Fútbol sala. Victor Cuadrado
de la caída progresiva de la concentración de PCr antes de cada esprín y a lo largo de cada repetición, es probable que con rangos de resíntesis de PCr de aproximadamente 1,3 mmol/kg dm/s, en períodos de 30 s de recuperación, podría permitir que la PCr continuara realizando una contribución sustancial a la resíntesis total de ATP más allá del esprín final (Glaister, 2005).
Por tanto, en esfuerzos de esprines repetidos, como es el caso del fútbol sala, la energía proveniente de la PCr requiere de 30 s de recuperación para que pueda ser utilizada, en gran medida, hasta el esprín final. Pero, según los resultados obtenidos anteriormente del análisis temporal de partidos de fútbol sala, la secuencia trabajo-recuperación es de 15 s-15 s, por lo que la restauración de los depósitos de la PCr es incompleta y, por ello, se requiere del empleo de otras vías que serán comentadas a continuación. Este razonamiento ha llevado a multitud de profesionales vinculados al entrenamiento deportivo en fútbol sala, a la suplementación con monohidrato de creatina.
Glicólisis. Durante un esprín corto, la rápida caída de la concentración de PCr se compensa por el incremento en la activación de la glicólisis con la combinación de dos procesos para mantener la producción de ATP, en un rango de 11-14 mmol ATP/kg dm/s (Glaister, 2005). Con elevados rangos de actividad glicolítica, la concentración de lactato muscular se incrementa hasta alcanzar valores extremadamente altos y, con el asociado incremento en la concentración de iones de hidrógeno (H+), han sido implicados, a menudo, como una causa de fatiga (5, 22). Durante la recuperación se ha comentado que la glicólisis es desactivada (18, 21) y el retorno del pH a los valores de reposo sigue un patrón de resíntesis monoexponencial, con un tiempo medio de 9 min (figura 1-14).
Figura 1-14 • Recorrido temporal del pH muscular durante recuperación pasiva de 6 min de ejercicio dinámico exhaustivo.
Adaptada de Glaister, 2005.
El rango de provisión de ATP mediante la vía glicolítica se regula por la interrelación de varios factores metabólicos. Durante esfuerzos intermitentes máximos, se producen cambios progresivos en el medio ambiente metabólico, dirigidos por una inhibición gradual de la glicólisis con esprines repetidos (4, 9). En el estudio de Gaitanos et al. (1993), la glicólisis es responsable del 44% de la provisión anaeróbica total de ATP durante el primer esprín, mientras que la correspondiente valoración en el décimo esprín era del 16% (figura 1-15). Además, en cuatro de los sujetos (n = 7), la contribución de la glicólisis a la producción anaeróbica total de ATP durante el décimo esprín, fue estimada en un valor de cero.
Figura 1-15 • Producción anaeróbica de ATP (excluyendo la provisión de energía proveniente de la producción de lactato) durante el primer y último esprín de 10 esprines de 6 s, con períodos intercalados de recuperación de 30 s.
Adaptada de Gaitanos et al., 1993.
A modo de resumen, podemos establecer que el sistema energético aláctico ATP-PCr tiene una frecuente participación al abastecer los esfuerzos breves de alta intensidad, el cual se alterna permanentemente con el sistema energético aeróbico, que participa en la acciones de baja intensidad sirviendo, a su vez, como el medio para una recuperación activa. La participación del sistema energético anaeróbico glicolítico o láctico incrementará su participación en los momentos en que los tiempos de pausa sean tan cortos que no permitan el restablecimiento del fosfágeno, o bien cuando los tiempos de las acciones de alta intensidad tengan una duración prolongada (> 12-15 s).
Dentro de este apartado, es importante contemplar otra variable que nos permite conocer la intensidad del esfuerzo realizado, así como su uso de cara a una posible prescripción de ejercicio en base a ella. Nos estamos refiriendo a la frecuencia cardíaca (FC). Para tratar este punto nos centraremos en el análisis de la misma en situación real de competición, aspecto contemplado en la bibliografía especializada. Barbero-Álvarez et al. (2008) obtienen una media de 174 ppm durante el análisis de cuatro partidos, representando dicha media el 90% de la frecuencia cardíaca máxima (FC máx) (figura 1-16). Para este análisis, los autores establecen tres zonas de trabajo:
1. Actividad muy vigorosa. Se considerada como tal aquellas intensidades superiores al 85% de FC máx. En este caso, el tiempo de juego en el que los jugadores permanecieron en esta zona fue del 83% del tiempo total.
2. Actividad moderada. Son aquellas intensidades comprendidas entre el 65% y el 85% de la FC máx. En este caso, el tiempo de juego en el cual los jugadores permanecieron en esta zona fue de un 16% del tiempo total.
3. Baja actividad. Corresponde a intensidades inferiores al 65% de la FC máx. En esta zona tan solo permanecieron un 0,3% del tiempo total.
Figura 1-16 • Porcentaje de tiempo gastado en baja actividad (< 65% FC máx), actividad moderada (65-85% FC máx) y actividad muy vigorosa (> 85% FC máx) durante la primera y segunda mitad y la media.
*P50,05. **P50,01.
Adaptada de Barbero-Álvarez et al., 2008.
De este análisis de la FC se desprende que la mayor parte del tiempo (83% exactamente), el jugador se encuentra en zona umbral anaeróbica (la cual es alcanzada en torno al 80% de la FC máx), hecho que argumenta la necesidad del deportista de estar entrenado para poder entrar y mantenerse en dicha zona. Esta reflexión será de gran utilidad a la hora de planificar la carga de entrenamiento con el objetivo de mejorar el rendimiento anaeróbico del jugador.
Demanda fisiológico-mecánica
En este apartado, el análisis se va a centrar en todos aquellos aspectos relacionados con el movimiento humano, entendiendo como tales la fuerza y sus manifestaciones, y la relación de las mismas con la velocidad, que intervienen principalmente en aquellas acciones de las que depende el rendimiento físico en fútbol sala. En primer lugar, cabe definir el concepto de fuerza en el deporte, ya que hablamos de fuerza aplicada, definida de la siguiente forma: la fuerza, desde el punto de vista de la mecánica, es toda causa capaz de modificar el estado de reposo o de movimiento de un cuerpo, así como la causa capaz de deformar los cuerpos, bien por presión (compresión o intento de unir las moléculas de un cuerpo) o por estiramiento o tensión (intento de separar las moléculas de un cuerpo) (González-Badillo, 2002).
Desde el punto de vista fisiológico, la fuerza se entiende como la capacidad de producir tensión que tiene el músculo al activarse. Teóricamente, esta capacidad está en relación con una serie de factores como son: el número de puentes cruzados de miosina que pueden interactuar con los filamentos de actina (Goldspink, 1992), el número de sarcómeras en paralelo, la tensión específica o fuerza que una fibra muscular puede ejercer por unidad de sección transversal (N • cm–2) (Semmler y Enoka, 2000), la longitud de la fibra y del músculo, el tipo de fibra y los factores facilitadores e inhibidores de la activación muscular (citado en González-Badillo, 2002).
Por esto, la fuerza aplicada es la manifestación externa de la tensión interna generada en el músculo. Dado que, en un mismo sujeto, la fuerza aplicada depende del tiempo disponible para aplicar fuerza o de la velocidad a la que se desplaza la resistencia, la fuerza aplicada se puede definir como la manifestación externa (fuerza aplicada) que se hace de la tensión interna generada en el músculo o grupo de músculos a una velocidad determinada (adaptada