Reflexiones sobre Historia Social desde Nuestra América. Gabriela Grosores

Reflexiones sobre Historia Social desde Nuestra América - Gabriela Grosores


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escuela de los Annales y que murió fusilado por el na­zismo, en el año 1941 dedicaba el prólogo de su libro, Introducción a la Historia, a su compañero de trabajo, Lucien Febvre: “Juntos hemos combatido largamente por una Historia más amplia y más humana. Sobre la tarea común se ciernen muchas amenazas no por nuestra culpa, somos los vencidos provisionales de un injusto destino”. Así explicitaba su punto de vista, su objetivo: buscar una Historia “más amplia y más humana”, una Historia que no se base en parcialidades, sino que intente reponer la totalidad real, una to­talidad en movimiento.16

      Cuando Salamanca en el año 75 planteaba que había dos cami­nos (o se apoyaba el golpe imperialista, por acción u omisión, o se profundizaban las luchas hacia la liberación) estaba diciendo que los diversos sujetos actuaban concientemente desde su punto de vista, en diferentes direcciones. Se actuaba con mayor o menor cla­ridad política, mayor o menor grado de conciencia, pero eligien­do un camino, aún cuando su conocimiento de la realidad fuera, como lo es siempre, parcial.

      Por lo tanto, comprender la Historia implica encontrar esa correlación de fuerzas entre las distintas acciones concientes de los hombres en cada momento, y nuestros instrumentos son las teorías, los puntos de vista y los rastros presentes del pasado. La Historia pasada tiene una significación presente y ella es la que le otorga significado para quien la estudia. Por eso, lo que permite conocer el pasado cabalmente es el conocimiento del presente.

      El punto de vista es condición de la ciencia y por eso resulta imprescindible conocer cuál es la perspectiva de quien está dando cuenta de la Historia y esto no implica que no se pueda tener objeti­vidad. Si conocer es poner en relación un sujeto y un objeto, el suje­to no puede observar desde otro lugar que desde el propio. El punto de vista es un instrumento científico: ¿Cuál es la diferencia entre los diversos puntos de vista?, ¿Hay formas de ver más y formas de ver menos? Hay sectores de la sociedad cuya posición en el entramado social contradictorio determina velos ocultadores y justificativos del orden social. Por lo tanto su mirada es mítica, lejos de la ciencia. Allí el punto de vista opera como límite, en la intersección de los desco­nocimientos de una época y los intereses justificatorios.

      Alcira Argumedo plantea la existencia de un “punto de vista popu­lar” que recupera las otras voces oprimidas por las corrientes eurocén­tricas y que es necesario reconocer el pensamiento teórico de un Otro. Este Otro, “es un sujeto social heterogéneo que encuentra su punto de unidad en una historia común de resistencias y desgarramientos, de sueños de dignidad y autonomía”. Este sujeto ha ido desarrollando una matriz propia de pensamiento que es necesario rescatar para po­der mirar más completamente la historia de América Latina.

      Por eso nosotros proponemos una Historia científica que está en las orillas de la Academia, que no es la ciencia oficial, con sus modos de regimentación y validación. Es en esas orillas donde se puede descubrir el pensamiento de los pueblos, donde se puede apreciar cómo avanzó en el entendimiento de la realidad para po­der transformarla.

      Ese posicionamiento implica, también otras motivaciones sub­jetivas para la búsqueda de la verdad. Como dijera Rodolfo Walsh a los miembros de la Junta: “Estas son las reflexiones que en el pri­mer aniversario de su infausto gobierno he querido hacer llegar a los miembros de esa Junta, sin esperanza de ser escuchado, con la certeza de ser perseguido, pero fiel al compromiso que asumí hace mucho tiempo de dar testimonio en momentos difíciles”.

      Conclusiones

      Tanto Walsh como Salamanca partiendo de su posiciona­miento y práctica política en su presente lo abordaron con una perspectiva histórica: fue la experiencia histórica de los Golpes de Estado y las Dictaduras pro imperialistas la que se actualizaba en sus previsiones y orientaba su acción. Allí el conocimiento que proviene del recuerdo en el instante de peligro pasa a incidir, a través de la acción social conciente y permite tomar un lugar en la lucha de clases.

      En nuestro presente la pretensión de reconstruir lo que “ine­vitablemente” dio paso al Golpe del ´76 genera un discurso legi­timador que resulta en la empatía con el vencedor, que Benjamin critica en el historicismo idealista, empatía que “resulta siempre ventajosa para los dominadores de cada momento”. Una empatía con el vencedor que resulta en convertir el curso dominante de los hechos en una inevitabilidad predeterminada que esconde la dia­léctica histórica en general y en el caso que estamos analizando, la acción contradictoria de oprimidos contra dominadores.

      A pesar del tono aparentemente crítico de la historiografía he­gemónica, contrastando discursos y hechos, se destaca la venta­ja para los dominadores de ese momento de afirmaciones como las que desliza Halperín Donghi, caracterizando al golpe como una “solución”, si bien no deseable sí inevitable y al terrorismo de estado como el producto de la acción de un “carnicero cham­bón”. Así también el remanido recurso del uso del impersonal o del denominador común “la gente”, que responsabiliza a todos por el consenso a la acción de los represores, o cuando Novaro se pregunta “por qué fueron en su momento tolerados e incluso celebrados” y omite preguntarse cómo fueron resistidos y com­batidos en situaciones tan extremas.

      Por el contrario, Benjamin nos interpela en la necesidad im­prescriptible de “pasarle a la historia el cepillo a contrapelo” para desocultar el pensamiento y la acción de los “provisionalmente vencidos” (como se concebía Bloch en 1941). Ese desocultamien­to permite comprender mejor tanto los hechos del pasado como su ulterior devenir en nuestro presente conflictivo y su resolución práctica, objetivo principal del conocimiento histórico y social.

      En este presente reconocemos a Salamanca y Walsh como nues­tros contemporáneos. “El don de encender en lo pasado la chispa de la esperanza, solo es inherente al historiador que está penetrado de lo siguiente: tampoco los muertos estarán seguros ante el ene­migo cuando este venza”. Doble chispa de esperanza: la esperanza de aquellos militantes políticos devenidos en “historiadores”, de poder dar testimonio y que su voz no se acalle, y la nuestra, como historiadores que aprendemos de esa experiencia histórica como “fondeadero de las luchas del presente” y en nuestra acción, pro­curamos rescatar de las garras del enemigo a nuestros muertos.

      3 Ver Walter Benjamin,“Tesis de Filosofía de la Historia”, en Discursos In­terrumpidos I, Taurus, Madrid, 1982, pp.180-182

      4 Chesneaux, J. ¿Hacemos tabla rasa del pasado?, Siglo XXI, Buenos Ai­res, 1981.

      5 René Salamanca (1940—detenido-desaparecido el 24 de Marzo de 1976). Obrero mecánico, comunista revolucionario, Secretario del SMATA de Córdoba. Rodolfo Walsh (1927-1977 asesinado


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