Familias en la modernidad: una mirada desde Villavicencio. Milcíades Vizcaíno Gutiérrez
de afinidades, connotaciones y correspondencias” (Bourdieu, 2000b, p. 20), que se derivan de los diferentes esquemas de pensamiento que se aplican en su análisis. A medida que corren los años y que los estudios avanzan, el término se hace más complejo y, desde luego, más difícil de descifrar, particularmente cuando se refiere a un espacio social y cultural específico.
El mundo de principios del siglo xxi muestra un caleidoscopio rico en colores y perspectivas, en los cuales está implicada la familia. Se encuentran padres tradicionales que cuidan a sus hijos como a su propia vida, que se esfuerzan por darles lo que requieren para tener éxito en una sociedad cada vez más competitiva y que no ahorran esfuerzo por prolongar su existencia en esos hijos. En el mismo escenario están los padres que procrearon hijos y que no hacen vida conyugal porque cada quien ha elegido su camino por cuanto la relación no fue duradera y no aseguró la convivencia de pareja. También están los padres de diferente sexo y las parejas del mismo sexo que aspiran a ser reconocidos socialmente como las demás con el argumento de su decisión y del libre desarrollo de su personalidad como opción personal. Algunos de ellos van hasta apropiarse del concepto de matrimonio, que les daría la posibilidad, no solo de heredar bienes, sino de la adopción y de las consideraciones que envuelven a una “familia” como las demás. Allí están los padres o madres que son “cabeza de hogar”, que velan por sus hijos con la pareja ausente. También se encuentran las uniones consensuadas que se juntan a decisión de sus integrantes en el momento en que lo desean, pero que no conviven “bajo un mismo techo”, sino que cada quien organiza su vida conforme a sus determinaciones.
La realidad de la función de padre o de madre, de cónyuge o de yerno o nuera, de suegro o suegra, de tío, tía, cuñado o cuñada se ha modificado en el trascurso de los años. Los hijos, “los suyos y los nuestros”, cuentan con referentes distintos debido, en gran parte, a las familias constituidas en el pasado. La apelación a funciones complementarias ha sufrido cambios que han roto la direccionalidad convencional. El escenario está enriquecido en la actualidad por las formas y por la intensidad de las relaciones. Al lado de las familias nucleares también se encuentran las familias extensas con las recomposiciones que el tiempo impone. Asimismo, están las familias incompletas, las familias biparentales, las monoparentales, las multiparentales y las homoparentales, que disuelven el concepto conyugal y las relaciones tanto parentales como filiales en una secuencia ascendente o descendente, de orientación o de procreación (Parsons, 1998, pp. 33-34).
La exploración de los ancestros familiares en el continente americano, y en particular en Colombia, cuenta con investigaciones que han tenido amplia divulgación y aceptación, no solo como medios para consolidar el conocimiento sobre el tema, sino como orientación para la acción. Uno de ellos, pionero y orientador, es el de la antropóloga colombiana Virginia Gutiérrez de Pineda (1962). El estudio es una primera publicación de un proyecto mayor realizado en colaboración internacional entre 1958 y 1961 sobre el cambio social y religioso en América Latina, bajo la dirección de François Houtart, con financiación de la Homeland Foundation. En la investigación participaron centros existentes en Latinoamérica, de Argentina, Brasil, Chile, Colombia, México y Paraguay y europeos, de Bélgica y España. Asimismo, se conformaron grupos de investigación en países como Bolivia, Costa Rica, Ecuador, Guatemala, Haití, Honduras, Islas de Martinica y Guadalupe, Jamaica, Nicaragua, Perú, República Dominicana, El Salvador, Uruguay y Venezuela. La cobertura, financiación, concepción y orientación del trabajo investigativo no tienen precedentes ni tampoco han sido replicadas en años posteriores. Fue un trabajo multisitio con un diseño unificado, pero abierto a captar especificidades sociopolíticas y culturales, estas implicaciones hacen de este esfuerzo un hito en la investigación en América Latina. El estudio sobre la familia es una de las expresiones del cambio social y religioso que constituyen el núcleo de la investigación en un país latinoamericano. Su planteamiento original incrusta el tema de la familia en la historia del país, y, desde allí, proyecta hipótesis novedosas que no quedan en este trabajo, sino que abre perspectivas a nuevos esfuerzos de investigación desarrollados posteriormente por la autora (Gutiérrez de Pineda 1962, 1968, 1975) y por otros investigadores.
El anudamiento de tres elementos heterogéneos como son el mundo americano, el español y el africano constituyen la materia de análisis e interpretación. La conclusión va al principio de la obra: la familia colombiana es el resultado de la mestización biológica y cultural que no se manifiesta homogéneamente, sino que presenta variantes diversas de acuerdo con las fuerzas regionales que configuraron los ambientes locales. El estudio pasa una mirada por el legado de cada uno de los mundos, americano, español y africano, para puntualizar la herencia que dejaron en lo que la autora denominó “complejos culturales” (Gutiérrez de Pineda, 1962, pp. 19-46; 1968). Hecha la conclusión de esta manera, queda pendiente dilucidar cómo ocurrió el proceso y cómo operaron los factores sociales y culturales para generar el resultado.
En relación con la región llanera y, específicamente, con la familia en el departamento del Meta, no hay estudios significativos. Solo aparecen menciones fugaces de algunos datos en informes de entidades gubernamentales o en estudios que tienen otros objetivos. Estas investigaciones han sido tomadas como referentes para el desarrollo de este estudio, por cuanto su información resulta de interés para vincularla con otros estudios nacionales o extranjeros.
El mundo social de la vida cotidiana
Los individuos despliegan sus vivencias y pueden referirse a ellas con el conocimiento que la cotidianidad utiliza para compartir el mundo de unos en relación con otros. La realidad social de primer nivel se encuentra en la vida cotidiana como conocimiento de sentido común, de acuerdo con Alfred Schütz (Berger y Luckman, 1998; Schütz, 1972; 1974; Schütz y Luckman, 1977). Desde esa realidad cotidiana se ven los individuos y ellos se entienden también en relación con la sociedad de la cual forman parte, para comprender lo que les sucede en su esfera íntima, en sus experiencias de compartir la vida con otros y en el ámbito más amplio de la sociedad.
Los científicos sociales toman esa realidad de primer nivel y construyen sobre ella conceptos y relaciones que los llevan a una sistematización de segundo nivel en el campo de las teorías y paradigmas. Su pregunta orientadora es “¿qué significa el mundo social para el actor involucrado en ella y que es observado por otros?”. La respuesta del actor directo se plantea a partir del sentido común alimentado por sus percepciones, sus concepciones y sus orientaciones ideológicas. Descubrir este mundo de la vida cotidiana es materia del científico social, que se acerca a la realidad primaria y la asume como base de sus formulaciones. Los trabajos de campo constituyen las oportunidades de establecer contactos e interacciones de los investigadores con los integrantes de las familias para escuchar sus representaciones, experiencias o ideales acerca de esta forma de organización social.
El investigador recoge la información primaria y la analiza como una preinterpretación del mundo cotidiano. Las categorías, modelos o guías de procedimientos usados en las ciencias humanas son construcciones de segundo grado. Alfred Schütz, en un nivel microsocial, construyó cuatro reinos diferentes para diferenciar formas de vinculación a la vida en sociedad. Son abstracciones sociales que se diferencian por la “inmediatez”, es decir, por el grado de alcance que tienen los individuos y por la “determinabilidad”, que significa el poder de control sobre las situaciones en las cuales se ven involucrados. Los cuatro reinos son la realidad social directamente experimentada (umwelt), la realidad social indirectamente experimentada (mitwelt), el reino de los sucesores (folgewelt) y el reino de los predecesores (vorwelt).
Es pertinente aclarar que el sentido común acerca de la vida cotidiana tiene alcance directo sobre las experiencias directas y, en algún grado, sobre las indirectas. Pero en relación con los sucesores y los predecesores no resulta tan obvio extraer de los actores directos información relacionada. Sin embargo, los rasgos están presentes en las construcciones de primer nivel, y corresponde al analista identificarlas mediante su análisis y conocimiento, más allá del sentido común y más allá de los hechos mismos. Para el caso del estudio sobre las familias, las entrevistas en profundidad, las historias de vida y las narraciones directas de las personas contactadas proporcionan una información claramente referida a las experiencias directas de ellas mismas e indirectas, de personas que ellas conocen y que les han contado sus vivencias en la cotidianidad de los contactos