Familias en la modernidad: una mirada desde Villavicencio. Milcíades Vizcaíno Gutiérrez

Familias en la modernidad: una mirada desde Villavicencio - Milcíades Vizcaíno Gutiérrez


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en las familias de este poblado, que luego se convirtió en ciudad. Los cambios van desde la presencia de comunidades indígenas, pasa por el descubrimiento y la colonización española, y llega hasta el periodo de la república colombiana independiente que continúa hasta nuestros días. Para este estudio se toma como línea de base el final de la década de 1940 hasta la actualidad. El tramo temporal, en consecuencia, cubre los sesenta y seis años recientes. Sin embargo, para comprender la línea de base es necesario explicar los antecedentes que marcaron los grandes cambios en la trayectoria histórica, así sea de forma general.

      En este trayecto se desarrolla la idea de travesía, que implica la coexistencia del pasado en el presente y del presente construido por el pasado y desde este. Es el tránsito por lo que es desconocido; es una aventura por descifrar en el camino; es una exploración sin referentes previos, y es el abandono del pasado que resulta obsoleto, insatisfactorio e irrelevante porque no ha dado las respuestas satisfactorias que se esperaban. Es la proyección de una frustración y la expectativa de un mañana reparador en su paso y asimilación de la modernidad.

      Aquí nos encontramos conceptualmente con la idea de modernidad, la cual cada vez más resulta ser un término huidizo, una noción evasiva que no concreta referentes claros. La modernidad inició como una categoría definida y precisa, cuyo contenido convocaba a la univocidad. Era a partir de su despertar en el Renacimiento, que pasaba por la revolución científica y técnica, en el cual se cargaba de más significados concretos. Era una perspectiva hacia el futuro que renunciaba a los avatares del pasado, en la medida en que superaba sus limitaciones con la convergencia de la técnica, la tecnología y la ciencia. Por todo lo anterior, llamaba a las ilusiones, a las esperanzas y a las expectativas de que el mundo construido sería la gran solución a las frustraciones del pasado.

      No todo se cumplió, sin embargo: quedaron muchas preguntas con escasas respuestas. Entonces se pensó en la necesidad de actualizar la modernidad, de repensar sus cimientos y se propuso formular una nueva ruta en la construcción de la sociedad vivible para los seres humanos. Se pensó en una modernidad tardía o en una remodernidad. Incluso algunos niegan la modernidad: esta nunca existió, es decir, nunca fuimos modernos (Latour, 2007).

      Hoy la modernidad se ha puesto de “moda”. Sin embargo, aquí no se usa como en la moda; más bien el término y el contenido de “modernidad” equivalen a sorpresa, a descubrir lo nuevo, a identificar saltos en relación con el pasado, a encontrar retos para descifrar y a demostrar la capacidad humana para sobrevivir en medio de los cambios, como cuando las familias de Villavicencio se encontraron, en su proceso histórico, con una modernidad que no fue gestada por la ciudad ni por su organización social, sino que, vino de fuera y se impuso sin pedir permiso, y se quedó con la fuerza de sus influencias múltiples.

      Sin saberlo claramente, las familias son las protagonistas de cambios que no controlan, pero que se producen, en los que están involucradas aunque no tienen conciencia clara, en los que desarrollan sus vidas sin que orienten su creatividad para encontrar un mejor horizonte. Estas no saben leer la modernidad, pero se encuentran imbuidas en esta; no saben descifrar sus indicadores, pero alcanzan a superar sus obstáculos; no saben reconocer las continuidades y las discontinuidades, pero sus vidas transcurren en medio de grandes sobresaltos.

      La modernidad obliga a tomar posición, en algún momento, con respecto al futuro; nos permite entender la historia como creación y como autoinstitución. Pensar la modernidad es reconstruir el escenario que fue y el que es con cara al futuro; es hacer un balance y una rendición de cuentas para resignificar y revalorar la cultura.

      A pesar de los errores y fracasos de la modernidad, esta investigación argumenta a favor de un mundo positivo, en el cual se descifra el camino como una posmodernidad constructiva o una modernidad desarrollada tardíamente, es decir, como remodernidad. Con estos términos se quiere mostrar que la historia no ha llegado a su fin, no está cansada ni derrotada, más bien se abre a horizontes nuevos que están en marcha. Estos se deben ver como salidas a una modernidad que no alcanzó a resolver todas las incertidumbres, pero que toma un aire nuevo para continuar y prediseñar un horizonte más optimista para los seres humanos.

      Como el descubrimiento de América significó una apertura a mundos desconocidos para la Europa del siglo xv, así la revolución científica y técnica actual rompe con el pasado y voltea los ojos hacia el devenir, en una nueva historia con el “otro” hasta ahora desconocido o vilipendiado. Muy pronto viene la Reforma, que pone en entredicho la institucionalidad católica y promueve una interpretación individual y directa de la Biblia. Asimismo, se desarrolla la individualidad para el arte, la literatura, la creación y los inventos; se replantea la democracia en el poder político desde la Revolución francesa y las independencias para configurar los estados-nación. En realidad son dos modernidades, una de la racionalización y otra de la subjetivación, con sus referentes en el Renacimiento y en la Reforma protestante. La investigación que está detrás de este texto retoma la modernidad en su primera versión para trasladarse luego a una segunda modernidad que es la actual.

      Esta no es la investigación realizada con auspicio financiero de Corpometa y del Conadi (Consejo Nacional para el Desarrollo de la Investigación) de la Universidad Cooperativa de Colombia; es un análisis sobre la investigación desarrollada y a partir de esta se construye este estudio por cuanto aprovecha la información procesada para cumplir sus objetivos, pero va más allá de este en varios sentidos. En primer lugar, no se detiene en los datos recaudados para la investigación referida. Un informe de investigación sobre el proyecto desarrollado da cuenta de los objetivos planteados frente a la metodología y las técnicas utilizadas y el acervo teórico propuesto desde el proyecto inicial. En segundo lugar, este libro desborda los objetivos trazados en el proyecto original y en el informe académico de ejecución del proyecto, por cuanto supera el análisis local referido a Villavicencio y lo pone en un ambiente teórico reconocido como modernidad globalizada. En tercer lugar, el escenario ubicado en la ciudad se remonta a otro, que es Villavicencio, obviamente que sí, pero en el contexto de la modernidad, que constituye el ambiente desde el cual se estudian los procesos de cambio de las familias de la ciudad. En cuarto lugar, el escenario construido permite comprender de forma más acabada, completa y convincente intelectualmente lo que ha ocurrido con las familias en su devenir en los sesenta años recientes de la historia de la ciudad y de Colombia, en el contexto latinoamericano y mundial. En quinto lugar, las familias actuales de la ciudad no se han quedado en el territorio de la localidad, sino que participan de la cultura transnacional; el nuevo escenario dibuja, al mismo tiempo, las dos perspectivas de la localidad y de la globalidad atadas indisolublemente.

      El libro propone una travesía por la modernidad que no implica un proceso pasajero, circunstancial, efímero, volátil y, por tanto, de baja significación. Al contrario, la travesía ha dejado huellas profundas porque no ha actuado como un elemento externo, como algo postizo y advenedizo, sino que ha involucrado toda la estructura social y cultural y, desde luego, a las instituciones sociales, entre ellas las familias. Los individuos, las personas que hacen parte de las organizaciones formales o informales de la vida cotidiana, han entrado en la modernidad sin haber tenido conciencia de ello necesariamente. Estos han sido llevados, transportados o involucrados sin permiso ni licencia, sin una inducción previa, sin advertir los caminos que siguen ni las consecuencias de encontrarse inmersos en sus dinámicas.

      La tesis central que se quiere sustentar es que a Villavicencio llegó a la modernidad como algo externo, no generado por su interioridad ni provocado por algún liderazgo propio. Más bien, la modernidad invadió la ciudad y sus habitantes, y logró que ellos fueran parte integral de ella de una manera inconsciente, no provocada ni planeada, hasta el punto de que, aún hoy, pocas personas tienen conciencia de lo que ha ocurrido, porque fue el resultado de un proceso social y cultural no controlado ni buscado por los integrantes de la ciudad, llámense instituciones, organizaciones o personas.

      Las tesis derivadas se refieren, en específico, a lo siguiente: las familias se transformaron a medida que la modernidad hacía su tránsito por los habitantes de la ciudad; sus estructuras variaron significativamente respecto de las anteriores; los integrantes de las familias asimilaron de manera distinta sus funciones; el patriarcado se debilitó de forma sustancial; hubo una gran reducción de la fecundidad; sus valores culturales fueron traducidos en nuevas formas de institucionalidad


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