La organización familiar en la vejez. Ángela María Jaramillo DeMendoza

La organización familiar en la vejez - Ángela María Jaramillo DeMendoza


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de Envejecimiento Humano y Vejez, en Colombia. Lo anterior, con el propósito de identificar los adelantos, las tensiones y los desafíos del proceso de institucionalización del envejecimiento y la vejez en el país, haciendo hincapié en las necesidades de los nuevos arreglos residenciales, de tal forma que se puedan identificar las condiciones presentes y futuras para el desarrollo de los diversos arreglos residenciales en la vejez. Cabe aclarar que el propósito específico del capítulo es describir las condiciones institucionales actuales que tiene Colombia para afrontar los cambios observados en relación con los arreglos residenciales. La razón es identificar la oferta institucional disponible y su coherencia con las necesidades sociales que resultan de los cambios residenciales de la segunda mitad del siglo XX. El desfase entre la oferta institucional actual y las necesidades emergentes del cambio residencial constituye un desafío para las políticas públicas de envejecimiento y vejez, presentes y futuras. La identificación de la brecha puede contribuir a la propuesta de lineamientos de política, acciones y programas orientados a la respuesta efectiva del Estado a las necesidades actuales y venideras de los diversos arreglos que configuran el envejecimiento y la vejez del país.

      En las conclusiones se resumen e integran los principales resultados del estudio, como aporte a la discusión de los arreglos residenciales de los ancianos. También se ofrecen algunas recomendaciones que podrían contribuir tanto a la mejora de programas y servicios sociales que respondan a las demandas sociales de las formas de organización residencial como al uso de información y metodologías estadísticas para la investigación social y a la reflexión sobre los aspectos teóricos relacionados con los efectos del envejecimiento en los modos de vida de las personas.

      Notas

      1Se refiere a la población registrada en departamentos, intendencias y comisarías.

      2Esta afirmación se refiere a los comportamientos que para el momento eran los más comunes en el país, con mayor aceptación o valoración social. En este sentido, no se indica la diversidad regional ni las otras funciones que podían existir en grupos particulares. De igual forma sucede con las observaciones acerca de la influencia católica y masculina en las estructuras familiares.

      3La primera fase de la transición demográfica corresponde a un régimen demográfico “preindustrial”, que se caracteriza por altas tasas de mortalidad y fecundidad, y la segunda a uno “industrial”, con bajas tasas de mortalidad y fecundidad.

      4Estas tendencias se caracterizaron por diversos cambios demográficos, económicos y sociales. Entre los que se destaca la redistribución geográfica de la población, que pasó de un 29 % que vivía en ciudades en 1938, a un 70 % al finalizar el siglo. Con este proceso de urbanización se consolidaron cuatro de las principales regiones del país (caribe, antioqueña, caucana y oriental), que reflejan las distintas orientaciones colonizadoras de la primera mitad del siglo; y que para la década de los setenta observaron importantes movimientos migratorios, especialmente las emigraciones de jóvenes y mujeres hacia las ciudades influenciadas por las condiciones económicas y de violencia de las zonas rurales (Palacios y Safford, 2002).

      5Entornos que se encuentran acompañados por los avances políticos, técnicos y sociales de las formas de control natal, como es el uso de la píldora y la creación de instituciones como Profamilia, en 1965.

      6En esta investigación el arreglo residencial se entiende como el hogar o la forma de organización doméstica del anciano, así como un indicador indirecto del ordenamiento familiar (véase capítulo 1).

       Los arreglos residenciales en la vejez

      La inquietud por la naturaleza y el funcionamiento de los hogares de las personas de 60 y más años no es algo nuevo. Los países con envejecimientos avanzados, como Francia, Alemania, España o Italia, lo han estudiado con el fin de crear las condiciones más adecuadas para una sociedad con equidad intergeneracional,1 en la que el aumento de la esperanza de vida no signifique dificultad y sufrimiento, tanto para los que lo viven como para quienes los rodean. Sin embargo, en países como Colombia, en el que se combina un envejecimiento acelerado con una población joven en expansión y unas condiciones económicas desiguales, resulta novedoso y necesario preguntarse por la forma en la que nos estamos organizando frente a los cambios en las relaciones familiares y domésticas en la vejez, ya que de ellas dependen buena parte de las condiciones de bienestar individual y colectivo.

      A continuación, se presentan los antecedentes del estudio del envejecimiento y la vejez, las consecuencias del envejecimiento demográfico, las distintas perspectivas teóricas que han explicado los arreglos domésticos y las tendencias contemporáneas, con el fin de contextualizar y problematizar la organización residencial en la vejez.

      El estudio de los arreglos residenciales en la vejez hace parte de un campo de investigación más amplio que surgió de la evolución del fenómeno del envejecimiento y la vejez y de la observación de sus consecuencias en las sociedades. Dos tendencias de pensamiento han orientado las aproximaciones empíricas y teóricas al estudio de la vejez y el envejecimiento poblacional: por una parte, la geriatría y la gerontología; por otra, la perspectiva generacional, en el encuentro de la demografía y las ciencias sociales. Varios autores (Birren, 1961; Lehr, 1980; Ballesteros, 2000, citado en Carbajo, 2008) ha identificado tres momentos históricos en el estudio del envejecimiento y la vejez: el primero, relacionado con las aproximaciones precientíficas; el segundo, con los inicios de la investigación sistemática, y el tercero, con su consolidación y expansión.

      Como lo señalan John Grimley Evans (1997) y Jacques Légaré (2004), en las sociedades humanas siempre han existido las personas viejas. Tanto en el antiguo Egipto como en la Grecia clásica, las personas estaban familiarizadas con las discapacidades de las últimas etapas de la vida, y ya se buscaban aspectos comunes en la vejez. Aristóteles elaboró una teoría del envejecimiento fundamentada en la pérdida de calor del cuerpo; sin embargo, solo hasta el siglo XVII, con Francis Bacon, se propuso un programa científico orientado al estudio epidemiológico de la longevidad de las personas de diferentes lugares y condiciones. Durante los siglos XVIII y XIX se destacaron los escritos de los médicos Cheyne y Day, en Gran Bretaña; Rush, en Estados Unidos, y las conferencias de Charcot sobre la medicina de la vejez (Grimley, 1997). También se desarrollaron los primeros estudios demográficos que definieron el comienzo de la vejez en los 60 años y que aumentaron la edad propuesta por algunos autores del Renacimiento, como Montaigne, para quien la vejez iniciaba a los 40 (Albou, 2001). Hasta finales del siglo XIX, la vejez no era una situación común en las poblaciones humanas, debido a las altas tasas de mortalidad. Según Légaré (2004),

      cuando la esperanza de vida al nacimiento era de 25 años, el 15 % de la cohorte inicial sobrevivía hasta los 60 años, con la posibilidad de vivir otros 10 años en promedio. Con los impresionantes progresos contra la muerte prematura y con las actuales esperanzas de vida que están cerca de los 80 años en buena parte del planeta, es alrededor del 90 % de la cohorte inicial que llega a las grandes edades y que vive una vejez cada vez más larga. Asistimos a una democratización de la vejez. (Traducción de la autora)

      El progresivo aumento de la cantidad de años vividos por los seres humanos a lo largo de los siglos fue producto de la mejora en las condiciones de vida, especialmente las médicas y sanitarias del siglo XIX, que posibilitaron el descenso de la mortalidad infantil.

      En 1903, Michel Elie Metchnikoff propuso la gerontología como ciencia para el estudio del envejecimiento humano. En 1909, Ignatz Nascher escribió un artículo en el que proponía el término geriatría para identificar el lugar específico de la vejez dentro del campo médico. Para el autor, la senilidad era un periodo distinto de la vida, como la infancia, por lo que su atención médica debía considerarse un asunto independiente. En 1915, Nascher fundó el New York Geriatrics Society (Prieto, 2002). En


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