De Saint-Simon a Marx. Hernán M. Díaz
estos elementos en la obra de Saint-Simon llevan a pensar en el socialismo de Marx. ¿Cómo una doctrina que preconizaba un capitalismo más justo a través de reformas pacíficas se pudo transformar hasta llegar a confluir con el pensamiento comunista? Ya hemos visto que, a pesar de mantener una coherencia importante desde las Cartas de un habitante de Ginebra hasta el Nuevo cristianismo, el pensamiento de Saint-Simon experimentó diversas adiciones y no pocos desarrollos. Veremos a continuación la obra de sus discípulos y las particulares derivas de su ideario.
1. En general, citaremos a Saint-Simon por sus Oeuvres complètes (París, PUF, 2012, 4 vols.), edición crítica publicada por Juliette Grange, Pierre Musso, Philippe Régnier y Frank Yonnet (de aquí en más, O.C.). La mayor parte de las obras de este pensador no están traducidas y, de hecho, la edición de sus obras completas está más disponible para su consulta que las otras ediciones en su idioma original. En la medida de lo posible, citaremos las ediciones en castellano.
2. Así se titula la octava carta de Cartas de dos filántropos (O.C., I: 144 ss.). Este texto, escrito en 1804 junto con Jacques Rigomer Bazin, activista de los demócratas republicanos que sufrió persecución y cárcel tanto bajo Robespierre como bajo Napoleón, era una nueva versión de sus ideas expuestas en las Cartas de un habitante de Ginebra. El texto fue incautado por la policía bonapartista y reapareció en las obras de Saint-Simon, publicadas por sus discípulos, como un apéndice de las Cartas de un habitante de Ginebra. Véase por ejemplo la edición argentina que realizó Alfredo Cepeda (1950: 128), donde figura el subtítulo “Ensayo de organización social” como si fuera un anexo de las Cartas…
3. También estos temas se incluyen en germen en las Cartas de un habitante de Ginebra. Apenas esbozada allí la preocupación metodológica y científica, las obras de los siguientes diez años se dedican específicamente a un análisis y una clasificación de las ciencias. Este desvío hacia la ciencia en general pudo obedecer también a los peligros que implicaba, bajo Napoleón, hacer planteamientos directamente políticos. De hecho, la persecución policial rozó a Saint-Simon: el texto que escribió junto a Bazin fue incautado y este último encarcelado.
4. Rescatamos la siguiente definición de una revista publicada por sus discípulos: “Cuando decimos que una idea es positiva, queremos decir que está apoyada en una serie completa de observaciones, que descansa o que está planteada a partir de hechos; y el método que llamamos positivo es aquel en virtud del cual procedemos a la observación de los hechos” (Pierre-Isidore Rouen, “De la classe ouvrière”, Le Producteur, año III, p. 305; subrayados en el original).
5. Es llamativo que, desde finales del siglo XX y todavía en el siglo XXI, algunas corrientes de las ciencias sociales hacen una caza de brujas con el “positivismo” (incluyendo en esa corriente al hegelianismo y al marxismo), reivindicando que la ciencia sea conjetural (Lacan) o planteando la necesidad de establecer un puente entre política y teología (Schmitt). La destrucción de la ciencia propia del capitalismo senil pareciera tener que liquidar la positivización del conocimiento humano.
6. Para una descripción más detallada del período de reflexión sobre las ciencias en Saint-Simon, véanse las exhaustivas exposiciones de Georges Gurvitch (1970: 41-51), Pierre Ansart (1972a: 36-48; 1972b: 38-44 y 121-128) y Pierre Musso (1999: 21-46).
7. Se ha señalado varias veces el carácter premonitorio de la propuesta de Saint-Simon, casi dos siglos antes de la Unión Europea. Veremos en otros capítulos que fue retomada por Moses Hess, compañero de luchas de Engels y de Marx.
8. Saint-Simon cita en otras obras a Kant, pero en este opúsculo no menciona La paz perpetua del filósofo alemán (Kant, 1995 [1795]: 215-247), donde no se expresa la idea de la unidad de Europa pero sí la de una paz garantizada por un pacto escrito.
9. En el capítulo 6 comentaremos un artículo firmado por Augustin Thierry sobre la nación, aparecido en el primer número de esta revista.
10. La perspectiva de Saint-Simon es europea e incluso mundial, pero por momentos sus propuestas políticas se limitan a Francia. Téngase siempre presente esa calculada ambigüedad.
11. Jean-François Suter (1970) destaca la influencia a largo plazo de las ideas liberales en Saint-Simon, pero no llega a describir los elementos a través de los cuales se aparta de esa ideología.
12. Como bien señalan los editores de las recientes Obras completas (O.C., III: 1814), el masculino del título no debe entenderse como “El político” o “Lo político”, sino como un adjetivo con el sustantivo implícito: “El [periódico] político”, similar a otros títulos de periódicos de la época, como Le Conservateur, Le Constitutionnel y muchos más.
13. Condorcet (1795: 342), al que Saint-Simon continuó en muchos aspectos, en su Esbozo de un cuadro histórico de los progresos del espíritu humano habla de la miseria de “la clase más numerosa y más activa de nuestras sociedades”.
14. Recordemos que una de las obras más importantes de Auguste Comte se titula Sistema de política positiva. Si el término no es novedoso en Saint-Simon, es verdad que toma un lugar central desde que Comte es su secretario.
15. Comte fue secretario de Saint-Simon desde 1817, es decir desde sus diecinueve años, hasta 1824, y su colaboración cotidiana le proveyó de un sinnúmero de conceptos y nociones que fueron recuperadas por el discípulo en la elaboración de su teoría sociológica. La búsqueda de una ciencia “positiva”, que ya hemos registrado en las obras tempranas, es claramente heredada en la sociología comteana. Henri Gouhier ha querido demostrar en un exhaustivo trabajo de 1941 que fue Comte el autor de diversas ideas atribuidas a Saint-Simon y elaboradas en la época de trabajo conjunto, pero la mayor experiencia científica, la diferencia de edad y el registro previo de la mayor parte de las ideas del maestro permiten descartar esa hipótesis. Retomaremos algunas cuestiones que hacen al vínculo entre Comte y Saint-Simon en los capítulos 3 y 6.
16. Como bien señalan los editores de las Oeuvres complètes (III: 2678, n. 186), no se trata en rigor de una parábola, o fábula moral, sino de una suposición hipotética. La denominación “parábola” fue impuesta por Olinde Rodrigues en una de las primeras reediciones del texto, no sin intenciones de asignarle un aire bíblico, y así fue repetida hasta tiempos actuales. Pueden leerse traducciones al castellano en Dominique Desanti (1973: 110) o en Ghita Ionescu (2005: 187).
17. Lo dice explícitamente en el segundo número de L’Organisateur: sus opiniones “no tienden de ninguna manera a movilizar al pueblo” (O.C., III: 2128).
18. Pierre Ansart (1972b: 114) habla de las “profundas ambigüedades” que recorren el pensamiento de Saint-Simon, y que se expresan en las divergentes continuaciones de su