¿Hubo socialismo en la URSS?. Jaime Canales Garrido
aseveración de Lenin refleja plenamente el pensamiento de Marx, quien, al referirse a la cuestión del Estado o “poder público” en la sociedad comunista, expresó lo siguiente: “Una vez que en el curso del desarrollo hayan desaparecido las diferencias de clase y se haya concentrado toda la producción en manos de los individuos asociados, el poder público perderá su carácter político”24.
Por su lado, Lenin agregó una tesis importantísima al postulado marxista: “Para que el Estado se extinga por completo hace falta el comunismo completo… Por eso tenemos derecho a hablar sólo de la extinción ineluctable del Estado, subrayando el carácter prolongado de este proceso, su dependencia de la rapidez con que se desarrolle la fase superior del comunismo y dejando pendiente por entero la cuestión de los plazos o de las formas concretas de la extinción, pues carecemos de datos para poder resolver estos problemas”25.
A nuestro juicio, cuando Marx caracterizó la esencia de la primera fase del comunismo y planteó su enunciado sobre el período de transición del capitalismo al comunismo -o del capitalismo al socialismo, para sus seguidores- lo hizo teniendo como objeto de sus apreciaciones a los países capitalistas desarrollados.
Por ello, si se pretende llevar a cabo un análisis serio y fundamentado de la Revolución de Octubre y la realidad nacida de ella, esto es, de la Unión Soviética, con todas sus virtudes, falencias, errores y deficiencias, no se debe ignorar este trascendental factor. Porque solamente abordando de esta manera dicha realidad, se podrá comprender claramente el fenómeno del período de transición del capitalismo al socialismo, cuyo Estado -según el propio Marx- “no puede ser otro que la dictadura revolucionaria del proletariado”.
Claro está que con el término del período de transición y de la dictadura del proletariado, no se transita en seguida a la fase superior del comunismo.
Todavía más, después de terminado el período de edificación de la sociedad socialista, que ha preparado las premisas para posibilitar el futuro paso a la fase superior del comunismo, cuando se haya llevado a efecto la revolución técnica en el campo, la propiedad cooperativa se haya transformado en un patrimonio socializado y hayan sido liquidadas las diferencias entre la clase obrera y el campesinado por medio del fortalecimiento de la base material y técnica del socialismo, será necesario continuar perfeccionando el socialismo desarrollado, y así desenvolver las fuerzas productivas de modo de hacer posible en la práctica el principio de la sociedad comunista: “De cada uno según sus capacidades, a cada uno según sus necesidades”.
Ahora bien, cuando Marx y Engels hablan de la extinción del Estado lo hacen sobre el supuesto de que la revolución socialista habrá triunfado en muchos países o, al menos, en la mayoría de ellos: “Por consecuencia, la revolución comunista no será una revolución puramente nacional, sino que se producirá simultáneamente en todos los países civilizados, es decir, al menos en Inglaterra, en América, en Francia y en Alemania”26.
Excepcionalmente, bastante más tarde, Marx, al analizar la situación concreta de la Rusia campesina, en una carta dirigida, en marzo de 1881, a Vera Zasúlich y en los cuatro borradores de dicha carta publicados posteriormente admitió la posibilidad de que la revolución social triunfase en un solo país: en Rusia27. Esta carta será objeto de especial atención más adelante.
Pero, Orlando Millas sabía muy bien que, a despecho de las ideas y deseos de Marx y Engels, la situación era -y continúa siendo- la antítesis de lo que ellos habían planteado. Por tanto, surge, insoslayable, una interrogante que se cae por su propio peso: no existiendo las condiciones señaladas por Marx y Engels, ¿qué deberían haber hecho los bolcheviques en Rusia, con Lenin a la cabeza?
La respuesta a dicha pregunta, está pródigamente explicitada en las obras y práctica de Lenin y, más tarde, en las de Stalin, lo cual también será analizado en sede propia, pero no podemos abstenernos de reproducir una formulación leninista que da una respuesta perentoria a esta cuestión: “La lucha de clases no desaparece bajo la dictadura del proletariado, lo que hace es adoptar otras formas… Mientras subsistan las clases, mientras la burguesía derribada en un país decuplique sus ataques contra el socialismo en el terreno internacional, seguirá siendo indispensable esa dictadura”28.
Este clarísimo enunciado de Lenin es muestra palmaria de que la necesidad de la conservación del Estado de la dictadura del proletariado, en un período avanzado del proceso de edificación de la sociedad socialista, es insoslayable.
Por eso, pretender que el socialismo -como primera fase del comunismo-, inclusive en su etapa de mayor desarrollo, implique la “supresión” del Estado es -por así decirlo- ilusorio, y constituye un sensible error teórico.
Hay que precisar, por otro lado, que los períodos de la dictadura del proletariado y del socialismo victorioso total difieren, además, en gran medida, por la naturaleza de sus contradicciones básicas.
Si para el socialismo maduro o desarrollado es característica la existencia exclusiva de contradicciones no antagónicas, a la dictadura del proletariado le son inmanentes tanto las contradicciones no antagónicas como las antagónicas. Todavía más, las contradicciones no antagónicas en el período de la dictadura del proletariado pueden, en ciertas circunstancias, adquirir un carácter antagónico.
Lo encima referido implica que, si tras la victoria completa y final del socialismo, la vuelta de nuevo al capitalismo es, esencialmente, imposible, en el período de la dictadura del proletariado tal retorno, en principio, es posible. Y cuando se han creado condiciones que son ajenas o alejan a la sociedad del socialismo científico, esa posibilidad es incluso lógica y -como lo demuestra la experiencia de la Unión Soviética- ineluctable.
Por ello, se debe considerar las decisiones de los XXI y XXII Congresos del PCUS (1959 y 1962) -consecuencia y prolongación lógica del XX Congreso- sobre la victoria definitiva del socialismo en la URSS como un craso error teórico.
Siendo el resultado de un enfoque extremadamente primitivo y simplista de la teoría marxista-leninista, la declaración sobre la victoria definitiva del socialismo inició una nueva fase de la trascendental desorientación teórica del PCUS, del Estado socialista soviético y de todo el movimiento comunista mundial. Esta importante cuestión será analizada en lugar propio.
Para construir el socialismo, la dictadura del proletariado debe resolver innumerables tareas sociales, económicas, políticas e ideológicas.
La principal tarea de la dictadura del proletariado es la abolición de las clases. En otras palabras, la construcción de una sociedad, de un “Estado” fundamentalmente nuevo, sin clases.
En relación con este nuevo tipo de Estado, ante la clase obrera surge una tarea dialéctica: por un lado, con la ayuda de este aparato de Estado, tiene que reprimir la resistencia de los explotadores y enfrentar las vacilaciones de la pequeña burguesía; garantizar la seguridad y la capacidad defensiva; y dar los primeros pasos hacia el socialismo; y, por el otro, para poder protegerse de su propio Estado, tiene que evitar la transformación de este Estado en una fuerza independiente, que se coloque por sobre la clase dominante, que fue lo que aconteció en la URSS entre los años 1956 y 1991.
La dictadura le es necesaria al proletariado, sobre todo, para que, habiéndose transformado de proletariado en la clase obrera socialista, a su vez, transforme a todos los ciudadanos de la sociedad socialista en trabajadores de un solo organismo económico, que no solo no tienen propiedad privada, sino tampoco intereses regionales o locales que puedan ser distintos y ajenos a los de todo el pueblo. Durante el período de resolución de esta tarea, el proletariado destruye no sólo las clases de pequeños y grandes propietarios, sino también se destruye a sí mismo como clase social.
De este modo, durante la dictadura del proletariado, deberá ser alcanzada plenamente la homogeneidad de clase de la sociedad socialista, si bien seguirá existiendo la heterogeneidad profesional, relacionada con la división del trabajo.
En tal caso, la uniformidad de clase implicará la destrucción no sólo de las clases antagónicas, sino también de las fronteras o diferencias entre las clases amigas, es decir, antes de todo, serán eliminadas