De Saint-Simon a Marx. Hernán M. Díaz

De Saint-Simon a Marx - Hernán M. Díaz


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contra la misma sociedad que le da cobijo. La propuesta de Saint-Simon no parece todavía tener la envergadura de un proyecto social completo, apenas si establece la importancia que debieran tener los sabios en un comité elegido por el pueblo para asesorar y guiar a los poderes hacia una ruta futura. La importancia de este texto no está dada por su elaboración acabada de esa reorganización sino por la prefiguración de algunas de las ideas centrales de Saint-Simon que lo obsesionaron hasta su muerte y que le permitieron concebir una sociedad diferente (pero en el marco de los mismos parámetros de mercado inaugurados por la Revolución), para crear años después un movimiento de simpatía. Nótese que la idea de que un “comité de sabios” asesore al poder para organizar la sociedad es en cierta manera la tarea que se dio a sí mismo Saint-Simon en cuanto intelectual, aconsejando a la sociedad la manera más adecuada para organizar la producción y superar el atomismo social al que llevaba el individualismo del mercado.

      Hay que constituir entonces una ciencia positiva que analice la sociedad, cada una de sus partes, su constitución y su desarrollo, sin caer en conjeturas sino basándose en la observación y en un método similar al que desarrollaron las ciencias que estudiaron la naturaleza. Siendo la sociedad un ente complejo, compuesto de partes diferenciadas, cada una con una función distinta en el conjunto social, el mejor modelo científico para desarrollar tal ciencia es, en principio, la fisiología. Por eso llamará a la ciencia de la sociedad “fisiología social”.

      Aunque aparentemente se observa un corte entre las obras epistemológicas de Saint-Simon de estos años y los libros que publica a partir de la primera caída de Napoleón, las reflexiones sobre la metodología de la ciencia que estudie la sociedad van a ser aplicadas al conocimiento directo del presente a partir de ese momento.

      La Restauración

      En 1814, apenas caído Napoleón, publica De la reorganización de la sociedad europea, escrita junto con su secretario, Augustin Thierry, a quien llama “su alumno” en la portada de la obra. Thierry apenas tiene diecinueve años, Saint-Simon lo nombrará al año siguiente como “hijo adoptivo” y se mantendrá al lado de su maestro hasta 1817.

      En tanto esta unidad se realizará bajo el régimen de monarquía constitucional, contar con una dinastía europea es algo difícil de predecir. Saint-Simon anuncia que especificará en otra obra la manera de elegir un rey para toda Europa. Esa obra nunca será escrita.

      Más interesante que las propuestas de detalle son algunas consideraciones generales que actúan como sostén de su texto y que reaparecerán en sus obras posteriores. El siglo XVI fue teológico, el siglo XVII creó las bellas artes, el siglo XVIII fue filosófico y criticó los prejuicios basados en la religión. ¿Cómo debe ser el siglo que se abre? “La filosofía del siglo pasado fue revolucionaria, la del XIX debe ser organizadora” (Saint-Simon, 1925 [1814]: 4). Se abre una época de reflexión sobre los sistemas políticos y los regímenes de gobierno.

      Querer que Europa esté en paz por tratados y congresos es como querer que un cuerpo social subsista por convenciones y acuerdos: en los dos casos falta una fuerza coactiva que una las voluntades, concierte los movimientos, vuelva los intereses comunes y los compromisos sólidos. (Saint-Simon, 1925 [1814]: 20)

      Ante la hipótesis de una posible unidad formal, le opone una intención de unidad real, basada no en un papel escrito que rápidamente puede convertirse en letra muerta sino en un objetivo común, en una voluntad de trabajo en una dirección determinada, que Saint-Simon no encuentra en los planteos del liberalismo. Además aparece aquí, quizá por primera vez en Saint-Simon, una perspectiva internacionalista que se va a acentuar posteriormente. El impulso inicial de la Revolución Francesa fue convertirse en una ola que transformara a Europa y al mundo: la idea de libertad tenía que saltarse las fronteras nacionales convocando a los pueblos a apoyar la misma lucha que emprendían los franceses. Napoleón, llevando el Código Civil


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