Habilidades sociales y dinamización de grupos. SSC322_3. Teresa de la Cruz Zurita Báez

Habilidades sociales y dinamización de grupos. SSC322_3 - Teresa de la Cruz Zurita Báez


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figura del docente es clave como creadora de ambientes de enseñanza-aprendizaje. Esto lleva consigo una buena organización espacial del aula y del centro escolar, así como una selección y distribución de los medios en esos espacios.

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      Los juegos son una parte esencial en la infancia de los niños y niñas. El juego motiva.

      Es contraproducente un centro con una normativa muy estática sobre el uso espacio-temporal para la actividad lúdica, limitándose la posibilidad de que surja el juego de una forma natural.

      Un centro en el que el juego tenga un papel a la vez formativo y motivador debe contar con:

      1 Espacios estimulantes en fondo y forma en dos sentidos: un escenario psicológico donde el niño se sienta con seguridad y libertad para actuar; y un escenario con ambientes y objetos que estimulen el juego.

      2 Tiempo para desarrollar la actividad de juego.

      3 Una colección de juguetes y materiales que den respuesta a las necesidades, intereses, destrezas y ritmos de aprendizaje de los niños y niñas.

      4 Un educador que garantice situaciones para que el juego se realice.

      En tercer lugar, el juego es un facilitador del desarrollo afectivo. Y es que, en los primeros momentos, todo juego se realiza bajo la supervisión de una persona adulta, creándose un vínculo con esta que conlleva la creación de una relación de afecto. Por tanto, de aquí la significación social que alcanza la actividad del juego.

      Se nos plantea el juego como un lenguaje privilegiado del niño, un medio que usará para proyectar sus sentimientos, sus deseos, etc.

      De hecho, en psicoterapia son muy usadas las terapias con juegos, ya que los impulsos han sido oprimidos, los deseos reprimidos y las emociones más recónditas se exteriorizan a través de estos. Así, los juegos simbólicos son los más apropiados para ellas, aunque también los de construcción representan en otras ocasiones impresiones psíquicas.

      En cuarto lugar, el juego es social en su medio, en su forma de desarrollarse y en sus afectos. Es esta quizás la principal característica que lo define (los juegos tradicionales pasan de generación a generación siempre en situaciones de socialización).

      Los pequeños se reagrupan en parejas, tríos, etc., para jugar en situaciones caracterizadas por una armonía casi perfecta. Exploran el medio e imitan la actividad de uno de ellos, que puede por cualquier motivo interesarles más.

      Cabe destacar que son muchos psicólogos y pedagogos los que señalan que los juegos de grupo suelen utilizarse para promover el desarrollo cognitivo y moral en los niños.

      6.3. El juego en la educación infantil

      Normalmente, consideramos el juego como externo a la actividad escolar, ya que permite a los/as niños/as liberar tensiones, lo que repercute en una mejor predisposición para continuar con el trabajo de clase. Pero esto es incorrecto, debemos comenzar por que el juego pase a considerarse un integrante más en la planificación de la actividad didáctica. Son muchos, de esta forma, los juegos que deberían tener pues un carácter escolar.

      Indudablemente, estamos refiriéndonos a los juegos en los que niños y niñas participen activa y placenteramente, bien de forma espontánea o bien sugerida por el educador o por otra persona.

      Desde esta perspectiva, si los juegos son aprovechados debidamente, son perfectos canalizadores de la enseñanza y motivadores para que los niños y niñas aprendan.

      En la Educación Infantil se considera el juego como un principio didáctico que remarca la necesidad de dotar de un carácter lúdico cualquier actividad que se lleve a cabo con los alumnos y alumnas, evitando la ya comentada dualidad juego-trabajo. De esta forma, se tratará de que la vida transcurra en el centro en un ambiente lúdico: estimulante, comunicativo, regulado con sentido y bien delimitado espacio-temporalmente.

      6.4. El juego, generador de aprendizajes. Indicadores

      Algunos indicadores de la utilidad de un juego como generador de aprendizajes son los siguientes:

      1 Necesita de la participación activa de jugadores.

      2 Se deben poner en juego múltiples habilidades.

      3 Tiene una finalidad que los niños conocen, entienden y está a su alcance.

      4 Es necesario que el niño o la niña tengan que “pensar” para desarrollarlo.

      5 Contribuye a establecer relaciones entre los elementos.

      6 Contribuye a la comunicación entre iguales.

      7 El alumno o alumna puede mejorar en él.

      8 Autonomía.

      9 Satisface a los jugadores.

      Estas condiciones se dan en casi todos los juegos populares a los que los niños en esta etapa suelen jugar.

      El mural cromático se presenta como un método efectivo para la sensibilización de niños y niñas hacia el color.

      Básicamente está compuesto por un mural de fichas intercambiables, cada una de las cuales registra las experiencias infantiles de obtención y mezcla de colores. Este se encontrará permanentemente en el aula, e irá combinado atendiendo a las necesidades de nuestros alumnos. Sirve tanto como instrumento de consulta para la obtención de colores, como de registro de los logros conseguidos por los niños y niñas en cualquier rama artística que se esté desarrollando.

      Fundamentalmente, favorece una sistematización de los contenidos que tienen que ver con el color, ayudando al desarrollo artístico desde las edades más tempranas y utilizando una metodología basada en el juego.

      Y es que nuestra capacidad de retener colores está muy limitada. De hecho, estamos más capacitados para distinguir formas. De aquí se deriva la obstinación del mundo adulto por minimizar las experiencias cromáticas con el alumnado. Y es que el color parece impregnar todo aquello que vinculamos al mundo infantil. Pero, como educadores, nos planteamos: ¿qué papel puede cumplir nuestra práctica docente en la transformación de esta situación?

      Tradicionalmente se pensaba que el niño accedía al mundo de la sensibilidad cromática de una forma intuitiva y que la sistematización de unos contenidos de aprendizaje respecto del color no podía ser introducida hasta que alcanzase determinado nivel de madurez individual.

      Desde este punto de vista, lo más acertado era no intervenir en lo que parece el desarrollo natural del niño o niña.

      El error más grave que se cometía bajo este punto de vista era la ausencia de una enseñanza programada, que daba pie a una recesión en las prácticas cromáticas. Una de las medidas que se tomaban hacía referencia a que fuese el propio alumno quien decidiese el color o colores de la paleta que más le gustase a fin de que se expresase con libertad. Sin embargo, se incurría en un exceso de libertad en la enseñanza. Es deseable el uso aplicado, estructurado, de la experiencia cromática mediante una necesaria planificación.

      7.1. ¿Qué es el mural cromático?

      Es un tablero que colgaremos en clase donde queden recogidos, a modo de registro, todos los colores que los alumnos “crearán” mediante la mezcla de otros.

      Está formado por fichas de cartulina rígida del tamaño de una postal que colgarán del tablero de forma que se puedan soltar para consultarlas y, posteriormente, volver a colocarlas en su posición, así como para usarlas con cualquier otra actividad referida a la física, el sentimiento o el significado del color.

      Además, se permitirá una reordenación cada cierto tiempo en función de similitudes de intereses.En la


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