Más de mil pequeñas cosas que hace la gente feliz y exitosa. Marc Chernoff

Más de mil pequeñas cosas que hace la gente feliz y exitosa - Marc Chernoff


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de experiencias de coaching individual a clientes y alumnos, estamos convencidos de que los rasgos que tendrán el mayor impacto en tu felicidad son los siguientes.

      El miedo es el gran ladrón de la felicidad. Se cuela por las puertas cerradas y nos roba la determinación, el compromiso y la capacidad de soportar las dificultades con las que debemos lidiar.

      El valor, por otro lado, es el gran enemigo del miedo. Nos permite salir de nuestra zona de confort, acercarnos a personas y situaciones, acoger la vida tal como se presenta y aceptar el dolor inevitable. Sin el valor, la felicidad es poco más que una ilusión.

      La impaciencia es un gran acosador de la felicidad; la expulsa casi en el mismo momento en que aparece.

      Aprender a aceptar y permitir, ir con la corriente y relajarse un poco, es fundamental para vivir una vida feliz. La impaciencia suele ser la irritación que sentimos cuando percibimos que no tenemos el control. Pero la vida burbujea y borbotea de maneras siempre cambiantes e impredecibles. Sencillamente, no es posible controlarla al cien por cien. Cuanto más tratemos de controlar con precisión el resultado de los sucesos que hierven a nuestro alrededor, más frustrados nos sentiremos.

      Por lo tanto, respira. Relájate. Acepta. Sé paciente. Aprende a aceptar la incertidumbre y hazte amigo de lo impredecible. Deja que la vida ocurra, al menos hasta cierto punto. La encontrarás mucho más hermosa y alegre cuando lo hagas.

      Estar agradecido es percibir lo bueno en medio de lo malo, el color sobre un fondo gris, lo encantador incluso cuando está rodeado de lo feo. Es hacer una relación de todo lo bueno que uno tiene y reconocer lo hermosa que es la vida, incluso cuando no está yendo según lo planeado (podrás leer más a este respecto en el próximo apartado).

      Aprender a estar agradecido requiere ver lo que no siempre está en la superficie. Requiere volver a ejercitar la mente para pensar en los aspectos positivos de la vida; hay que dejar que el agradecimiento impregne la propia manera de pensar y la forma general en que experimentamos la existencia.

      Cuando estamos agradecidos, nuestros problemas no desaparecen; solo pasan a ocupar menos espacio en el corazón, en la mente y en nuestra propia vida.

      Para reconocer el papel central que tiene el amor a la hora de vivir una vida feliz, basta con que te imagines la vida sin que esté presente. Imagina una vida de felicidad llena de odio y desprovista de amor. Imposible, ¿verdad? Cuanto más amor palpite en tu corazón, más feliz y alegre estará este. Cuanto más ames la vida, más te amará la vida.

      El amor pasa por alto las debilidades y no hace caso de las peculiaridades de cada cual. El amor acepta, busca y potencia lo mejor que hay en los demás.

      Las personas que se aferran al dolor, que protegen sus heridas o que buscan vengarse de los agravios de los que han sido víctimas pueden ganar ciertas batallas aquí y allá, pero tendrán perdida la guerra contra la infelicidad incluso antes de empezarla.

      La negativa a perdonar conduce a un encarcelamiento autoimpuesto. Es hora de que nos liberemos dejando que el viejo dolor se disipe en la oscuridad, para que las nuevas oportunidades nos lleven a experimentar una mayor alegría.

      Por lo tanto, ¿has perdonado a tus padres por sus defectos? ¿Has perdonado al matón del patio de recreo o al ex difícil, a tus hijos negligentes o al vecino desconsiderado? Si no lo has hecho, estás rascando tus heridas abiertas, que no pueden más que irritarse, infectarse y supurar.

      Abre tu corazón al perdón. Entonces estará por fin lo suficientemente abierto como para atrapar la felicidad que le corresponde.

      6 MANERAS de ENCONTRAR GRATITUD cuando todo va mal

      EN NUESTRO LIBRO Volver a ser feliz reproducimos esta entrada del diario de la abuela de Marc, del 16 de septiembre de 1977:

      Hoy estoy sentada en la cama del hospital esperando que me quiten los dos senos. Pero, extrañamente, me siento afortunada. Hasta ahora no he tenido problemas de salud. Soy una mujer de sesenta y nueve años que está en la última habitación al final del pasillo, antes de la entrada a la sección de pediatría. En las últimas horas, he visto cómo trasladaban a docenas de pacientes de cáncer con sillas de ruedas y camas plegables. Ninguno de ellos podía tener más de diecisiete años.

      Hace dos décadas que tenemos colgado este texto en el despacho de casa, y sigue recordándonos la práctica de la gratitud tanto cuando el viento sopla a favor como cuando lo hace en contra. Por bueno o malo que sea el día que nos aguarda, hacemos todo lo que podemos por despertarnos agradecidos por nuestra vida, porque otras personas que se encuentran en otros lugares están luchando desesperadamente por la suya.

      Piensa en tu propia vida en el contexto de la gratitud. ¿Con qué frecuencia sueltas tu idea de cómo debería ser y la valoras sinceramente por la forma en que es en todos los aspectos?

      Si eres como el resto de nosotros, probablemente no lo estés haciendo lo bastante a menudo. Porque es mucho más fácil hablar de encontrar una gratitud sincera que experimentarla en medio del ajetreo de la vida, sobre todo cuando llegan los malos tiempos. La verdad es que la mayor parte de las veces creamos tragedias en nuestra vida a partir de incidentes bastante menores. Algo no sale exactamente como habíamos planeado, pero en lugar de aprender de la experiencia, nos asustamos y nos dejamos invadir por el estrés. U oponemos resistencia a los pequeños avances que hemos efectuado porque no podemos lograr exactamente lo que queremos de una tacada.

      Presentamos a continuación algunas formas de sentirnos sinceramente agradecidos cuando todo parece estar yendo mal. No estamos sugiriendo que debamos alegrarnos de vivir experiencias decepcionantes o dolorosas, pero sí podemos encontrar la gratitud mientras las atravesamos e impulsan nuestro crecimiento personal.

      Esperamos que los demás nos traten de forma amable, justa y respetuosa, pero la realidad es que habrá personas que no lo harán. Perderán los estribos o tendrán comportamientos inapropiados, independientemente de cómo las tratemos. Y debemos aceptarlo.

      No rebajes tu nivel de exigencia de base, pero recuerda que no tener expectativas en relación con los demás, sobre todo con las personas de trato difícil, es la mejor manera de evitar que nos decepcionen.

      Cuando no tengas más remedio que tratar con alguien difícil, puedes agradecer el hecho de que en tu vida hay individuos mucho menos difíciles. Puedes estar agradecido por tener ocasión de practicar la paciencia, una mejor comunicación y la rebaja de las expectativas. Puedes pensar que ese individuo es un maestro que, sin darse cuenta, te está ayudando a fortalecerte como persona. O, como mínimo, puedes agradecer que ese ser humano te proporcione un magnífico recordatorio de cómo no hay que ser.

      Muchos de nosotros hemos desarrollado el hábito sutil de quejarnos cuando las cosas no salen como esperábamos. La gratitud es el antídoto. Cada vez que percibas que te sientes amargado o quejoso, observa la historia que albergas en la mente sobre «cómo debería ser la vida». En lugar de dejar que esta historia te domine, encuentra un pequeño motivo de agradecimiento. ¿Qué podrías agradecer en este mismo momento? ¿Qué puedes encontrar que sea valioso en este instante?

      Recuerda


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