Fútbol sala. Victor Cuadrado

Fútbol sala - Victor Cuadrado


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target="_blank" rel="nofollow" href="#fb3_img_img_e1771b16-056c-533f-8b30-dacd15686396.jpg" alt=""/> Carrera a máxima velocidad (esprín).

      A la vista de los diferentes análisis realizados por distintos autores en lo que al factor velocidad-distancia se refiere, se desprende que la distancia media recorrida por un jugador de fútbol sala en un partido es de unos 4500 m, de los cuales, por encima del 50% son recorridos a intensidades elevadas, de ahí la necesidad del empleo predominante de entrenamientos específicos, donde se reproduzcan secuencias de esfuerzos realizados a altas intensidades y con duraciones próximas a los 15 s.

       CIM: carrera intensidad media.

       CAI: carrera alta intensidad.

       CMV: carrera máxima velocidad.

       De Barbero-Álvarez et al., 2008.

      En relación con este apartado, cabe mencionar el desplazamiento del jugador por el campo, reflejado en el gráfico de la figura 1-10.

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       De Andrín (2004).

      Como se aprecia en el gráfico, los desplazamientos realizados por un jugador de fútbol sala abarcan prácticamente toda la superficie del campo, hecho que implica infinidad de cambios de dirección, con las correspondientes acciones de frenada, arrancadas, saltos, giros-pivotes, etc. Esta consideración también será de interés a la hora de elegir los medios de entrenamiento para el desarrollo de la condición física, y para el establecimiento de pautas de trabajo de ejercicio preventivo y terapéutico.

      Una vez analizado qué ocurre durante un partido de fútbol sala, pasaremos a profundizar en el conocimiento de la demandas metabólico-fisiológicas y mecánicas de este tipo de esfuerzos.

      En este apartado, el análisis se centra en las diferentes vías que intervienen en la obtención de la energía necesaria para la consecución de los esfuerzos propios del fútbol sala. Las investigaciones relacionadas con las demandas fisiológicas de modalidades deportivas de esprines múltiples, indican que esas actividades originan una considerable demanda tanto sobre la vía aeróbica, como sobre la anaeróbica, aunque la contribución relativa de cada una de estas vías sea motivo de controversia entre los diferentes autores (Glaister, 2005).

      Durante esfuerzos máximos, la resíntesis aeróbica de trifosfato de adenosina (ATP) es realizada, en primer lugar, a través de la oxidación de la glucosa (Glaister, 2005). Al principio de un bloque de ejercicio intenso, hay un retraso en el imageO2 por el trabajo muscular (figura 1-11). Sin embargo, si la duración del período de trabajo se limita a unos pocos segundos, el oxígeno destinado a la mioglobina (MbO2), puede tamponar la demanda inicial de oxígeno del ejercicio (Glaister, 2005).

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       Adaptada de Bangsbo et al., 2000.

      La cantidad de mioglobina contenida en el músculo esquelético humano es, aproximadamente, de 2 mmol O2/kg dm (Glaister, 2005). Este almacén de oxígeno es rápidamente desaturado al comienzo del ejercicio como respuesta a la rápida caída de la presión parcial de oxígeno intracelular. A intensidades lo suficientemente elevadas como para alcanzar el imageO2 max, la mioglobina es desaturada aproximadamente al 50% de los valores de reposo a lo largo de 20 s. Sin embargo, la sensibilidad de la desaturación de la mioglobina a la intensidad del ejercicio es una cuestión sometida a controversia (16, 19).

      Durante el descanso, los depósitos de mioglobina son repuestos completamente a lo largo de 20 s una vez que cesa el ejercicio (Richardson et al., 1995). Con una rápida tasa de restauración, es poco probable que la disponibilidad del oxígeno de la mioglobina fuera un factor limitante durante esprines repetidos.

      Aunque las investigaciones aportan un incremento progresivo en la producción aeróbica de ATP durante esprines repetidos, el nivel de provisión aeróbica de ATP será aún considerablemente menor que toda la demanda energética (Glaister, 2005). Como tal, el papel principal del metabolismo aeróbico durante trabajos de esprines repetidos, parece residir en su exclusiva contribución para la restauración de la homeostasis interviniendo durante los períodos de recuperación.

      Este apartado lo desglosaremos en dos subapartados correspondientes a las dife-

      rentes vías anaeróbicas de obtención de energía:

      

Fosfocreatina (PCr). Durante un solo esprín máximo (de 5 a 6 s de duración) se ha registrado que la degradación de la PCr es responsable de, aproximadamente, el 50% del total de la provisión anaeróbica de ATP (Glaister, 2005). Sin embargo, la contribución de la PCr durante esprines repetidos está determinada, en gran parte, por la capacidad a la cual los depósitos de PCr son repuestos durante períodos de recuperación. Análisis de la cinética de la recuperación de la PCr bajo condiciones isquémicas, han demostrado que la resíntesis de la PCr es realizada exclusivamente vía resíntesis aeróbica del ATP (6, 18). Además, la cinética de la recuperación de la PCr ha demostrado ser sensible a manipulaciones en la disponibilidad de oxígeno (Haseler et al., 1999). Después de un trabajo submáximo, con una mínima alteración del pH, la PCr sigue un patrón monoexponencial de resíntesis (figura 1-12). Sin embargo, realizando un trabajo máximo, la cinética de la recuperación de la PCr es mejor descrita por un patrón de resíntesis biexponencial (figura 1-13). En la bibliografía especializada se indica que la fase inicial rápida es la menos afectada por la caída concomitante del pH (Roussel et al., 2000).

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       Adaptada de Glaister, 2005.

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