho, entre 1852 y 1856. En los colegios mayores de la capital recibieron formación la mayoría de los actores políticos preponderantes del país durante la Colonia y a lo largo del siglo XIX, entre ellos los santandereanos. Por otra parte, encontramos que Wilches vivió el ambiente de “revolución social” capitalino en su etapa de estudiante en Bogotá, pues coincidió en la ciudad durante los años en que se implementaron las primeras reformas para liberalizar la economía y dar fin a las instituciones coloniales vigentes hasta entonces: la esclavitud, los bienes de manos muertas, los diezmos y todo el sistema de tributación con sus monopolios y prácticas, entre otras. Además, en Bogotá circulaba