Osteopatía y oftalmología. Léopold Busquet

Osteopatía y oftalmología - Léopold Busquet


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la mácula de la retina una imagen reducida invertida.

      La fuerza dióptrica del ojo en reposo es de 59 dioptrías, de las que 43 son para la córnea y 16 para el cristalino. El aparato dióptrico ocular en reposo está regulado para la visión de lejos y si se quiere ver claramente un objeto situado a una distancia corta, es necesario acomodar.

      2) Acomodación: es el cambio de curvatura del cristalino, especialmente de su curvatura anterior, para aumentar la fuerza dióptrica del ojo y refractar correctamente la imagen sobre la mácula, en la visión de cerca. En efecto, la acomodación permite disponer de una imagen neta del objeto situado entre el punctum remotum y el punctum proximum (éste último varía a lo largo de la vida, puesto que a los diez años se sitúa alrededor de los diez centímetros, y a los setenta se sitúa a un metro de distancia).

      Esta acomodación es posible gracias a la contracción de los músculos ciliares dependientes de las fibras parasimpáticas del III nervio craneal (procedentes del núcleo de Edinger-Westphal): la contracción de los músculos ciliares relaja la zónula y la cápsula del cristalino (cristaloidea), lo que permite la distensión y el abombamiento del cristalino. En la acomodación, el radio de curvatura de la cara anterior del cristalino que era de 11 o 12 milímetros en reposo, puede disminuir hasta 6 ó 7 milímetros, mientras que el radio de curvatura de su cara posterior se modifica muy poco (de 6 milímetros en reposo a 5,5 milímetros). Este fenómeno de acomodación se produce a la par con el fenómeno de diafragmación (fig. 14).

      3) Diafragmación: es la modificación del diámetro de la pupila que va a completar la acomodación y adaptar la abertura pupilar, de manera que la luz no caiga sobre la parte central del cristalino, donde las modificaciones acomodativas son máximas; la pupila puede diafragmar la luz entrante en el ojo en una relación de 1 a 16.

      Las modificaciones del diámetro de la pupila dependen:

      – del esfínter inervado por el parasimpático procedente del núcleo de Edinger-Westphal, que pertenece al III nervio craneal;

      – del músculo dilatador, inervado por el simpático procedente del centro cilioespinal de Budge.

      4) Convergencia de los globos oculares: en la visión de cerca, junto con la acomodación y la diafragmación, los dos globos oculares convergen por acción de la contracción simultánea de los 2 músculos rectos internos. Este movimiento reflejo es gobernado por el núcleo de Perlia, que es uno de los núcleos motores del III nervio craneal o nervio oculomotor.

      Reflexiones osteopáticas

      Así pues, el ojo es un órgano especial y privilegiado en la medida en que representa:

      – una emergencia del sistema nervioso central,

      – una emergencia fluídica;

      – una emergencia del sistema fascial intracraneal.

       En efecto:

      a) La retina y el nervio óptico son porciones exteriorizadas del mesodiencéfalo, como veremos en el capítulo 11. De lo que resulta que el ojo es una evaginación del sistema nervioso central.

      b) En el globo ocular se produce una importante comunicación de los líquidos corporales:

      – El humor acuoso procedente de los vasos sanguíneos del iris y de los procesos ciliares es reabsorbido, en pequeñas cantidades, por el sistema venoso episcleral y, en gran parte, por las vainas linfáticas de las venas ciliares anteriores; se trata de la relación sangre–humor acuoso –linfa.

      – Los capilares y espacios linfáticos de la retina comunican con la vaina pial del nervio óptico, y la linfa es vertida en los espacios subaracnoideos que contienen el líquido cefalorraquídeo; se trata de la relación linfa–líquido cefalorraquídeo.

      – El humor acuoso comunica con la linfa y el líquido cefalorraquídeo por el conducto hialoideo o de Cloquet, conducto estrecho que atraviesa el cuerpo vítreo desde la cara anterior del cristalino hasta la papila de la retina; se trata de la relación humor acuoso–LCR–linfa.

      Basándonos en el conocimiento preciso de esas interrelaciones, podemos deducir, según nuestra lógica, sin olvidar nunca la relación entre la función y la totalidad del sistema en el que está integrada, el papel desempeñado por las fluctuaciones del líquido cefalorraquídeo en el aparato visual y la dinámica fluídica que éstas últimas favorecen, en particular en el cristalino y la córnea, órganos avasculares y nutridos, por imbibición, por los líquidos vecinos.Volveremos sobre estas nociones y hablaremos de los fenómenos de astigmatismo, presbicia y cataratas (ver la 4ª parte sobre las patologías del ojo).

      c) Debido a que las tres túnicas del ojo aparecen como prolongaciones de las tres meninges, es fácil deducir que el ojo es una verdadera emergencia del sistema membranoso intracraneal. En efecto, la duramadre, por medio de su hoja visceral, después de haber envainado el nervio óptico, se extiende y se confunde con la esclerótica y la córnea (que, en realidad, no son otra cosa que membranas durales ligeramente modificadas), la aracnoides y la piamadre, con el LCR que contienen, se fusionan con la coroides y la retina.

      Debido a ello, el globo ocular y todo el sistema fascial intraorbitario (del que el globo ocular es uno de los componentes) podrán:

      1) darnos información sobre el estado funcional del sistema membranoso intracraneal,

      2) verse afectados por tensiones durales procedentes no sólo de la fosa cerebral media sino del conjunto del cráneo y algunas veces incluso ser alterados por desequilibrios de las cadenas y planos fasciales completos,

      3) ser utilizados por el terapeuta para:

      – buscar tensiones intracraneales y corregirlas,

      – dinamizar el funcionamiento membranoso y fluídico,

      – liberar, mediante el juego de palancas membranosas, suturas y articulaciones como la esfenoescamosa, la occípito-mastoides y el agujero yugular,

      – diagnosticar y facilitar la corrección de algunas lesiones de la sínfisis esfenobasilar.

      Estas diferentes técnicas serán abordadas en la 6ª parte de esta obra.

      CAPÍTULO 4

      Sistema muscular intraorbitario

      De los siete músculos que contiene la órbita, uno está reservado al párpado superior (el elevador del párpado superior), los otros seis son motores del globo ocular (cuatro músculos rectos: el superior, el inferior, el interno (medial), el externo (lateral), y dos músculos oblicuos: el oblicuo mayor y el menor).

      Cabe destacar que sólo el músculo oblicuo menor se inserta en la parte anterior de la órbita, los otros seis se insertan en el fondo de la cavidad, ya directamente sobre la periórbita, ya sobre importantes expansiones de ésta, que reciben el nombre de tendón de Zinn.

      Precisiones anatómicas

      a) El tendón de Zinn es un engrosamiento del periostio orbitario. Se fija sobre el tubérculo subóptico, situado en la cara lateral del cuerpo del esfenoides, por debajo y ligeramente hacia delante del agujero óptico, dicho tendón se extiende y se divide en cuatro lengüetas, dispuestas en ángulo recto, de las que nacen los cuatro músculos rectos.

       Observación:

      – La lengüeta superointerna rodea el canal óptico y se confunde con el periostio local, insertándose en la vaina dural del nervio óptico.

      – La lengüeta superoexterna recubre la parte ancha de la hendidura esfenoidal y presenta un orificio ovalado, llamado anillo de Zinn, por cuyo interior pasan los III y VI nervios craneales, un ramo del nervio oftálmico de Willis (V1) y un ramo ortosimpático (fig. 15).

      b) Los cuatro músculos y el músculo oblicuo menor presentan tres


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