Más de mil pequeñas cosas que hace la gente feliz y exitosa. Marc Chernoff
dos a lo largo de los años). Solo hacía tres años que se habían unido en matrimonio, como almas gemelas que se encontraron después de haber sentido que lo habían perdido todo.
Angel y yo nos pasamos los siguientes días pensando en esa hermosa pareja, en las segundas y terceras oportunidades y en cómo los seres humanos encuentran la motivación para seguir adelante; para seguir amando y continuar viviendo en el presente a pesar del dolor, la aflicción, la desesperanza y el estrés que todos experimentamos inevitablemente en el camino. Nosotros dos * también hemos tenido que lidiar con este tipo de contratiempos.
Nuestra historia
Hace una década, en un período relativamente breve nos encontramos con varias pérdidas y cambios vitales significativos e inesperados, uno tras otro: perdimos a un hermano de Angel que se quitó la vida. Perdimos a nuestro mejor amigo a causa de un paro cardíaco. Apareció la incertidumbre económica cuando uno de nosotros perdió un empleo que sostenía a la familia. Rompimos la relación con un ser querido que nos había traicionado varias veces. Un negocio familiar se vino abajo.
Esas experiencias fueron brutales, y el hecho de que se sucedieran en un corto espacio de tiempo nos dejó fuera de juego una temporada. Por ejemplo, cuando el hermano de Angel murió, afrontar esa realidad mientras apoyaba a su afligida familia le resultó increíblemente doloroso a intervalos. Hubo momentos en los que nos apartamos del mundo y evitamos a los seres queridos que estaban igualmente afligidos. No queríamos lidiar con el dolor, así que nuestra respuesta consistió en huir; encontramos formas de adormecernos con el alcohol y distracciones poco saludables. En consecuencia, enfermamos físicamente mientras el dolor seguía enconándose en nuestro interior.
Nos sentimos terriblemente mal demasiado tiempo. Y alcanzar un estado mental correcto, que realmente nos permitiese seguir adelante en los ámbitos físico y emocional, nos exigió una práctica diligente. Tuvimos que aprender a liberar de forma consciente la mente con el fin de poder pensar con claridad y abrirnos a las oportunidades que había frente a nosotros.
Aprendimos que cuando uno afronta las dificultades con una actitud de apertura, es decir, abierto a los sentimientos y emociones dolorosos que experimenta, no lo pasa bien, pero puede dar un paso adelante. La apertura significa admitir que realmente no sabemos cómo será el próximo paso y nos gustaría entender toda la verdad del asunto. Es estar totalmente presentes y dispuestos a aprender y crecer.
Un paso tras otro
¿Cuál es la forma más sencilla de iniciar este cambio de actitud mental? Emplear pequeños recordatorios diarios.
Se trata de tener muy cerca los pensamientos adecuados, para «tenerlos a mano» cuando sea necesario. En el caso de nosotros dos, sobre todo en los momentos más difíciles, esto significó sentarnos en silencio con nosotros mismos cada mañana y cada tarde y reflexionar sobre lo que necesitábamos recordar. Usamos recordatorios escritos breves, que hemos recopilado en este libro, con esta finalidad. Los hemos llamado mantras, afirmaciones, oraciones o convicciones. Estos recordatorios diarios nos mantuvieron motivados y en el buen camino al ayudarnos a mantenernos firmes y a sostener unos pensamientos apacibles y productivos incluso cuando el caos se adueñó de nuestra vida.
También hemos sido testigos, muchas veces, del poder de esta práctica en la vida de otras personas, a través de nuestro blog, nuestros talleres y una versión anterior de este libro. Hemos escuchado historias potentes de lectores que han lidiado con problemas de salud importantes y otros asuntos potencialmente catastróficos. Sus experiencias constituyen un recordatorio de que incluso cuando unas circunstancias difíciles amenazan con hundirnos podemos mantener la mente centrada en lo positivo y el corazón abierto, e ir poniendo un pie delante del otro para recuperar las piezas, reconstruirnos y luchar con más fuerza y determinación de las que creíamos que podíamos albergar.
Por lo tanto, si actualmente estás inmerso en una lucha, aguanta. A veces, lo mejor que nos puede pasar a la larga es no obtener exactamente lo que queremos en este momento. Haz que el día de hoy suponga el principio de una nueva oportunidad. Tómate tiempo para estar presente contigo mismo. Tómate tiempo para eliminar las viejas expectativas que se interponen en tu camino. Tómate tiempo para amar, reír, llorar, aprender y trabajar en pos de lo que necesitas en este momento. Esperamos que los sencillos recordatorios que contiene este libro te ayuden a encontrar la verdadera paz y a avanzar, sea lo que sea aquello a lo que te enfrentes. Asimila solamente unas pocas páginas cada vez, reflexiona sobre las ideas que te resuenen y ve convirtiéndolas, poco a poco, en rituales positivos.
* Los coautores de este libro (N. del T.).
ABRIR LOS OJOS
HEMOS OÍDO MUCHAS historias conmovedoras de individuos que han cambiado su perspectiva para ver y sentir el amor que los rodeaba, es decir, para experimentar más plenamente la profunda felicidad que ya está aquí, esperando a que accedamos a ella y la vivamos totalmente. Una de estas historias tiene como protagonista a un joven llamado Jaydee.
Cuando era niño, solía pasar los domingos por la mañana con su padre en un muelle de pesca. Pero a diferencia de todos los que iban ahí, ellos nunca pescaban. La primera vez que fueron, Jaydee vio cómo los otros niños, con sus padres, lanzaban sus sedales al agua. Durante horas, él y su padre estuvieron ahí sentados observando, hasta que se fueron sin lanzar ni un solo sedal.
De camino a casa, Jaydee estaba triste y a la vez enojado. Le dijo a su padre que nunca le perdonaría su crueldad por no pescar con él como lo hacían las otras familias. Su padre lo miró, sonrió y le dijo:
–Te quiero, Jaydee. –El niño no dijo nada, y su padre le preguntó–: ¿Viste lo felices que estaban todos los otros niños y niñas? ¿Viste sus sonrisas? ¿Pudiste sentir la felicidad en su corazón?
Tras un momento de silencio, Jaydee espetó:
–¡Me da igual! ¡Solo quiero pescar como todos los demás!
Regresaron al muelle de pesca docenas de mañanas de domingo durante la infancia de Jaydee. En todas las ocasiones vieron a niños y niñas saltando, riendo y alegrándose cuando un pez mordía el anzuelo. Pero ellos siguieron sin arrojar ni un solo sedal al agua; se limitaban a permanecer sentados al final del muelle y observar. El padre de Jaydee nunca le explicó por qué tenían ese comportamiento, pero no necesitó hacerlo. Porque años más tarde, cuando entró en la adultez, Jaydee se dio cuenta de que esas mañanas que pasó sentado en ese muelle fueron las que le enseñaron a amar.
El amor que nos perdemos
No hemos olvidado nunca la historia de Jaydee. Con demasiada frecuencia nos comparamos con los demás y juzgamos cómo «deberían» ser las cosas. Con esta actitud, nos perdemos la forma en que son realmente. Nos perdemos el amor que tenemos justo delante, proveniente de las personas más cercanas y de aquellos a quienes observamos a distancia.
La felicidad que se despliega a nuestro alrededor es una experiencia para admirar y con la que maravillarse. Cuando nos tomamos tiempo para hacer esto, es decir, para ser realmente testigos y escuchar en lugar de mirar para otro lado o juzgar con demasiada rapidez, podemos aprender mucho sobre nosotros, los demás y el amor.
5 rasgos de CARÁCTER que nos hacen felices
CUANDO NOS MIRAMOS en el espejo, a menudo es nuestro carácter (o la falta de él) lo que advertimos más. Pero no