La última sonrisa en Sunder City (versión latinoamericana). Luke Arnold
es una tarea que ni yo tengo ganas de encarar.
Burbage parecía distante. Se estiró hacia adelante, tomó mi analgésico descartado entre dos dedos y lo sostuvo a la luz.
—Recus Malgaria. Yo solía hacer pociones con estos. Un tranquilizante muy potente.
—Ya no. La Coda atenuó los efectos. Ahora es solo un calmante suave.
—¿Usted siente dolores?
Me toqué el pecho.
—Recibí una fuerte herida en el ejército. Me maltrata de tanto en tanto. Estos lo mitigan un poco.
—¿Le fue prescripto o se automedica?
—Me lo dio una enfermera. Yo me automedico con tragos y patadas en la cabeza. —Al anciano ya no le quedaban sonrisas. Asintió con la cabeza y volvió a colocar la rama en el cenicero—. Solo quería mantenerlo al tanto —dije—. Si no lo identifican a raíz del colmillo, seguiré buscando, pero quizás ya le haya llegado la hora.
Burbage resopló y me miró con solemnidad.
—A Edmund Rye le comunicaron que el tiempo se le había acabado hace doscientos cincuenta y seis años. Una especie de enfermedad le había infectado el hígado. La respuesta de Edmund ante esa noticia fue abandonar su hogar y su familia, aventurarse a través del continente hasta llegar a Norgari, encontrar un vampiro y pedirle que lo convirtiera.
”Su deseo fue concedido, pero la inmortalidad tenía un precio. Los vampiros de esa época eran la especie más despreciada de todo Archetellos. Había dos formas en que Rye podía existir en este mundo: o vivía con el resto de la Raza de Sangre en La Recámara (confinado a la oscuridad y a la soledad, solo aventurándose a salir para cazar) o irse por su cuenta., como una pesadilla entre los hombres, ocultándose de la luz solar y de los humanos vengativos que montarían su cabeza en una estaca apenas lo vieran. Para Rye, ninguna de esas opciones era aceptable. Entonces tomó la determinación de crear un mundo nuevo.
”La reforma tuvo inicio en la propia Recámara, con nuevas leyes y códigos de conducta. Una vez que todo estuvo funcionando en orden, un grupo de embajadores vampiros hicieron su primer viaje al Opus para defender su causa. Poco tiempo después, la Liga de los vampiros era aliada de todas las otras especies, y la Raza de Sangre fue libre de salir al exterior.
Ya no había fachada. El simpático anciano estaba dejando surgir sus emociones sin ocultarlas debajo de una máscara de afabilidad. Una cosa estaba clara: él me odiaba.
—Edmund Rye es un ser inmortal, señor Phillips. Él decidirá cuándo le llegará la hora.
Al salir y aspirar un poco de aire fresco, un aroma a clavo me llamó la atención. Dando la vuelta al lateral del edificio, reclinada sobre el mural, había una semi-orco corpulenta con camisa y corbata fumando un pequeño cigarro. Probablemente una maestra. Me le acerqué y le pedí una pitada.
—Claro —dijo—. De todas maneras, debería dejarlo. Trato de echarle la culpa a la Coda por mi estado de salud, pero estos seguro no ayudan.
Le di una pitada corta. El tabaco no era lo mío, pero ese tenía una mezcla dulce de especias que no era desagradable.
—¿Haciendo horas extra?
—Detención. Unas elfas decidieron escarbar la historia y usar sus hallazgos para burlarse de los otros niños. Se desató una pelea con un par de gnomos. Se supone que debo volver a entrar y explicarles por qué todo eso quedó en el pasado—. Su suspiro podría haber hundido un velero.
—¿Todavía están limando las asperezas de la “escuela primaria inclusiva?”.
—Yo solo espero que tengamos la chance. Recibimos más quejas que inscripciones en este momento. Todos los padres quieren que demos a sus hijos la misma educación que ellos tuvieron cuando eran niños. Los enanos quieren metalurgia. Los elfos quieren historia. Los gremlins quieren clargamarismo… que no sé qué mierda es—. Arrojó el cigarro al suelo y lo pisó con la bota—. Hemos salido adelante, pero nadie lo entiende. Preferirían enviar a sus hijos a la Escuela del Primer Arroyo o al Hogar de Educación lycum, donde mantienen a los niños separados y les enseñan estupideces específicas de cada especie que ya no importan.
Ella levantó la mirada y por primera vez me miró adecuadamente, como si recién se hubiera dado cuenta de que había estado hablando con una persona real.
—Tienes algo de tabaco en los dientes —le dije. Se lo quitó de la separación que tenía entre los incisivos.
—¿Tú eres el tipo que contrataron para buscar a Rye? —Asentí con la cabeza—. Bueno, más vale que lo encuentres. Él es el único miembro del personal a quien todos respetan. Sin él, no creo que nos den otro año.
Se alejó tambaleándose hacia adentro, a convencer a unos niños de que el viejo mundo había desaparecido, así que mejor trabajar juntos porque no tenemos alternativa.
Al menos yo estaba comenzando a entender por qué Burbage quería que todo se mantuviera en secreto. Ridgerock era una idea peligrosa. Representaba el hecho de que algunas personas estaban listas para seguir adelante. Muchos de nosotros seguíamos aferrándonos al viejo mundo, ya muerto. Yo tenía mi mansión. Otros tenían fotografías desvaídas o espadas oxidadas con muescas en los laterales para recordar lo temibles que habían sido.
Si Rye todavía estaba vivo, ¿a qué se estaría aferrando? Él parecía haber aceptado su futuro: lento, simple y corto. Quizás en la oficina ya hubiera un mensaje de Richie diciéndome que todo había terminado. ¿Entonces qué? Averiguar quién lo había hecho, supuse. Deducir por qué Rye estaba en la casa de té, para empezar.
Seguro. Eso serviría. Enfocarme en el futuro. Seguir adelante.
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