¿Hubo socialismo en la URSS?. Jaime Canales Garrido
se le podría haber ocurrido que la dictadura del proletariado podría prolongarse bajo el comunismo “propiamente tal”, esto es, cuando la dictadura del proletariado, habiendo cumplido una de sus tareas fundamentales, se transformará en otro tipo o forma de “Estado”, es decir, en un Estado en extinción.
Por eso, suponemos que Millas entiende por “socialismo propiamente tal” la fase más elevada del desarrollo del socialismo -tomado este como formación social y económica-, precisamente cuando las clases sociales hayan sido definitivamente suprimidas y la existencia del Estado se haya tornado del todo innecesaria.
Por otro lado, habiendo constatado que Orlando Millas no entrega un esclarecimiento conciso e inequívoco acerca de las susodichas cuestiones, nos vemos compelidos a presumir que él o no consiguió asimilar cabalmente los postulados marxistas-leninistas sobre las propiedades y la extensión en el tiempo de la dictadura del proletariado, la violencia, la edificación del comunismo y el futuro del Estado, como aparato al servicio de la clase dominante, o, lisa y llanamente, sus razonamientos tuvieron como base una premisa de dudoso origen.
Sin embargo, al objeto de evitar todas las suspicacias posibles relativas a que nuestra presunción pueda tener un carácter especulativo y taxativo, podemos colegir, por ahora, como una de las alternativas estimables, que Millas, al mencionar lo de “el socialismo propiamente tal”, se refirió a la sociedad socialista desarrollada, esa que se situaría ad portas del comunismo, a la que, infelizmente, la URSS no pudo acceder, gracias a los pésimos servicios prestados por la burocracia partidaria y estatal soviética, especialmente a partir del año 1953.
Nos referimos, precisamente, a la burocracia partidaria que creó, entre finales de los años 50 y los 60, como postulado teórico y consigna política el término “socialismo real”, al que Millas en sus Memorias, a lo que parece, atribuye una existencia que data de la época en que Stalin estuvo al frente del Partido Comunista (b) y del Estado soviético o, al menos, incorpora en ese concepto todas las etapas que atravesó la URSS para llegar a los años 90 o, por último, lo considera fiel reflejo de lo que fue una URSS inmutable: “Durante más de sesenta años, dijimos que la revolución de Octubre de 1917 abría el período de tránsito del capitalismo al socialismo y en el espacio holgado de medio siglo proclamamos que el ‘socialismo real’ llevaba a la práctica las más nobles y elevadas aspiraciones… Ahora está claro que no es así…”8.
He ahí, pues, el quid de la cuestión; es allí donde está la explicación de para qué Orlando Millas necesitaba que Marx “nunca hubiese supuesto” que la dictadura del proletariado podría continuar bajo el “socialismo propiamente tal”.
El citado aserto de Millas nos permitirá, más adelante, formular la única presunción posible relativa al período del desarrollo de la formación económica y social comunista al que él se refirió.
Corrobora nuestra presunción el propio Millas, al afirmar que la “...exaltación por Marx de que el mundo irá más adelante… y avanzará por los caminos del socialismo constituye una expresión superior de humanismo. Conviene, por ello, contrastar el ‘socialismo real’ con lo que Marx y Engels entendían sobre el socialismo…”9. Y, en otro lugar de sus Memorias, agrega: “En cuanto a que ‘el poder político, hablando propiamente, es violencia organizada de una clase para la opresión de otra’, esa es, precisamente, la acusación formulada por Marx a las sociedades… clasistas, por lo cual dedicó su vida a la causa de liberar a la humanidad de la violencia… Su obra fue dedicada… al planteamiento de la posibilidad en nuestra época de avanzar a relaciones sociales exentas de violencia, requisito básico del socialismo, el que para Marx era incompatible con cualquiera violencia organizada”10.
Efectivamente -como se puede ver de la citación de la taxativa afirmación de Millas acerca de las ideas de Marx-, aquel no deja de expresar una verdad, por cierto, muy parcial, que no puede servir de fundamento a su empeño por atribuirle a Marx y Engels la absolutización de la idea de que la violencia es atributo exclusivo de las relaciones sociales en la sociedad burguesa.
Es efectivo que Marx no era partidario de la violencia en general, pero sí la entendía como una necesidad y factor ineluctable en las relaciones del proletariado -transformado en clase dominante- y la burguesía en la etapa de “la dictadura revolucionaria del proletariado”.
Ya tuvimos la oportunidad de conocer el planteamiento de Marx acerca del poder político como “violencia organizada”, refiriéndose al proletariado que se ha transformado en clase dominante. Por tanto, el aserto de Millas no refleja adecuadamente lo que Marx y Engels postularon sobre la fuerza o, lo que es lo mismo, la violencia.
Por otro lado, recurrir, única y exclusivamente, a Marx y Engels para fundamentar sus encarnizadas arremetidas contra lo que él llama el “socialismo real”, aun cuando comprensible y parcialmente correcto y aceptable, no nos parece ser la mejor vía de análisis, si lo que se busca es la verdad y, en fin de cuentas, el que la busca es un marxista consecuente.
Para hablar de socialismo -guste o no guste el camino que siguió la revolución rusa de 1917, por lo demás, obligada, sin alternativas dignas- se nos antoja ser indispensable, junto con recordar a Marx, no olvidar a Lenin, el artífice de la Gran Revolución de Octubre y de la Rusia Soviética, pues la teoría no puede existir sin la práctica revolucionaria y viceversa. Y Lenin es “práctica y teoría”.
Pero, curiosamente, Millas, lisa y llanamente, olvidó a Lenin al formular su aserción sobre las dos trascendentales cuestiones -lo que se nos figura ser una omisión grosera-, porque ¿quién mejor que Lenin formuló tesis y conclusiones, con fundamento y vasto conocimiento sobre la dictadura del proletariado, la violencia, el socialismo y el Estado en la formación social y económica comunista?
Sin perjuicio del olvido por Millas de las posiciones leninistas en este importante ámbito de la teoría marxista -pues no hay que perder de vista el hecho de que sus juicios críticos tienen como objeto a la Unión Soviética, el Estado nacido de la Gran Revolución de Octubre- creemos, firmemente, que el siguiente parecer de Lenin da de lleno no solo en la suposición planteada, sino, también, en las personas que no han comprendido el contenido de la dictadura del proletariado: “La esencia de la teoría de Marx acerca del Estado sólo la asimila quien haya comprendido que la dictadura de una clase es necesaria no sólo en general, para toda sociedad dividida en clases, no sólo para el proletariado después de derrocar a la burguesía, sino también para todo el periodo histórico que separa al capitalismo de la ‘sociedad sin clases’, del comunismo”11.
He ahí una respuesta contundente, que tal vez sería suficiente para acabar aquí estas anotaciones, empero, con el ánimo de explicar las razones que tuvo Millas para hacer el pronunciamiento en causa, acotaremos que estamos persuadidos de que dicho posicionamiento teórico de Millas tuvo como fundamento su convicción de que la “vía pacífica” experimentada en Chile era el mejor camino hacia el socialismo. Pero, esta cuestión particular será tratada más adelante, en las páginas finales del presente estudio.
Precisamente, porque Lenin fue, indiscutiblemente, el más auténtico continuador de la obra de Marx y Engels y su experiencia en la “implantación” de la dictadura de proletariado superó largamente la de los fundadores del marxismo, no es ocioso preguntarse una vez más ¿quién mejor que él podría haber estado en condiciones de analizar y evaluar los más diversos fenómenos habidos en la URSS -algunos objetivos, otros provocados por la acción de terceros, y todavía otros más desatados por los propios bolcheviques-, que se concatenaron para crear las situaciones que Lenin, con su claridad y habilidad proverbiales, supo exponer? ¿Por qué Millas no procuró en la extensa obra de Lenin respuestas a las cuestiones que lo preocupaban? ¡Raro, nos parece muy raro!
Ahora bien, a la luz de todo lo expuesto, consideramos que la única presunción posible es que la crítica de Millas no pudo tener como objeto otra etapa de la sociedad comunista que no sea la primera fase, que fue, en buen rigor, la única que la Unión Soviética vivió y que él conoció, infelizmente, de manera muy superficial.
La suposición constante del parágrafo anterior ha sido subrayada apenas con la finalidad de mostrar la confusión teórica de Orlando Millas, que le atribuyó