Familias en la modernidad: una mirada desde Villavicencio. Milcíades Vizcaíno Gutiérrez

Familias en la modernidad: una mirada desde Villavicencio - Milcíades Vizcaíno Gutiérrez


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Durkheim, un hecho social tiene respuesta en las relaciones sociales. En sus palabras, “[…] un hecho social solo puede ser explicado por otro hecho social […] señalando el medio social interno como el motor principal de la evolución colectiva” (Durkheim, 1964, p. 155). Sin embargo, estas relaciones sociales no corresponden a la primera naturaleza, sino a la segunda, al ser social fruto de la socialización (Durkheim, 1976). El mismo Durkheim dejó claro que:

      Toda vida social está constituida por un sistema de hechos que derivan de relaciones positivas y duraderas establecidas entre una pluralidad de individuos […] los individuos son más bien un producto de la vida común que determinantes de ella. Si de cada uno de los individuos se retira todo lo que es debido a la acción de la sociedad, el residuo que se obtiene, aparte de reducirse a muy poca cosa, no es susceptible de ofrecer una gran variedad. (Durkheim, 2001, pp. 399-400)

      La variabilidad no proviene de los individuos, pues ellos se definen por las conexiones que tienen con su medio social en virtud de su proximidad material y moral, es decir, en el volumen y en la densidad de la sociedad. La división del trabajo progresa a medida que los individuos adquieren mayores contactos entre ellos, y actúan y reaccionan los unos sobre los otros. Esto se denomina densidad dinámica o moral que se incrementa al mismo tiempo que la densidad material, entendida como el incremento numérico de la población, como dos procesos “inseparables” (Durkheim, 2001). La intensificación de las relaciones sociales es lo que constituye la civilización.

      Los individuos se relacionan entre ellos mediante un proceso de socialización y esquemas tipificadores. El acopio social de conocimiento fluye a los individuos mediante formas creadas en la misma relación social entre ellos. El origen de esta socialización está vinculado a las formas institucionales, sean ellas de carácter primario o secundario (Berger y Luckmann, 1998). Mientras el contenido de conocimiento destinado a ser interiorizado por cada uno de los individuos circula mediante formas ligadas a la afectividad de las instituciones primarias, lo hace reforzado por técnicas pedagógicas específicas en la socialización secundaria. El grado y el carácter de esas técnicas pedagógicas varían de acuerdo con las motivaciones que lleven los individuos cuando se orientan a la adquisición de nuevos conocimientos.

      La socialización tiene por objeto aprendizajes de valores, pautas de comportamiento, actitudes, representaciones, conocimientos e ideas. Si la socialización es exitosa, la incorporación de estas dimensiones tiene profunda influencia en la vida social de la cual forma parte el yo social. En el terreno de las ideas, estas juegan un papel importante en la determinación de la acción social (Parsons, 1967, pp. 21-22). Si se acepta esta aserción, igualmente se reconoce que el enunciado tiene “significado científico”. En consecuencia, las ideas son una variable esencial en un sistema de teoría que funciona para hacer inteligible un cuerpo complejo de fenómenos, entre los cuales la familia ocupa el eje central de esta investigación.

      En este punto se ubican las ideas en un plano real de la vida cotidiana de seres sociales en relación de unos a otros, lo que descarta su ubicación metafísica o especulativa por más razonable que ella sea, porque está concebida desde perspectivas diferentes a la escogida para adelantar esta investigación. Esta es una razón más para justificar el enfoque constructivista social adoptado, es decir, en un medio social determinado y con actores identificados.

      Por otra parte, estas ideas varían de unos grupos a otros, de una posición ideológica o política a otra, de un género a otro, de una clase a otra, de una región a otra, de un contexto social a otro. En nuestro estudio, la fuente principal son las intersubjetividades de estudiantes universitarios en los procesos de construcción de hechos sociales en el ambiente familiar.

      Realidades múltiples/esquemas tipificadores múltiples

      La concentración del interés en la significación social supone explorar los actores que la generan, lo que implica, por otra parte, el reconocimiento de “realidades múltiples”, es decir, posibilidades de mirar un mismo fenómeno o hecho social desde perspectivas variadas, como “subuniversos” con contenidos de significación atribuidos a actores múltiples. Esas maneras diversas de comprender y de experimentar la realidad deben ser develadas por el científico social. En todo caso, ni la lógica formal, ni el acuerdo de la mayoría, ni la victoria militar logran colmar el abismo que separa los subuniversos (Schütz, 1964).

      Lo anterior lleva a un planeamiento derivado precisamente del constructivismo. Se trata de descubrir los fundamentos del conocimiento en la vida cotidiana (Berger y Luckmann, 1998). La realidad se presenta de forma directa al sentido común de los actores, que componen el conjunto social dentro del cual se establecen significados que respaldan su intersubjetividad. La vida cotidiana, por su parte, se presenta a los actores como una realidad interpretada por seres humanos con las significaciones que ellos atribuyen a los hechos y a sus relaciones en una forma coherente. Esta es una realidad que se ofrece asimismo al analista como un mundo que puede ser analizado con los recursos teóricos y metodológicos disponibles.

      La realidad que se ofrece al analista es la de la vida cotidiana, la ordenada; realidad del “aquí” y del “ahora”; realidad intersubjetiva compartida por muchos sujetos, con zonas de significado enclavadas en los subuniversos que exigen esquemas tipificadores para descifrar los marcos de interpretación recíprocos dentro de los cuales ocurre la presentación de la persona frente a los demás, sean ellos contemporáneos, antecesores o sucesores.

      Presentación y representación de los sujetos en la relación social

      Los individuos que interactúan entre sí no solamente generan intercambios, sino que definen la situación en la cual se establecen sus relaciones sociales (Goffman, 1971). En la situación creada, los individuos pueden aparecer como seguros de sus propios actos, convencidos de lo que están haciendo en función de objetivos, o ser escépticos frente a estos, y aparentar tenerlos definidos y ordenar su comportamiento como si lo estuvieran. En todo caso, el papel que desempeñan es una parte de la segunda naturaleza durkheimiana y, por tanto, hace parte de la personalidad de los individuos.

      Desde la segunda mitad del siglo xix reconocemos que llegamos al mundo como individuos y, en la interacción social, nos trasformamos en personas, es decir, hacemos parte del juego intersubjetivo con otros actuantes. La Escuela de Chicago, en cabeza de Robert Park, lo había establecido como un hallazgo a mediados de la década de 1950, y coincidía perfectamente con las afirmaciones durkheimianas en este aspecto. Cada actuante pone, sin embargo, su sello personal, los rasgos que identifican su modo, la intensidad, la orientación y los procesos de las interacciones; a todo esto denominamos, con Goffman, la “fachada personal” (Goffman, 1971, p. 35). Este rasgo de identificación evoca posibilidades de agrupación dentro de un conjunto de actuantes y de diferenciación con otros pertenecientes a otro u otros tipos.

      El trato entre sujetos ocurre en un marco de identificación mutua en el cual se expresan los rasgos propios de cada uno de los actuantes. Ahora bien, estos rasgos pueden ser netamente individuales o referirse a aspectos sociales. Los primeros muestran los aspectos orgánicos únicos que se imputan a individuos, propios de su biografía; los segundos, en cambio, remiten a grandes categorías sociales a las que puede pertenecer el individuo, como son los grupos de edades, género, clase, organización, intereses, entre otras variables clasificatorias (Goffman, 1979, p. 195). Estas condiciones son las que permiten organizar tipos que pueden ser comparados en este estudio. Construir estos tipos es un subproducto de esta investigación.

      En relación con los aspectos morales es preciso dejar sentado que, en su calidad de actuantes, las personas se interesan por mantener la impresión de que actúan conforme a las normas vigentes y por las cuales son juzgados ellos y sus productos. Ningún individuo reconoce abiertamente que infringe normas, que pretende hacerlo o que de forma hipotética podría desembocar en hechos de infracción; más bien, si está inclinado a hacerlo o sabe que lo podría hacer, prefiere dejar la apariencia de su rectitud y de su sana orientación. En caso de ser reconocido como infractor, hace los esfuerzos necesarios para elaborar una justificación que le permita lavar su imagen ante los demás. A los individuos no les interesa tanto que se vea el cumplimiento de la norma como un deber moral, sino más bien pretenden manifestar la impresión de que se encuentran ubicados claramente dentro de tales normas. Para lograrlo, orientan su conducta para


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