Familias en la modernidad: una mirada desde Villavicencio. Milcíades Vizcaíno Gutiérrez

Familias en la modernidad: una mirada desde Villavicencio - Milcíades Vizcaíno Gutiérrez


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      La experiencia directa de los actores sociales, que es privilegiada por Schütz, se da en las relaciones cara a cara, en la cotidianidad. Sin embargo, las tecnologías de las comunicaciones, como la de los celulares o Internet, permiten una relación directa y personalizada; se han encargado de ampliar el rango de las conversaciones y relaciones de persona a persona, y han tomado la denominación de redes sociales. La realidad representada por medios electrónicos forma parte de las vivencias directas de los individuos en su cotidianidad. En uno o en otro caso, el espectro de comunicación se ha expandido en posibilidades para las personas y, al mismo tiempo, se ha extendido el alcance a cualquier lugar del mundo o al universo simbólico construido.

      Las tecnologías han acercado a los seres humanos por encima de las distancias geográficas e independientemente de si hay una relación previa o no en las biografías de quienes se conectan para interactuar. El análisis que estamos desarrollando para el estudio de las familias involucra las conversaciones directas y presenciales, cara a cara, pero también aquellas que están mediadas por instrumentos tecnológicos que permiten el intercambio de información, con las consecuencias que se derivan de estos hechos sociales.

      El carácter y la intensidad de las relaciones entre las personas puede ir en un continuo, desde los encuentros pasajeros y ocasionales hasta la convivencia permanente, que incluye intimidades entre ellas y que afectan su yo y promueven un nosotros con variable estabilidad y profundidad.

      Schütz privilegia la realidad experimentada directamente (umwelt), por cuanto en esta están implicados no solo los actores contactados por los entrevistadores, sino sus “asociados” o personas con quienes establecen relaciones cara a cara. De esta suerte, los entrevistados permiten la entrada a su biografía personal, marcada por sus interacciones con los otros que, a su vez, han entrado en sus vidas.

      En este orden de ideas, la riqueza de los entrevistados está en que ellos cuentan no solo su vivencia personal, sino la convivencia con un “nosotros” del cual ellos hacen parte. Es una relación cercana, próxima, que genera impactos positivos o negativos, cuyas huellas están marcadas en la vivencia. No es, por tanto, un “ellos” lejano, separado de sus vidas, carente de sentido directo, con conectores débiles y, a veces, imperceptibles. En cambio, la convivencia asimila e incorpora a los demás como parte integrante de sus vidas. Pero no es solo eso, también existe la posibilidad de confrontar de tal manera la experiencia de la relación con el otro que se pueden comprobar, sopesar, revisar, replantear o modificar los términos de la interacción sostenida. En otras palabras, el sujeto tiene la posibilidad de evaluar para introducir cambios en sus percepciones y en sus vivencias en relación con los más cercanos a su existencia. Cuando el investigador se acerca a esas experiencias, se encuentra con un mundo modificado, alterado, filtrado por el actor que es contactado para una entrevista. Entonces, la entrevista no establece una relación solamente con una persona, sino con el mundo construido con otros en la interacción intersubjetiva.

      Un aspecto que está presente y que ha de tenerse en cuenta en la investigación, es que las personas y las acciones no necesariamente están tipificadas. Los filtros que ellas han introducido en sus vidas y en sus experiencias directas dan un carácter particular que no está codificado a priori, sino, para decirlo en términos burdos, es una experiencia “bruta”, de primera mano, que debe pasar al examen del segundo nivel de conocimiento. Esta es la tarea del investigador para pasar del primero al segundo nivel, de la espontaneidad a un análisis racional.

      Sobre estos pilares se desenvuelve la argumentación construida a lo largo del estudio sobre las familias. En síntesis, la familia es concebida como una organización social con historia y dentro de ella, e involucrada en un mundo cultural que es precedente respecto de los elementos estrictamente individuales.

      La perspectiva del estudio tiene implicaciones directas. La primera es que la investigación tiene un carácter multidimensional. La multidimensionalidad “[…] es la única posición que puede explicar el mundo social de manera total, coherente y satisfactoria” (Alexander, 1995, pp. 299-300). De manera coherente con este planteamiento de Alexander, se asume el enfoque integrado micro-macro, que se produjo en 1980, y que toma como referencia el continuo objetivo-subjetivo. Entonces, el enfoque toma una dimensión en la perspectiva microscópica-macroscópica y en la otra dimensión la perspectiva objetiva-subjetiva (Ritzer, 1993, pp. 461-463, 609-612). Igualmente, se asume la orientación de Karl Mannheim explicada por él como “investigación integradora”, que consiste en “[…] combinar distintos aspectos del mismo problema no tratados previamente sino en compartimientos herméticos […] La familia, por ejemplo, es una unidad, y su análisis biológico, psicológico, económico, legal o educacional es artificial si procede aisladamente” (Mannheim, 1965, pp. 15-16).

      En consecuencia, los elementos de cada análisis no se toman de forma aislada, sino que se comprenden dentro del marco descrito, de tal manera que con ello se supera el fraccionamiento y las miradas unilaterales, que difícilmente ayudan a comprender la familia como una institución compleja en medio de los profundos cambios que presentan las sociedades en la actualidad. Parte de la complejidad del estudio sobre la familia se encuentra en las definiciones, o conceptos orientadores, que se emplean para referirse a esta. Por esto resulta pertinente entrar a este mundo de los conceptos que la definen.

      De acuerdo con el criterio de trabajo presentado, es clave comprender el significado que tienen los conceptos y definiciones que circulan sobre la familia en textos relacionados con esta. Las definiciones no solamente se refieren a los conceptos, sino también a las formas como se da en la sociedad este tipo de organización, y cómo se relaciona con las funciones que cumple en esa sociedad. En general, podemos afirmar que las definiciones sobre familia van en alguna de tres direcciones, pero que ninguna de ellas es lo suficientemente abarcadora que permita presentar de forma integrada las tres líneas propuestas como criterio de este estudio. Estas tres líneas son: a) la que está centrada en las relaciones estructurales entre familia, grupo doméstico y parentesco, tal como es concebida, en general, por enfoques antropológicos; b) la que se orienta a la comprensión de la constitución de la familia, del matrimonio y del posterior nacimiento de los hijos, y c) aquella que se refiere a las funciones y actividades de los cónyuges en sí mismos y en las relaciones entre familia y sociedad. En este estudio se tienen en cuenta estos tres aspectos y, por tanto, se los encuentra desarrollados en los diferentes apartados del texto presentado. La razón de acoger estas tres dimensiones es que en ellas se presentan cambios y transformaciones en los años recientes, dado que este es el objeto central del estudio.

      Los estudios sobre la familia que se han realizado en América Latina y el Caribe provienen de la década de 1950. En esa época comenzaron a tener aceptación políticas internacionales alrededor del tema de la fecundidad, de la fertilidad humana y de la procreación de la población. Como muchas reformas e innovaciones en la región, el origen de estos estudios es netamente exógeno y se encuentra ligado a los temas del desarrollo, de la industrialización y de la urbanización, fenómenos recurrentes promovidos por organismos internacionales como las Naciones Unidas, el Programa de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), el Programa de las Naciones Unidas para los Asentamientos Humanos (Habitat) y organismos regionales como la Organización de los Estados Americanos (oea). Este impulso inicial toma velocidad y fuerza en los años 1970, motivado por las mismas consideraciones, pero con otras adicionales, como la superpoblación de centros urbanos en relación con los servicios demandados, con la capacidad del Estado para responder a ellos y la potencialidad o limitaciones de disponer de un volumen de población sin empleo frente a las políticas de pleno empleo y de progreso sostenido, para dar el salto al lugar ocupado por los países desarrollados. Directa o indirectamente el tema de la familia estaba presente y había que incorporarlo a los planes de desarrollo de las administraciones gubernamentales de los diferentes países de la región latinoamericana y del Caribe.

      Dentro de estas preocupaciones centrales, una definición que ha hecho tradición en Colombia es aquella que está involucrada en sus estudios. Uno de estos, y que se hace periódicamente, es el de los censos de población. Desde mediados del siglo anterior, se ha introducido el concepto de hogares particulares para referirse a las unidades de residencia y de convivencia. Así, por ejemplo, en el censo de 1973 se había


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