¿Hubo socialismo en la URSS?. Jaime Canales Garrido
INTRODUCCIÓN
“Dictadura significa -¡tenedlo en cuenta de una vez para
siempre, señores demócratas constitucionalistas!- un Poder
ilimitado que se apoya en la fuerza, y no en la ley. Durante la
guerra civil, el Poder victorioso, sea el que fuere, sólo puede
ser una dictadura”.
Lenin
La cuestión de si la dictadura del proletariado representa solamente una fase del período de transición del capitalismo al comunismo, y tal dictadura -al menos, en la forma en que se dio en la Unión Soviética- es compatible del todo con el socialismo en sus primeras etapas, es uno de los temas que, a través del tiempo, han suscitado los más agudos debates en el seno de los partidarios del marxismo-leninismo, y entre estos y sus enemigos.
El término marxista dictadura del proletariado, tal como la dictadura de la burguesía, difiere radicalmente del término político dictadura en general, que en el discurso ordinario presupone algo opuesto a la democracia.
Tratada de esa manera -como término político- la dictadura per se representa, comúnmente, la antípoda de la democracia, independientemente del carácter de clase del poder.
En este sentido político, el término dictadura sólo da cuenta de la forma política de dominación, independientemente de su carácter de clase, y se caracteriza por presentar aspectos formales de la política de dicha dominación como, entre otros, la eliminación total o parcial de las elecciones, el robo desenfadado de los resultados de dichas votaciones; la represión dirigida contra las fuerzas de la oposición; la naturaleza despótica y tiránica del poder político en general, reflejado en la ausencia de libertad de expresión, prensa y reunión o, en su defecto, en una variante algo más sofisticada, una dictadura moderna, de nuestros tiempos, como la de la Rusia o Chile neoliberal, donde los medios de comunicación están en su totalidad concentrados en manos de la oligarquía y de su gobierno “democráticamente” elegido, y, en una porción ínfima, en manos de fuerzas políticas opuestas a la dictadura, mientras la libertad de reunión está confinada, por lo general, al arbitrio de la administración estatal.
En contraste con esta comprensión política estrecha de la palabra dictadura, la concepción marxista parte no solo de las formas del poder político, sino sobre todo de su contenido, de su naturaleza de clase.
En dicho sentido, con independencia de la forma política, en la época moderna, el marxismo reconoce solo dos dictaduras: la dictadura de la burguesía y la dictadura del proletariado: “Nuestra época, la época de la burguesía, se distingue, sin embargo, por haber simplificado las contradicciones de clase. Toda la sociedad va dividiéndose, cada vez más, en dos grandes campos enemigos, en dos grandes clases, que se enfrentan directamente: la burguesía y el proletariado”1.
Todas las demás clases o capas sociales (por ejemplo, el campesinado pobre) y grupos sociales (verbi gratia, la burocracia) sólo pueden imponer un cierto signo en la dictadura proletaria o burguesa, pero ellos por sí mismos no pueden crear su propia dictadura como un modo de poder específico, capaz de generar una eventual alternativa o tercera vía al sistema de producción.
En las obras de Marx, Engels y Lenin es frecuente encontrar referencias sobre la dictadura revolucionario-democrática del proletariado y el campesinado, por la cual se entiende un poder meramente temporal, de transición, que se asemeja a una dictadura del proletariado, por cuanto se trata de un poder también basado en la iniciativa revolucionaria activa de las masas populares dirigidas por su vanguardia política. Lenin puntualizó que “…la revolución socialista… no está separada de la revolución democrático-burguesa por una muralla china”2 o, lo que es lo mismo, la segunda -con dependencia del desarrollo consecuente de la lucha del proletariado- debe transformarse en la primera.
Pero el mencionado poder es una suerte de tránsito a la dictadura del proletariado, mas, de ninguna manera, constituye una suerte de poder autónomo y definitivo. Esto se debe al hecho de que el modo de producción capitalista -como ya vimos- crea sólo dos clases: el proletariado y la burguesía, cada una de las cuales está asociada a una formación socio-económica particular.
Desde el punto de vista marxista, la dictadura del proletariado es el tipo de poder político estatal en la etapa de transición, que va de la revolución socialista hasta la victoria completa y final del socialismo, esto es, a la creación de una sociedad socialista sin clases y, en consecuencia, sin aparato de Estado.
En el transcurso de las grandes transformaciones que tienen lugar en la sociedad socialista, el proletariado pasa a constituir -junto a otros estamentos sociales- una clase única de trabajadores.
De donde se concluye que la dictadura del proletariado es un sistema de instituciones estatales, normas legales e ideología llamadas a asegurar y proteger el poder de la clase trabajadora, su hegemonía política y la propiedad social -que algunos suelen llamar pública- de los medios de producción.
La antípoda del poder revolucionario -la dictadura de la burguesía- es un sistema de instituciones estatales, normas legales e ideología, que garantiza el poder político de la clase capitalista en su conjunto, el dominio de la propiedad privada y las relaciones mercantiles.
Entretanto, la dictadura del proletariado puede revestir una serie de formas, tal como la dictadura de la burguesía, que se puede realizar de las más diversas formas políticas, a saber, de la democracia parlamentaria al fascismo.
Entre las formas de la dictadura del proletariado -por haber sido la práctica la que las aprobó- se podría citar a los Soviets y a las democracias populares. El futuro nos dirá si surge cualquier otra, para nosotros, todavía desconocida.
Sin embargo, la dictadura del proletariado puede incluso tener instituciones públicas, que, por su aspecto externo, nos harán recordar a los órganos de los estados burgueses o podrá, en ciertos casos, continuar utilizando estos órganos, temporalmente, pero limpios de su contenido anterior.
A la dictadura de la burguesía le es inmanente la utilización muy frecuente de la violencia contra los trabajadores y otras capas de la población, que persigue sofocar cualquier tipo de protesta y cualquier otra forma que la lucha de liberación pueda adquirir, a veces, incluso, recurriendo a métodos terroristas de Estado.
No sería, por tanto, ninguna exageración afirmar que la dictadura de la burguesía se caracteriza por utilizar todos los medios de persuasión e intimidación política, incluyendo la represión armada directa sobre la clase trabajadora, sobre el pueblo, que constituye la mayoría abrumadora de la población de un país.
Las formas no violentas de dominio, usadas por la burguesía, se manifiestan, por regla general, ya sea en el engaño de las masas, valiéndose de los prejuicios de estas y de su ignorancia política, ya sea en la desembozada manipulación informativa de la opinión pública, imponiendo para ello la dictadura de los medios de desinformación de masas, ya sea en la introducción, de manera tenaz e incisiva, de la ideología burguesa en las organizaciones políticas y sindicales de la clase obrera y de otros trabajadores.
Dichas formas de actuación de la dictadura de la burguesía determinan la agudización de las contradicciones sociales y económicas y, por consiguiente, de la lucha de clases, así como el grado de madurez política de la clase obrera y su vanguardia política. “Las ideas” -explicaba Lenin- “se convierten en una fuerza cuando prenden en las masas… Por sí sola, la justicia, el sentimiento de las masas indignadas por la explotación, jamás las habría llevado al camino certero del socialismo”3.
En contraposición a las formas de actuación de la dictadura burguesa, las del proletariado, como, por ejemplo, la restricción y la privación de derechos políticos de las capas burguesas y pequeñoburguesas de la población, es también determinada por la correlación de fuerzas de clase.
La historia mostró que no siempre el poder proletario puede restringir o privar de derechos a la burguesía y sus aliados: la Nueva Política Económica (NEP), propugnada por Lenin, es