¿Qué guardas en tu cartera?. Sandra Mancinelli

¿Qué guardas en tu cartera? - Sandra Mancinelli


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Palabra, en una entrega absoluta a Él, al dueño de tu vida, al que te pensó con tanto cuidado y amor.

      Tú puedes entregar tu mente a Cristo y empezar a caminar por un camino virtuoso.

      “La mente del hombre piensa su camino, pero el Señor endereza sus pasos” Proverbios 16:9.

      Lo importante de conocer y distinguir esto es; haciéndote una pregunta.

      ¿Vives sentimentalmente emocionada y emocionalmente equivocada?

      Abre tu cartera y saca tus pañuelos, uno de esos objetos imperecederos que llevamos en ella, y se adapta a las necesidades y costumbres de cada sociedad, de seguro lo necesitarás para limpiar alguna lágrima que empezará a escapar y eso estará ¡muy bien!

      ¡Déjalas salir como fuente! ¡No sientas culpa por llorar!

      Cada lágrima que tú derramas, Dios la recogerá, en su redoma tal como lo expresó David en el Salmo 56.

      La redoma era una pequeña vasija de cuerpo ancho y cuello estrecho que servía para contener aceite, ungüentos de valor y las lágrimas que guardaban las mujeres en su dolor.

      Hubo un periodo en el que parecía difuminarse la costumbre de usar las redomas, pero en el siglo XIX reaparecieron ya que la sociedad exigía guardar el luto debido, por la muerte de un familiar.

      La costumbre era derramar lágrimas de duelo y guardarlas en la redoma, que era cerrada con un tapón especial, no debía ser hermético y eso permitía que las lágrimas se fueran evaporando poco a poco.

      Entonces, cuando ya no quedaban lágrimas, se daba por finalizado el periodo de luto.

      También se dice que las mujeres de aquella época, durante las guerras, guardaban las lágrimas hasta que sus esposos volvían de las batallas.

      En el Antiguo Testamento, tenemos referencia a estos frascos de lágrimas cuando David, orando a Dios, habla de poner sus lágrimas en la redoma de Dios. Hace referencia a un tiempo de mucha dificultad en su vida.

      “Mis huidas” Tú has contado; Pon mis lágrimas en tu redoma, ¿No están ellas en tu libro?

      Salmo 56:8.

      Este es un salmo escrito por David cuando los filisteos le prendieron en Gat.

      Empieza diciendo.

      “Ten misericordia de mi, oh Dios, porque me devoraría el hombre”. Se sentía oprimido, pisoteado, combatido por el enemigo.

      Sin embargo su confianza estaba puesta en Dios, pues no temía lo que le podía hacer el hombre. Y en este contexto habla con Dios reconociendo que Dios sabía todas sus huidas porque estaba siendo perseguido por los celos del Rey Saúl.

      David tal vez no sabía qué hacer, hasta actuó haciéndose pasar por un demente.

      “Y cambió su manera de comportarse delante de ellos, y se fingió loco entre ellos, y escribía en las portadas de las puertas y dejaba correr la saliva por su barba. Y dijo Aquis a sus siervos:

      He aquí, veis que este hombre es demente; “¿Por qué lo habéis traído a mi?” 1 de Samuel 21:13-14

      Tuvo que montar una escena por no saber qué hacer seguramente; pero bien sabía dónde tenía que ir.

      Cuántas veces ocurre en tu vida, mujer, que no sabes qué hacer ante el problema, la dificultad y lloras, gritas y te enojas montada en un personaje horrible.

      Si tienes que llorar, llora, no está mal hacerlo, David también lo hizo pero en el lugar adecuado, sino no hubiera dicho en su angustia tras esta persecución:

      “Mis huidas tú has contado” Dios conocía sus pasos ¿verdad? Su vida no estaba oculta ante los ojos de Dios, es por eso que sigue diciendo:

      “Pon mis lagrimas en tu redoma”.

      ¡Cuánto hartazgo habría tenido este hombre!

      Pero el clamor y la confianza que tenía en Dios le hacían decir que sus enemigos serían vueltos atrás.

      Si no sabes más qué hacer con tu vida, con lo que te ocurre, quiero invitarte a derramar tus lágrimas en la redoma de Dios.

      Aquellas mujeres de la época las derramaban en esta vasija.

      ¿Sabes? hace más de dos mil años alguien murió en una Cruz por tu vida y al tercer día resucitó: ¡Jesús!

      Él es el lugar perfecto para derramar cada lágrima.

      Él ve cada una de ellas y están guardadas en el hueco de sus manos, benditas manos traspasadas por el dolor de horribles y punzantes clavos ¿Por qué? ¡Por tu vida!

      Sí, por amor a ti.

      ¿Cuál es la tristeza de tu alma y de tu corazón?

      Lloras porque estás enferma, enojada, maltratada, abusada, traicionada, abandonada, rechazada.

      Lloras por un esposo que es insolente, por un hijo rebelde y desobediente, por tu madre o padre enfermos.

      Lloras fracasos, desamor, ingratitud.

      Lloras por la pérdida de tu marido.

      Lloras por la pérdida de un hijo.

      Llora mujer, llora y deja que salgan esas lágrimas de tristeza.

      Dios ve tu dolor, Él sabe lo que ocurre en tu ser ¿No crees que te está llamando más cerca de Él, para que esas lágrimas sean bien recogidas?

      “Así dice el Señor, Dios de tu Padre David: he escuchado tu oración y he visto tus lágrimas; he aquí añadiré quince años a tus días” Isaias38:5

      Esta palabra fue para el Rey Ezequías, dicha por boca del profeta Isaías.

      Este Rey estaba muy enfermo y en esa situación no solo recibió al profeta sino que escuchó perfectamente el mensaje de Dios. Sin dejar pasar un segundo tomó la decisión de volver su rostro a la pared y oró a Dios.

      “Y lloró Ezequías con gran lloro” Isaías 38:3

      ¿No crees, mujer, que hay una diferencia entre llorar simplemente y llorarle a Dios? Necesitas hablar con Él, pídele y confía que así será. La oración y las lágrimas van de la mano.

      ¿Puedes orar diciendo como dijo David en el Salmo 39:12?

      “Escucha mi oración, oh Señor, y presta oído a mi clamor, no guardes silencio ante mis lágrimas, porque extranjero soy junto a ti, peregrino, como todos mis padres”.

      Toma la decisión de quebrantar tu corazón dolido ante el dueño de tu vida, reconócelo en este momento de dolor que estás atravesando.

      “Porque la tristeza que es conforme a la voluntad de Dios produce arrepentimiento que conduce a la salvación, de la cual no hay que lamentarse; pero la tristeza del mundo, la cual no produce arrepentimiento, conduce a la muerte espiritual”. 2 de Corintios 7:10(NTV).

      ¡Qué lágrimas derraman tus ojos!

      ¿Puedes arrepentirte de todos tus pecados?

      “Cercano está el Señor a los quebrantados de corazón y salva a los abatidos de espíritu” Salmo34:18

      ¿Te permites consolar por Dios?

      Ahora sabes que cada lágrima que tú derramas está guardada en sus preciosas manos.

      No dejes pasar más tiempo de entregar esta pesada carga, pues Él te dice.

      “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” Mateo 11:28

      ¡Descansa mujer, descansa en Dios!, Él te conoce pues Él te creó con tanto amor que todo lo sabe de ti. Has tuya la expresión de David cuando dijo: ¿No están ellas en tu libro? ¡Claro! Están en su presencia. Entonces sabiendo que Dios enjuga tus lágrimas, empieza a tener lágrimas Cristo céntricas, creo que Dios no quiere que llores más, lágrimas de dudas incredulidad y lamento pues quiere


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