Familias en la modernidad: una mirada desde Villavicencio. Milcíades Vizcaíno Gutiérrez

Familias en la modernidad: una mirada desde Villavicencio - Milcíades Vizcaíno Gutiérrez


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solamente para efectos estadístico-censales, sino que connota un concepto usado en ciencias sociales, referido a la convivencia en un espacio concertado por relaciones de consanguinidad o afinidad e interés personal. Por lo general, quienes apelan a los datos estadísticos del dane asumen el concepto que está subsumido en ellos.

      La Constitución Política colombiana ha declarado que la familia es la institución básica y núcleo fundamental de la sociedad (República de Colombia, Constitución Política, 1991). La definición es vista desde la función que ejerce respecto de la sociedad, no en tanto lo que ella es en sí misma.

      Una definición de familia que circula a lo largo de América Latina es aquella que la describe en sus elementos. Estos son:

      La familia es un grupo de personas unidas por vínculos de parentesco, ya sea consanguíneo, por matrimonio o adopción que viven juntos por un periodo indefinido de tiempo. Constituye la unidad básica de la sociedad.

      En la actualidad, destaca la familia nuclear o conyugal, la cual está integrada por el padre, la madre y los hijos a diferencia de la familia extendida que incluye los abuelos, suegros, tíos, primos, etc.

      En este núcleo familiar se satisfacen las necesidades más elementales de las personas, como comer, dormir, alimentarse, etc. Además se prodiga amor, cariño, protección y se prepara a los hijos para la vida adulta, colaborando con su integración en la sociedad.

      La unión familiar asegura a sus integrantes estabilidad emocional, social y económica. Es allí donde se aprende tempranamente a dialogar, a escuchar, a conocer y desarrollar sus derechos y deberes como persona humana. (Biblioteca del Congreso Nacional de Chile, 2012)

      Esta definición descriptiva es relevante porque reúne elementos que hacen un consenso no solo entre analistas, sino que ha sido volcada sobre políticas públicas y se concibe como la “realidad” de la familia. Más que el “hecho” de la familia, la descripción se hace sobre el “deber ser” de esta. Cuando no se diferencian los planos ideal y real, se les puede confundir como si representaran el mismo objeto, lo cual es una rotunda equivocación bastante usual cuando se plantean temas relacionados con la familia. Como una ilustración de este riesgo, se trae la definición presentada.

      La pregunta que viene es la siguiente: ¿por qué hemos logrado obtener un consenso sobre la familia en todo el continente latinoamericano y cómo lo hemos hecho? Esto revela que hay circunstancias que nos han llevado a configurar estas representaciones a través de procesos informales, pero eficaces, que tienen repercusiones prácticas. Una de ellas es aceptar que, de hecho, la familia se comporta de acuerdo con los rasgos presentados y, por tanto, cualquier familia debe responder a la función presentada. Lo que es un ideal se ha convertido fácilmente en el supuesto de que así debe ser la realidad. La consecuencia directa es la ruptura entre planos diferentes y la imputación vacía de atribuciones ideadas sobre presupuestos que no ocurren en la vida cotidiana. La familia abstracta se ha cargado de funciones, y por eso viene la insatisfacción frente a la institución o a sus miembros a la hora de no contar con referentes empíricos congruentes.

      Los términos cotidianos y superficiales que han presentado el fenómeno son analizados teórica y técnicamente por Pierre Bourdieu. En La dominación masculina, este autor propone hablar de “esquemas prácticos o de disposiciones” a cambio de categorías, cuando ellas designaban, al mismo tiempo, una unidad social y una estructura cognitiva, en conjunto con el vínculo que las une y las pone una al lado de la otra y en relación de necesidad. Cuando se supone, o se plantea implícitamente, la concordancia entre estructuras objetivas y estructuras cognitivas, se pueden olvidar las condiciones sociales de posibilidad. (Bourdieu, 2000b, p. 21)

      Igual concordancia se podría suponer entre la conformación del ser y las formas del conocer, entre el curso del mundo y las expectativas que provoca, es decir, en lo que Husserl describía como “actitud natural” o de “experiencia dóxica”. El trasfondo del asunto se encuentra en la reflexión del mismo Bourdieu cuando se refiere a la “densidad semántica” proveniente de “[…] la sobredeterminación de afinidades, connotaciones y correspondencias” (Bourdieu, 2000b, p. 20). El término familia está cargado de significados hasta tal punto que no se diferencian aquellos correspondientes a la abstracción, al ideal, a los procesos del conocer, de aquellos que se espera que ocurran en situaciones reales y de aquellos que efectivamente se dan en procesos sociales concretos y sobre los cuales hay evidencias empíricas.

      Esta investigación procura estar vigilante para que las concordancias mencionadas se demuestren, si las hay y, de no contar con ellas, se diferencien los campos, y se introduzcan y desarrollen, sobre todo, argumentos que eviten confusiones y que ayuden a dar claridad a las condiciones objetivas de las familias en contextos socio-histórico-culturales específicos, como el de Villavicencio, que se estudia en esta investigación.

      El sociólogo norteamericano Robert King Merton encontró que la investigación de su época, particularmente la investigación en sociología, se caracterizaba por ubicarse en dos puntos de vista, a veces, opuestos. Por un lado, estaban quienes se inclinaban siempre a generalizar sus conocimientos hasta formular leyes sociológicas como su máxima aspiración; por el otro lado, estaban quienes se preocupaban por demostrar sus afirmaciones afinando su objetividad y el no quedarse en la trivialidad de sus observaciones. Estos dos polos creaban tensión y presionaban a los investigadores a definir su lugar en la contienda (Merton, 1980, p. 161).

      Para el primer grupo, el lema fundamental es “no sabemos si lo que decimos es verdad, pero por lo menos es importante”. Para el segundo grupo, el lema es “esto es demostrable, pero no podemos demostrar su importancia”. Son lemas contradictorios, pues se tomaron como polos opuestos en algún momento de la tensión en la historia de la sociología, en especial en los Estados Unidos. Sin embargo, el mismo Merton encuentra que no necesariamente son posiciones contradictorias. De hecho, las generalizaciones pueden ser moderadas por observaciones disciplinadas; las observaciones rigurosas y detalladas, y no tienen por qué ser triviales, sobre todo cuando son pertinentes para la teoría.

      El argumento concluyente de Merton es que la teoría influye sobre la investigación empírica, pero también esta última también contribuye a los avances en la teoría. La tesis central que defiende es que la investigación empírica va mucho más allá del papel pasivo de verificar y comprobar las teorías: hace más que confirmar o refutar hipótesis. La investigación juega un papel activo: realiza por lo menos cuatro funciones importantes que ayudan a dar forma al desarrollo de la teoría: inicia, formula de nuevo, desvía y clarifica la teoría (Merton, 1980, p. 180). La consecuencia de este planteamiento es que el teórico y el empírico aprenden a “trabajar juntos” (Merton, 1980, pp. 161 y 179). Este, al menos, es un ideal. Sin embargo, no siempre ha sido acogido ni desarrollado con sensatez científica. Tal vez por esta razón es que algunos planteamientos derivados de trabajos importantes han sido objeto de descuido y no han tenido las repercusiones que hubieran podido tener en la investigación.

      El estudio sobre la familia ha mostrado diversas orientaciones en cuanto ha explorado múltiples caminos en la generación de conocimiento hoy disponible. A partir de las ciencias sociales, los desarrollos disciplinares y las miradas interdisciplinarias se ha contribuido a solidificar sistemas de interpretación que pueden ser convertidos en política, en formas de acción e intervención y, en todo caso, en una mejor comprensión de esta institución social en los imaginarios sociales y culturales.

      El núcleo de este apartado está constituido teóricamente por los sistemas de creencias que se basan en el sentido común y están en conformidad con este. Desde un punto de vista analítico, hay una convergencia de lo que ha tenido desarrollo como representaciones colectivas y sociales, como actitudes, como creencias y sistemas de conocimiento en la cotidianidad, como imaginarios y como construcción de imágenes sociales y culturales traducidas a lenguaje y a comportamientos sociales. El objetivo que tiene esta parte es presentar un marco desde el cual comprender una dimensión de la familia que ha sido poco explorada, como es la construcción de imaginarios arrancados de la cotidianidad de quienes intervienen como sujetos sociales.


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