¿Hubo socialismo en la URSS?. Jaime Canales Garrido

¿Hubo socialismo en la URSS? - Jaime Canales Garrido


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dicho nos permite determinar, con exactitud, que la base fáctica de información que Millas apreció como verdadera fue la versión jruschoviana de la historia, lo que, en todo caso, no puede ser tratado como un error individual -fueron millones de millones los que vivieron engañados durante más de treinta años, y muchos los que, por la sinrazón, continúan en esa situación-, lo que también nos ayuda a comprender su reacción y la sensación ante la realidad soviética de los años 80 e inicios de los 90, equiparable, para él, “… a un desollamiento, a tener que irse arrancando en vivo la propia piel”12.

      ¡Más claro que el agua!

      Marx y Engels no están en contra de la violencia per se; la aceptan, y entienden bien la necesidad de su existencia durante el ejercicio del poder por parte del “partido victorioso”, que “tiene que mantener por medio del terror” de las armas su “dominio”, por un período de tiempo que ellos no se atrevieron a enunciar.

      En realidad, creemos firmemente que la cuestión de fondo es estar o no de acuerdo con que el proletariado, el pueblo, tenga alguna vez en la historia la posibilidad de recurrir a la fuerza -que fue siempre prerrogativa de las clases opresoras-, para aplastar la violencia desatada por las clases expulsadas del poder político. Y, al parecer, hasta ahora, la única forma posible es la del proletariado armado.

      En el aludido aspecto, el caso de la URSS -víctima del acoso permanente de la contrarrevolución interna y de las potencias imperialistas- fue paradigmático. Y esta circunstancia no puede ni debe ser ignorada al analizar y evaluar la sociedad edificada en la Unión Soviética.

      ¿Debería la Unión Soviética haberse defendido? ¿Deberían Lenin y Stalin -en aras de la supuesta “pureza teórica” del marxismo (¿de qué marxismo? ¿El de los socialdemócratas, predicadores de la paz social?)- haber dejado que la burguesía internacional y los restos de la burguesía y capas reaccionarias del campesinado acabaran con las conquistas de Octubre? Está claro que la respuesta puede ser solo una: ¡no! Y los bolcheviques respondieron ¡no!

      Ahora bien, persuadidos de que, para la elucidación de cuestiones teóricas, nunca está demás abundar en argumentos, consideramos que los fogosos ataques de Millas contra la Unión Soviética, que, sin duda, pueden inducir a caer en lamentables errores teóricos a más de alguno de sus lectores, sentimos la necesidad de insistir en esclarecer, entre otros aspectos, la necesidad de la existencia de la dictadura del proletariado, su prolongada duración y el peligro que encierra el hecho de interrumpir su marcha, porque -como lo demostró la trágica experiencia de la URSS-, sin comprender, a cabalidad, el contenido de la susodicha dictadura, tendrá lugar, ineluctablemente, la restauración del capitalismo.

      De lo expuesto, diáfana, dimana la idea de que no es el proletariado el que promueve y práctica la violencia sin tener causas para hacerlo. De hecho, lo que siempre ha hecho la clase obrera es reaccionar contra la violencia de la burguesía, y, en el caso del proletariado triunfante en la revolución social, fue responder a la violencia centuplicada de los capitalistas y terratenientes que habían sido aventados del poder. Así fue en la época del “terror blanco”, también lo fue parcialmente en los tiempos de la colectivización. Y esta violencia, innegablemente, mortificó a Millas.

      Llegamos -por decirlo de alguna manera- a la “conclusión-madre”: hay violencia porque hay resistencia, porque hay… lucha de clases, sobre todo en las primeras fases o tránsitos de la dictadura del proletariado.

      No olvidemos que es Lenin el que se declara partidario del centralismo: el principio fue asentado.

      Entretanto, ante semejantes enunciados, irrumpe, pertinente, una interrogante, que nos conmina a cavilar: ¿Cómo construir el socialismo sin acabar con la propiedad privada -léase: propiedad sobre los medios de producción-, aceptando, por un lado, la existencia de diversas áreas de la economía -incluidas pequeñas, medianas y grandes empresas- y, por otro, pretender y proclamar que se está avanzando hacia el socialismo?

      Ahora bien, retomando el tema de las diferencias entre la dictadura del proletariado y la de la burguesía, es menester recalcar que incluso la democracia parlamentaria más desarrollada no deja de ser, formalmente, una democracia burguesa, es decir, una de las formas de la dictadura de la burguesía.


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