Ideología y maldad. Antoni Talarn

Ideología y maldad - Antoni Talarn


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legitimada, que no legítima.

      Tampoco es delito la violencia que se da entre ciertos deportistas, cuyas acciones claramente hostiles y antideportivas no tienen ninguna sanción penal, cuando las mismas acciones sí serían legalmente punibles en caso de darse en otro contexto. De modo incomprensible en la actualidad, los deportistas profesionales —así como los militares y la Iglesia Católica— poseen su propia legalidad, como si las leyes y sanciones de la población general no fuesen válidas para ellos. Situación que permite y fomenta todo tipo de abusos, desmanes y encubrimientos10, amén de ser claramente antidemocrática.

      Conclusión: lo que es o no delito varía según la ley en la que se inscribe y, en consecuencia, podríamos decir, forzando la argumentación, que el origen del delito es la ley. En la España franquista era delito ser homosexual y en la actual es delito la homofobia. En la España actual puede considerarse un delito de odio expresar críticas al monarca o la policía. En la Rusia de Putin rige una ley que despenaliza la violencia machista, siempre que el agresor no sea reincidente en un plazo de un año. Así, las agresiones que causen dolor físico, pero no lesiones, y dejen moratones, arañazos o heridas superficiales a la víctima no serán consideradas un delito criminal, sino falta administrativa.

      Como puede observarse, las legalidades vigentes, aquí y allá, de poco nos servirán para reflexionar y estudiar el tema del mal, puesto que las mismas reflejan algo enteramente temporal y contingente.

      E. Crueldad

      ¿En qué consiste la crueldad? ¿Cómo diferenciarla de la violencia?

      Montaigne (1580) vinculaba la crueldad con el deleite del espectador. Por su parte, Schopenhauer (1819), el gran filósofo del pesimismo crítico, apuntaba en el mismo sentido, y sugería que la crueldad es el sufrimiento ajeno vinculado con el deleite del que lo inflige. Ideas que han llevado a algunos autores a definir la crueldad como la «violencia por la violencia», siendo el sufrimiento del otro un fin en sí mismo, sin mayores consideraciones (Wieviorka, 2003).

      Obviando, por el momento, las motivaciones de la crueldad, coincidimos con Mosterín cuando la define como:

      […] el maltrato doloroso e intencional de una persona o de un animal indefenso, alargando o incrementando su dolor sin necesidad alguna. Este aumento deliberado e innecesario del sufrimiento de la víctima es la esencia de la crueldad11.

      Basándonos en este autor, proponemos definir la crueldad como:

      […] una violencia extrema, desmesurada, innecesaria12 y persistente, aplicada sobre un ser indefenso, que pretende el aumento y la prolongación de su sufrimiento.

      De lo expuesto anteriormente se deriva que toda crueldad es violencia pero no toda violencia es cruel. Por ejemplo, si nos referimos a una muerte violenta, un asesinato, pongamos por caso, veremos que se puede matar con o sin crueldad13. En ocasiones, la muerte es el escape de la crueldad, ya que la misma clausura la agonía de la víctima.

      Del mismo modo se puede ejercer la crueldad sin llegar a matar, aplicándola con una lógica que veremos en los capítulos de la segunda parte de este texto.

      La crueldad es un asunto exclusivamente humano. No solo porque la hemos vinculado a la violencia, sino porque su existencia en el mundo animal es anecdótica. Los animales no pueden imaginar ni disfrutar con el padecer de sus víctimas. Si el gato, a veces, juega con el ratón antes de matarlo y devorarlo se debe a mecanismos relacionados con la depredación, no con el incremento intencional del sufrimiento del desdichado roedor.

      Para terminar, se hará necesario insistir en una cuestión: la crueldad no es propia de patología mental alguna o exclusiva de seres que quisiéramos creer que son monstruos. La crueldad es una condición potencial de cualquier sujeto (Bezerin, 2010). Aunque esta parece ser una afirmación muy rotunda, creemos que la lectura de nuestro texto así lo demuestra, porque independientemente de los conflictos, las alteraciones psicológicas o la personalidad de cada cual, la crueldad se puede verificar, o no, en función de condiciones sociales y culturales determinadas, como veremos más adelante.

      2. Las tipologías de la violencia

      Las clasificaciones sobre los diferentes tipos de agresión y violencia son innumerables; demuestran que son conceptos tan estudiados como confusos. Muchas de estas categorizaciones mezclan variables presentes en la conducta agresiva y violenta, como las motivaciones, las consecuencias o los entornos en los que se producen, y, por ello, no es extraño que se den solapamientos entre las diversas ordenaciones.

      Clasificaciones de la agresión existen muchas (Archer, 1988; Brain y Benton, 1981; Moyer, 1987) y basadas en criterios muy diversos, pero no podemos revisarlas aquí por cuestiones de espacio. Además abundan términos como agresión simbólica, mediática, institucional, patológica o gratuita. Por ejemplo, desde la antropología filosófica se distingue entre «agresión bárbara» y «civilizada» (Fernández, 2003). La etología (Lorenz, 1963) singulariza la «agresión intraespecífica» y la «interespecifica». Como psicoanalista, Fromm (1973) hizo célebre la distinción entre «agresión benigna» y «maligna». Por nuestra parte dejaremos de lado las diferentes tipologías de la agresión14 y nos concentraremos en las que hacen referencia a las de la violencia.

      Sanmartín nos ofrece el catálogo más completo que hemos sido capaces de hallar, clasificando la violencia en función de diferentes variables. Aquí lo resumimos con ligeras modificaciones.


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Tabla 1. Tipologías de la violencia
Criterio de clasificación Tipología Descripción
Conducta Activa Acción directa.
Pasiva Por omisión de una acción. Negligencia
Tipo de daño Físico Acción u omisión que causa daño físico.
Emocional Idém que causa daño psicológico.
Sexual Todo comportamiento en que una persona es utilizada para obtener estimulación o gratificación sexual.
Económico Utilización ilegal o no autorizada de los recursos o propiedades de una persona.
Tipo de víctima Mujeres Acción u omisión dañina para las mujeres.
Menores Equivale al maltrato infantil.
Tercera edad Acción u omisión (negligencia) dañina para mayores de 65 años. Puede ser institucional o doméstica.
Escenario Hogar Acción u omisión para los que viven en el mismo hogar, sean o no parientes
Escuela Violencia cruzada entre profesores y alumnos; padres y profesores y los propios alumnos.
Trabajo Acoso sexual y acoso moral (mobbing).
Cultura Acciones u omisiones que dañan a parte de una sociedad y se justifican por tradiciones culturales.