De Saint-Simon a Marx. Hernán M. Díaz

De Saint-Simon a Marx - Hernán M. Díaz


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soporta directamente los inconvenientes de la mala administración actual. Ella paga los impuestos en gran parte y no recibe ningún pago. Ella sola experimenta la falta de beneficios […] Estos inconvenientes, señores, los soportamos más directa y fuertemente nosotros los obreros que ustedes, que son ricos y capaces, y el resultado es, para la mayoría de nosotros, un sufrimiento en cuanto a las primeras necesidades de la vida. Es por ello que debemos tomar la iniciativa para indicar el medio de poner un fin a nuestras miserias, que cesarán evidentemente en el instante en que los asuntos públicos sean administrados convenientemente. (O.C., III: 2631)

      Antes de la Revolución, la nación estaba dividida en tres clases: los nobles, los burgueses y los industriales. Los nobles gobernaban, los burgueses y los industriales les pagaban. Hoy en día, la nación tan sólo está dividida en dos clases. Los burgueses, que hicieron la Revolución y que la dirigieron en su interés, anularon el privilegio exclusivo de los nobles a explotar la riqueza pública. Lograron ser admitidos en la clase de los gobernantes, de manera que hoy los industriales son los que tienen que pagar a nobles y burgueses. (Saint-Simon, 1985 [1824]: 39)

      Esa burguesía, conformada también por los militares de baja graduación, por los rentistas, por los propietarios de tierras especuladores o ausentistas, conforma entonces una clase intermedia y transitoria, en la medida en que las transformaciones del país deben devolver el poder a quienes hicieron la Revolución: los productores. “Desde luego, los burgueses han hecho servicios a los industriales; pero, hoy en día, la clase burguesa gravita, con la clase noble, sobre la clase industrial” (Saint-Simon, 1985 [1824]: 51).

      En cuanto a los industriales, como ya lo venía planteando desde sus primeras obras, incluía también a científicos y artesanos, y tanto a los dueños de los establecimientos como a los obreros. Todos ellos eran llamados “productores”. Saint-Simon no establece un corte entre patrones y obreros, para él todos tienen el mismo interés en el desarrollo de la producción. La grieta principal la ve entre las clases que detentaban el poder en el antiguo régimen junto a los “burgueses” que se adueñaron del Estado, por un lado, y los productores, por el otro. En cierta manera está reflejando el incipiente desarrollo de la clase obrera en el capitalismo europeo en general y en Francia en particular. Está muy atento al desarrollo del proletariado en Inglaterra y ya parece observar los roces entre patrones y asalariados, pero augura que Francia no seguirá ese camino y por eso implantará antes que los británicos el “régimen industrial”.

      La tranquilidad pública no se establecerá sólidamente en tanto no se dé a la sociedad una base de moral positiva: los jefes de los trabajos industriales son los protectores natos de la clase obrera; mientras los fabricantes se aíslen de los obreros, mientras no utilicen aquéllos un lenguaje político que pueda ser entendido por éstos, la opinión de esta clase, muy numerosa y todavía muy ignorante, no hallándose guiada por sus jefes naturales, siempre podrá dejarse seducir por los intrigantes, quienes querrán realizar revoluciones para adueñarse del poder. Si los obreros destruyen los telares en Inglaterra, se debe a que los fabricantes cuentan con la fuerza


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