Familias en la modernidad: una mirada desde Villavicencio. Milcíades Vizcaíno Gutiérrez
las demás.
Otro estudio más cercano a nuestro medio colombiano y latinoamericano es el que hacen Cecilia Kaluf y Marta Maurás sobre las políticas públicas relacionadas con las familias. En un capítulo inicial, ellas presentan los enfoques disciplinarios usados en América Latina y el Caribe cuando emprenden estudios sobre la familia. Toman como referencia cinco puntos de vista, los cuales pueden ser tomados para un estudio puntual u otro con cobertura más amplia. Estos son el histórico-social, el económico-laboral, el jurídico-legal, el psicológico-educativo, el cultural y el ético-religioso. Finalmente, las autoras llegan a algunas conclusiones que les sirven de puente para plantear el tema central de su trabajo, que es el relacionado con las políticas públicas sobre las familias (Kaluf y Maurás, 1998). Por tanto, el interés de las autoras es conectar los puntos de vista con las políticas públicas.
Los estudios sobre familia
La familia ha sido estudiada en Colombia y en América Latina. El estudio sobre familia en Colombia ha sido un tema recurrente desde la década de 1960, en la literatura sociológica, histórica, antropológica y psicológica. El asunto sigue en la preocupación de los investigadores por cuanto la noción de familia tiende a evaporarse y a adquirir significados nuevos, no necesariamente anclados en las connotaciones de hace apenas unas pocas décadas (Beck-Gernsheim, 2003b; Puyana y Ramírez, 2007). La realidad muestra desarrollos frente a los cuales los conceptos se han rezagado.
Varias investigaciones de cobertura nacional han tomado en cuenta en su trayectoria funciones, transformaciones, problemas y alternativas que han surgido a lo largo de los años, como queda demostrado en la extensa literatura existente (Bernal, 1986; Bonilla, 1981, 1985; Bonilla et al., 1999; Deere y León de Leal, 1982; Echeverri De Ferrufino, 1981, 1984, 1987; Gómez, 1977; Guerrero de Molina, 1977; Gutiérrez de Pineda, 1962, 1968, 1975, 1987, 1988; Icfes, 1983; León de Leal, 1977, 1987; Rico, 1985; Umaña, 1996, 1997, 1998; Viveros, 1993; Zamudio y Rubiano, 1995). Todos estos estudios han permitido acceder a un conocimiento que ha circulado en la literatura de las ciencias sociales en Colombia. Otros trabajos se han centrado en regiones específicas en las cuales han encontrado particularidades respecto de las grandes tendencias nacionales. Sobre este particular también existe literatura producida por científicos sociales (Gutiérrez de Pineda, 1987; Mosquera, 1985; Ogliastri y Camargo, 1995; Urrego, 1997).
Los estudios sobre familia han mostrado dinámicas que corresponden a prioridades distintas. En un periodo de tiempo se consideró a la familia como el núcleo de la sociedad, su célula básica, de la cual dependían las demás organizaciones humanas. La familia era, en consecuencia, la encargada de recibir a las nuevas generaciones, prepararlas para la vida en sociedad y proyectarlas para que asumieran una responsabilidad esperada por las funciones políticas y públicas requeridas, conforme al modelo de funciones ideado para comprender los diferentes sistemas en los cuales se ven involucrados los humanos de acuerdo con la cultura y las organizaciones sociales.
Más adelante, la familia se concibió como una organización en crisis. La enfermedad era tan grave que acarreaba males para el resto del organismo social. Por eso había que pensar en el sustituto para que las funciones esperadas e incumplidas por la familia pudieran ser reemplazadas por otro tipo de institución social que hiciera sus veces, y satisficiera de forma similar, o superior, las expectativas fraguadas por el conjunto social. Si había problemas en la sociedad o malestar en la cultura, la imputación había que llevarla a la institución familiar que pasaba por una crisis irreparable.
A la consideración sobre la crisis de la familia, sobrevino la idea de que la familia solo puede ser sustituida por sí misma. En consecuencia, si la familia tiene problemas, también tiene que buscar sus propias soluciones, porque la sociedad no puede cargar indefinidamente con la zozobra de que su núcleo básico se agote y tampoco puede caer en el vacío. En consecuencia, hay que dar toda la atención y el cuidado a la familia, no solamente para que se recupere, sino para que cumpla las expectativas que se la han confiado.
Con estos antecedentes llegamos a un punto en el cual se valora sustantivamente la familia por cuanto ella es la depositaria de los afectos; es la fundadora del primer capital social de las nuevas generaciones; conforma el primer capital cultural que incidirá en eventos futuros de los individuos y de sus agrupaciones sociales; cimentará las bases de una salud mental sana que permita a los individuos comprenderse a sí mismos y a los demás e intervenir activamente en una democracia abierta, participativa y deliberativa. Si todo esto no se inicia y se consolida en la familia, muchos de los problemas sociales, psicológicos y de convivencia humana se desarrollarán con la ausencia de los elementos básicos para enfrentarlos saludablemente.
Estos cuatro párrafos marcan grandes énfasis que han mostrado los estudios sobre familias y que reflejan, por su parte, las problemáticas que se presentan a los investigadores en cada periodo de la sociedad y de sus avatares cotidianos. Entretanto, la vida sigue y los estudios sobre familia se tropiezan con ambivalencias que es necesario resolver antes de entrar en el meollo de los problemas que aborda esta investigación. Una primera dificultad se refiere al contenido conceptual del término “familia”. Es aceptado que “familia” “[…] incorpora una multiplicidad de formas organizativas, de funciones y de relaciones, de acuerdo con los distintos ciclos vitales, y según la ubicación del grupo familiar dentro de la estructura de clases de la sociedad, su momento histórico y su especificidad cultural” (dane, 1998, p. 23).
Esta consideración implica que: a) presenta diferentes formas de organización que la investigación debe determinar en el caso particular que nos ocupa; b) las funciones son variables; c) también son variables las relaciones entre los miembros que la integran; d) los ciclos vitales inciden en la variabilidad de los aspectos anteriores; e) la posición dentro de la estructura social incide, igualmente, en los cambios que presenta un tipo de familia a otro; f) el momento histórico se presenta como variable que es necesario considerar al momento de los análisis, y g) las culturas específicas hacen que las familias presenten cambios. Estos siete aspectos indican parte de la complejidad que representa el estudio de las familias. Por ello, la afirmación de que el término familia es una realidad concreta, pero que está mediada histórica y socialmente en sus estructuras internas resume las características que la hacen variable de un contexto a otro.
A pesar de los cambios, conforme al comportamiento de las variables mencionadas, hay dos constantes que se presentan en las familias. Una de ellas es la relación de parentesco entre los padres y en relación con los hijos. La conyugalidad hace que los integrantes tengan elementos en común que los atan psicológica, social y culturalmente, y les ofrece modalidades de compactación como estructuras sociales. Estas condiciones aseguran que la especie continúe mediante procesos de reproducción de una generación a otra. Esta es la otra característica constante que se encuentra en las familias.
Obviamente, estamos pensando en un concepto de familia generalizado en Occidente, pero que no agota todas las posibilidades que tienen las evidencias empíricas. Más bien se refieren solo a aquellas formas que se han erigido en el “modelo” que ha servido de referente más promocionado y que se presenta como el ideal cultural. Como este estudio mostrará, las estructuras presentan otras alternativas como las familias incompletas, las familias homoparentales o, incluso, las familias individuales que no están llamadas a cumplir con las expectativas presentadas y que socialmente reclaman el privilegio de ser denominadas familias.
La “familia de residencia”
Los estudios sobre la familia en Colombia se han desenvuelto en tres grandes etapas que marcan un largo camino de vigencia. Una primera etapa fue aquella de las “tipologías” que tenía interés en las estructuras y composición de las familias como una manera de caracterización de las modalidades de esta forma de organización social. La segunda etapa se preocupó por examinar las crisis de las familias, su etiología y las causas y consecuencias de los problemas por los cuales atravesaba en la sociedad colombiana. La tercera etapa presentó un giro hacia los asuntos de la política en las esferas pública y privada; se reconoce el papel fundamental que la familia cumple en el desarrollo de los individuos, en la conservación y reproducción de la especie, y en la urgencia de definir claramente su papel en los servicios colectivos con los cuales está asociada su función en la esfera pública (dane, 1998, p. 15).