Dinero y felicidad. Alberto Tovar
Los intuitivos son quienes en forma natural aciertan a tomar buenas decisiones. Todos conocemos a alguien con poca preparación que decide poner un negocio y le va bien; en pocas palabras, se convierte en una máquina de elecciones acertadas.
En este caso, la experiencia cuenta sin lugar a dudas; probablemente esa intuición la obtuvo después de varios fracasos o experiencias negativas que nosotros dejamos de percibir. También nos encontramos con el aprendizaje de los errores de los demás y eso evita que les pase a ellos. Vale la pena darle cierta credibilidad a nuestra intuición como lo sugiere Malcolm Gladwell en su libro Inteligencia intuitiva.3
Independientemente de las razones, podemos entender que en este grupo de gente tampoco tienen mucho problema para elegir en forma adecuada.
Finalmente nos hallamos con el cuarto cuadrante en el Cuadro 1.4. de las ventanas de Johari en donde se ubican «los que no saben que no saben», llamados los «¡de cuidado!».
Cuadro 1.4. Ventana de Johari: cuadrante IV
Ésta es la posición más peligrosa, pues se cree saber algo que se desconoce y se atreven a opinar; eligen con la presunción de un conocimiento del cual carecen.
Desgraciadamente, este grupo es numeroso y está en todos lados. Seguramente te ha pasado que en una reunión alguien opina doctamente de un tema y parece todo un experto, para luego darte cuenta que es un advenedizo.
Una conclusión obvia es evitar caer en ese cuadrante, ya que ahí es en donde se toman las peores decisiones por una ignorancia desconocida.
Además, el reto es identificar a quienes se sitúen en ese terreno, porque se confunden con los sabios y podríamos caer en las garras de alguien que te aconseje mal por su ignorancia. Sobre todo, en los medios de comunicación hay quienes tienen una habilidad histriónica y aparentan sabiduría; se convierten en auténticos charlatanes financieros. Ten mucho cuidado identificando a quienes aparentan ser muy conocedores sin serlo.
De hecho, el material de este libro te dará conocimientos básicos que permiten entender conceptos que ponen a prueba a estas personas «de cuidado» para poder identificarlas.
6. Eficiencia y eficacia
El simple hecho de leer este libro indica que uno de los principales miedos con la toma de decisión es el de equivocarse y eso nos induce a buscar prepararnos.
El primer argumento a meditar es sobre la definición de lo que es una equivocación, pues es muy subjetivo y relativo. Mientras para algunos algo pudo haber sido la peor decisión, para otros significó el acierto de su vida. Un buen ejemplo es el matrimonio, a unos les va de maravilla y otros terminan divorciándose; sin embargo, cuando lo decidieron, todos pensaban que iba a resultar bien.
Hay un principio básico: todos nos equivocamos y es un proceso natural para el aprendizaje. Desde las grandes empresas, hasta los especialistas más consumados cometen errores, simplemente porque es imposible adivinar el futuro.
Al final, se trata de hacer una «apuesta» fundamentada con información y ponderada por sus riesgos. Con la idea de ser eficientes y eficaces.
¿Sabes cuál es la diferencia entre eficiencia y eficacia?
Es bastante simple, eficiencia tiene que ver con la forma de utilizar los recursos y eficacia con el resultado.
Es decir, cuando hablamos de alguien eficiente, estamos describiéndolo como una persona que con los recursos económicos, materiales y de tiempo, fue capaz de hacer la mejor tarea a su alcance. En tanto, cuando decimos que fue eficaz, suponemos que alcanzó el resultado adecuado.
Con esto, concluimos que es factible ser eficiente y faltar a la eficacia o ser eficaz y dejar de ser eficiente. En otras palabras, pudo haberse hecho el mejor esfuerzo con los recursos, pero aún así alejarse de la solución. Por el contrario, es válido encontrar la respuesta sin tener una manera eficiente de hacerlo.
Si viste la película Apolo 13, hay una escena que describe bien la dificultad de esta situación. Estando una nave espacial cerca de la Luna tienen una dificultad técnica que les obliga a regresar a la Tierra. Uno de los primeros retos era evitar que los astronautas se intoxicaran porque el filtro del aire dejó de funcionar.
En las oficinas de la NASA, en Houston, reúnen a los especialistas en una sala y vacían sobre una mesa todo lo que tienen los astronautas a su disposición dentro de la nave; manuales, comida, herramientas, etcétera. Obviamente los astronautas están lejos de un Home Depot para comprar sus requerimientos y hacer el filtro.
Éste es un evento en donde se necesita ser eficiente con los recursos de la nave, en un tiempo que evite la muerte de los astronautas. Es decir, si alcanzaban a construirlo después de la muerte de los tripulantes, hubieran sido eficientes pero ineficaces.
Por supuesto, en la película como en la vida real, se logró el cometido de salvarlos, así que fueron eficientes y eficaces.
¿Por qué es relevante esta diferencia entre eficiencia y eficacia? Porque muchos piensan que siendo eficientes se obtienen los resultados deseados y eso no es necesariamente cierto.
Incluso hay muchas personas que sin tomar decisiones eficientes tienen logros sobresalientes. Todos conocemos algún caso de alguien que sin terminar los estudios básicos es hoy alguien acaudalado.
Quiere decir que hay otros factores detrás de un buen resultado, como la perseverancia, el valor, la pasión, la intuición o la suerte.
Entonces ¿para qué nos sirve la eficiencia?, pues bien, sólo date cuenta del fracaso de una gran cantidad de pequeños negocios; de la pérdida de casas de muchos deudores morosos; o del apuro de las familias para hacer frente a sus compromisos diarios. Detrás de algunas de esas historias hay decisiones ineficaces que se hubieran podido evitar.
Cuando uno tiene un proceso eficiente en la toma de decisiones, la probabilidad de fracaso baja considerablemente, porque permite valorar las circunstancias antes de que ellas ocurran y aún cuando hay riesgos, éstos son identificables.
De aquí se desprenden dos máximas en la toma de decisiones:
«La mejor decisión es evitar una mala decisión»
y
«No hay peor decisión que mantener una mala decisión»
7. Proceso de toma de decisión
Analicemos cuál sería un proceso para una toma de decisiones eficientes, desde las intrascendentes hasta las complicadas.
Una forma de actuar sencilla es que teniendo un estímulo se actúe en consecuencia, como lo muestra el Cuadro 1.5.
Cuadro 1.5. Toma de decisión basada en estímulos
Este patrón es utilizado con frecuencia y va desde las decisiones cotidianas hasta las que arriesgan todo el patrimonio. Es cuando se sucumbe ante la frase «te tengo un buen negocio». Implica disponer del recurso inmediatamente a cierto fin, sin analizar las circunstancias que lo rodean.
Pongamos, por ejemplo, a una persona con un ahorro considerable que quiere decidir en dónde depositar su dinero. Una opción es desdeñar el análisis y simplemente hacer lo que le dicte su intuición… o el vecino (Cuadro