Las clientelas del general Wilches. Nectalí Ariza
por el incremento de los cultivos de café, si bien debe contemplarse el factor temporal, toda vez que el grano durante la cosecha reclama un mayor número de peones, los conocidos “temporeros”. Por otra parte, debemos aceptar que la supervivencia de la producción artesanal no dice nada del empobrecimiento de los artesanos ni de sus condiciones de vida. En los relatos de la época los artesanos son descritos como gente muy pobre, a tal punto que se hizo común catalogar a cualquier pobre como “artesano”. De manera que el común de la población estaba conformado por artesanos, pues en su mayoría eran pobres.
Si nos atenemos a los datos existentes acerca de los artesanos de oficio, encontramos que en Santander hubo una población estadísticamente representativa, pues el trabajo artesanal constituía una actividad familiar extendida por todas las provincias. En los censos se contaba como tales a fabricantes de sombreros y de lienzos, a talabarteros, hojalateros, ceramistas, fabricantes de velas, dulces, alpargatas, herramientas, etc. En Santander los artesanos se dedicaban principalmente a fabricar lienzos y sombreros. Estos últimos comenzaron a producirse por miles desde los años veinte63, mientras que los lienzos se remontan a la época precolombina, pues los guanes y otros pueblos de la región fueron, además de agricultores, habilidosos tejedores; de hecho, su tributación se realizaba con mantas, y, pese a su desaparición durante la Colonia, a mediados del siglo XIX su oficio subsistía64. La crisis de mercado fue más tardía para los sombreros, mientras que los textiles desaparecieron con el ingreso masivo de los tejidos ingleses. Los sombreros quizá hayan perdurado por tratarse de un producto singular de la palma nacuma, propia de los bosques tropicales. Todavía hoy, durante las ferias de Bucaramanga y de las poblaciones vecinas, se producen y venden estos sombreros, sin que sus volúmenes y precios sean representativos para la economía.
Como es obvio, independientemente de la crisis textil y de las consecuencias sociales que acarreó el librecambio, la producción agrícola tradicional, de consumo interno, que surtía el comercio entre las provincias, se mantuvo en todo Santander, e incluso en algunas provincias se incrementó. Tal fue el caso de la producción de alimentos básicos, como las hortalizas, la miel de caña y sus derivados. Esto puede observarse en la producción de 1870, expuesta en la siguiente tabla, en la que se muestra la producción en cargas (1 carga = 1.225 kilos) por productos y por departamentos. 65
Producción por departamentos en 187066
Departamentos | Algodón | Anís | Quina | Tabaco | Arroz | Azúcar | Cacao | Café | Panela | Trigo | Hortalizas |
Cúcuta | - | - | 450 | 125 | 962 | - | 2.575 | 26.921 | - | 1849 | - |
G. Rovira | 1.500 | - | - | - | 100 | - | 52 | 12 | - | 9.500 | 17.700 |
Guanentá | 2.620 | 66 | 465 | 7.400 | 166 | 336 | 85 | 512 | 80.000 | 603 | 19.300 |
Ocaña | - | - | - | 55 | 555 | 2.800 | 77 | 7.920 | 10.100 | 435 | - |
Pamplona | - | - | 3.760 | - | - | - | - | 820 | 3.000 | 10.000 | 12.150 |
Socorro | 2.312 | 439 | 588 | 317 | 7.685 | 11.868 | 5 | 227 | 49.120 | - | - |
Soto | 135 | 15 | 150 | 5.000 | 2.000 | 25 | 2.300 | 4.000 | 23.100 | 5.000 | 116.500 |
Vélez | 500 | 13 | 250 | - | 170 | - | 50 | 200 | 16.000 | - | - |
Totales | 7.067 | 533 | 5.873 | 12.897 | 11.683 | 14.729 | 5.145 | 40.612 | 181.320 | 27.387 | 165.650 |
La producción de 1870 fue sin duda mayor, y lo era en general en cualquier informe oficial, pues la mayor parte de los productos comercializados entre las provincias eran a su vez de consumo interno. No obstante, tales volúmenes no aparecen registrados. Así, por ejemplo, con el algodón la gente del común fabricaba sus propias prendas; el arroz, las hortalizas, el azúcar, el cacao y el café eran vendidos en diferentes poblaciones e igualmente eran de consumo cotidiano. De otra parte, debemos recordar que los informes de producción y de comercio en general, incluidos los relativos a exportaciones e importaciones, ofrecen poca o ninguna certeza acerca de los volúmenes reales por varias razones: las aduanas eran un asunto del Gobierno de la Unión, pero en Santander se implantó el librecambio, de modo que los dos gobiernos no establecieron estadísticas y, por ende, tampoco el registro y el control de productos comercializados. Es común encontrar en los informes oficiales de los presidentes y los secretarios advertencias acerca de la imprecisión de los datos67. Ahora bien, no es difícil intuir que los volúmenes producidos siguieron la estela del siglo, antes de que el café se expandiera por la región antioqueña, pues algunos productos repuntaron durante cortas etapas, tal como sucedió con el añil y las quinas.
Las cifras de producción por departamento de la tabla antes anterior denotan cierta especialización por regiones. En primer lugar, aparecen 181.320 cargas de panela producidas en Guanentá, Socorro y Soto (la panela, derivado de la caña de azúcar, era –y es en la región– el alimento básico de caballos y mulas, bestias de carga que representaban el principal medio para transportar el café y los demás productos a los puertos del Magdalena); en segundo lugar, figuran las hortalizas, que sumaban 165.650 cargas, de las que 116.500 se producían en Soto y las restantes en Guanentá, Pamplona y García Rovira.
La panela también era utilizada para elaborar el guarapo o aguadulce, una bebida popular de arrieros y peones, consumida para renovar su energía en las arduas jornadas de trabajo. Pero lo más significativo de la producción de caña de azúcar estaba representado en la miel, la materia prima del aguardiente, licor que generaba el mayor ingreso fiscal para el Estado de Santander, por ser un producto fundamental para la economía. La caña y sus derivados se producían en todos los departamentos, pero las cifras muestran preponderancia en los del sur, Vélez, Guanentá y Socorro, donde hubo grandes haciendas de caña desde la etapa colonial. La producción para el consumo interno en conjunto nos ofrece una idea de complementariedad, si bien la riqueza tendió a acumularse en las zonas productoras de café, debido a su precio y a la facilidad de acceso a los puertos del Magdalena, como vemos en el ejemplo de la tabla. Valga la observación respecto a García Rovira, la patria chica de Solón Wilches, que tiene una geografía montañosa, de empinados riscos, cuya principal producción era la de hortalizas, algo de ganado, trigo y algodón, todo en cantidades poco significativas comparadas con las restantes provincias.
Por otra parte, en esa etapa el comercio de exportación e importación en el país se vio favorecido con la introducción de barcos de vapor desde 1849, pero más aún en la década de 1870, con la introducción del telégrafo, que entonces comenzaba a ser instalado en todo Santander68. Los vapores facilitaron el comercio allende el océano, pues sin ellos una operación de transporte de mercancía, por ejemplo, desde la ciudad de Vélez a Mompós y Magangué, consumía hasta dos meses de trabajo enfrentando las corrientes de los ríos, en los que cualquier tipo de transporte dependía del esfuerzo de los bogas69. Y como bien se ha señalado por la historiografía colombiana, los mercados de ultramar eran prácticamente inalcanzables para muchos productos antes de 1850, cuando el comercio se efectuaba principalmente entre las provincias neogranadinas.
Los vapores y el telégrafo fueron los dos artilugios técnicos que incidieron en la economía de Santander, pues el ferrocarril, lejos de impactar favorablemente la economía, significó lo contrario, a juzgar por los recursos invertidos y los pírricos resultados alcanzados. Una circunstancia que en líneas generales se repitió en otros estados de la Unión; tendencia contraria a otros países de América Latina, donde su implementación mostró resultados favorables, como bien lo analizó don Tulio Halpering70.
En Santander, como en otras regiones del país, la geografía de cordillera hizo inviable la integración geográfica mediante líneas ferroviarias. El despliegue de rieles tan solo era factible en algunos trayectos de acceso al valle del río Magdalena. Pese a tal dificultad, los políticos empresarios atrapados por el espejismo del progreso insistieron en proyectos destinados al fracaso. Comprensible