¿Hubo socialismo en la URSS?. Jaime Canales Garrido

¿Hubo socialismo en la URSS? - Jaime Canales Garrido


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o indirecta de esta sobre el proletariado y las masas trabajadoras, esto es, sobre la mayoría absoluta de la población.

      Por su lado, la dictadura del proletariado -que es, también, siempre violencia, directa o indirecta, de la clase obrera victoriosa y las capas más pobres de la población del campo y la ciudad sobre la burguesía y los estratos pequeño-burgueses de la ciudad y del campo- ejerce el control proletario con mano dura sobre una minoría absoluta, de modo de asegurar la construcción del socialismo, esto es, la sociedad del bienestar social para las grandes mayorías.

      Debido a que, incluso en el seno de las filas marxistas, hay personas que desconocen la esencia de la dictadura del proletariado, haremos aquí una digresión.

      De inmediato, señalaremos que gran parte de los duros juicios críticos emitidos está compuesta de lo que nosotros hemos llamado -haciendo uso de una forma eufemística- quasi verdades. Porque, en buen rigor, lo que tiene lugar, por lo general, es la enunciación de una verdad que, al mismo tiempo, va acompañada de un error de apreciación o, lisa y llanamente, de una reflexión que no se corresponde con la realidad. Nuestra aserción será demostrada en los comentarios que siguen.

      Lo referido tiene particular relación con la interpretación errada de Millas sobre los orígenes de los problemas en los que la Unión Soviética se debatió en los años 80 y 90 del siglo pasado, que él, sin mediar explicaciones, atribuye al pasado estalinista.

      ¿Será que Millas no supo nada de las campañas de “desestalinización” y la falsificación del marxismo-leninismo por Jruschov y todos los que lo sucedieron, en primer lugar, Gorbachov, que, en la práctica, fue un segundo Jruschov, con el agravante de haber sido un traidor de tomo y lomo?

      La impresión que dejan sus escritos es que, no pudiendo, por razones obvias, atacar a Lenin por las políticas llevadas a cabo en el país de los Soviets, de las cuales Stalin fue apenas el continuador y artífice de su puesta en práctica, responsabilizó a este último por todo lo que vendría a suceder en la URSS, incluso después de muerto, e ignorando -¿por prejuicios, posible abstracción o feble información?- el vuelco fundamental provocado por Jruschov y la cúpula del PCUS en los destinos de la Unión Soviética a partir de 1953. De hecho, pone -por así decirlo- todo en un mismo saco y lo arroja al basurero de la historia.

      Por eso, nos sorprende, tanto el contenido como la forma, del análisis que Millas hizo en sus Memorias sobre la Unión Soviética, que es lo que, precisamente, no debe hacer un marxista, esto es, no haber estudiado a fondo los fenómenos que tuvieron lugar en las diversas etapas históricas de la vida de la URSS, haber aceptado como verdades axiomáticas algunas de las más horribles falacias de los más férreos anticomunistas -ya hablaremos sobre las represiones, acerca de las cuales Millas se refiere en términos análogos a los propagados por el exagente de los servicios secreto británicos R. Conquest-, sin llegar a conocer, efectivamente, la realidad soviética -en sus más diversas épocas, vertientes, avances y retrocesos-, en la que traza una línea recta y continua, que parte en los años 20 y se extiende hasta los años 90 del siglo XX. Los 70 años de existencia de la Unión Soviética, para Millas, representan una continuidad. En suma, “lavó al bebé, y lo arrojó fuera junto con el agua sucia”. Sin duda, su abstracción fue despropositada.

      Por ignotos móviles, llegó a colocar, de modo insólito, a Stalin y Brezhnev en un mismo casillero, en circunstancias que éste último en términos políticos, teóricos, de personalidad y de estadista fue la antítesis de Stalin, amén de que las condiciones históricas en que a ambos les tocó vivir fueron también absolutamente incomparables.

      Ahora bien, yendo al meollo de la presente reflexión, es necesario puntualizar que el objeto de los comentarios parciales que aquí formularemos estará constituido por cuestiones, específicamente, relacionadas con la dictadura del proletariado, aguda y furibundamente criticada por Millas, aunque nunca de forma concisa y directa.

      El planteamiento de Millas sobre la dictadura del proletariado y la violencia es, por así decirlo, bastante peculiar. Porque, a nuestro modo de ver, afirmó algo inusitado sobre los postulados, tanto de Marx y Engels como de Lenin, los cuales nunca dejaron márgenes para que sus enunciados cardinales pudieran inducir al lector a interpretaciones antojadizas.

      Creemos que en esta no poco sencilla formulación se encuentra la cuestión medular y fundamento de todo el acerbo discurso; es aquí donde tienen su fuente la totalidad de las críticas particulares dirigidas a diversos ámbitos de la vida de la Unión Soviética, razón por la cual nos detendremos circunstanciadamente en su análisis.

      Si Millas deseaba referirse al comunismo -rotulándolo en su escrito de “socialismo propiamente tal”, en contraposición al término socialismo a secas, que usa en otros lugares de sus Memorias-, no se entiende por qué no lo hizo. Puesto que, al no hacerlo, amén de suscitar dudas acerca de su visión de las susodichas categorías, provoca inevitables suspicacias.

      Como es archisabido, Marx raras veces en su extensa obra habla de socialismo y mucho menos todavía de “socialismo propiamente tal”. Por ello, cabe preguntarse ¿a guisa de qué Millas supone que Marx “jamás supuso” que la “dictadura del proletariado” podría prolongarse bajo el “socialismo propiamente tal”?

      De la susodicha cita se puede concluir que lo que preocupaba a Millas era, por un lado, la cuestión de la violencia -casi ubicua a lo largo del camino recorrido por la URSS hasta 1939- y, por otro, la propia dictadura del proletariado que -según él, y no Marx- no podría existir bajo el socialismo.

      Es claro que la supresión de las clases -como ya vimos- tendrá lugar solo en la fase más desarrollada de la sociedad socialista en el tránsito del capitalismo al comunismo, acaso será una realidad palpable en la segunda fase del comunismo “propiamente tal”.

      En todo caso, en la cita de Marx está bastante explícita la cuestión de la violencia e, implícita, la duración de la dictadura del proletariado, que continúa siendo indispensable incluso durante el socialismo


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