Reflexiones sobre Historia Social desde Nuestra América. Gabriela Grosores

Reflexiones sobre Historia Social desde Nuestra América - Gabriela Grosores


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rel="nofollow" href="#ulink_62143511-eb0a-56f1-a685-33a76dd12b5e">6 Vilar, P. Introducción al vocabulario del análisis histórico. Crítica. Barcelona, 1980. p. 17.

      7 Vilar, P. Introducción al vocabulario del análisis histórico…p. 18-19

      8 Ernest Labrousse, René Zazzo y otros, Las estructuras y los hombres, Ariel, Barcelona, 1969, p.102

      9 J. Fontana, Historia, Análisis del pasado y proyecto social, Crítica, Barce­lona, 1982.

      10 Reportaje a Tulio Halperin Donghi realizado por Felipe Pigna. Revista XXIII. Buenos Aires. 2003.

      11 Marcos Novaro. Revista Ñ. Buenos Aires. 18-3-2006.

      12 Lo que comúnmente se denomina “la Historia Oficial”, la historia de Mitre, la historia de la Academia y los viejos manuales, que se había impuesto a sangre y fuego en el siglo XIX, por la fuerza del poder estatal y de sus instrumentos ideológicos, a lo largo del siglo XX fue erosionada, jaqueada, criticada por las luchas populares y su impacto en el campo in­telectual y científico. Pero en los años noventa se recreó una nueva Historia Oficial; con una nueva hegemonía que llegó a ser casi absoluta, manejando prácticamente toda la carrera de Historia, en casi todas las facultades del país, por medio de concursos manipulados y distintas maneras de expulsión y exclusión, dominando los medios de comunicación, determinando conte­nidos de los manuales de la secundaria, los planes de estudio, etc.. Se consti­tuyó una nueva Historia hegemónica que nuevamente ha sido cuestionada y jaqueada por las luchas populares de nuestro presente y su interacción con el desarrollo de una historiografía crítica, a la vez científica y popular. Después de décadas del silenciamiento del pasado que acompañó a la dic­tadura, la Historia ha vuelto a ser protagonista de la discusión ideológica.

      13 Vilar, P. Introducción al vocabulario del análisis histórico. Crítica. Barcelona, 1980. p. 18-19.

      14 Es explicita la polémica: Petras escribe en 1981, en su artículo El terror y la hidra: el resurgimiento de la clase trabajadora argentina: “La clase trabajadora argentina no se ha quedado inmóvil. La explicación de esta inmovilización basada en la represión no puede explicar el hecho de que Argentina, con niveles de represión similares o mayores, ha visto estallar la lucha por todo el país y en diversas industrias y regiones”.

      15 La estrategia dictatorial en este sentido ha sido de las más elocuentes: el ocultamiento de las listas de los desaparecidos, de las listas de los chicos secuestrados, las listas de los torturadores, las de los bienes apropiados, el pacto de silencio de los represores, etc.

      16 Por cierto, nunca se puede abarcar la totalidad, pero si se puede, a partir de encontrar las regularidades, reponer, referir a esa totalidad que se manifiesta en el propio devenir histórico. Remitir a esa totalidad como posibilidad para ser constatada por medio de los hechos, como dice Vilar, es nuestra tarea como sujetos de la reflexión y de la práctica. Ver la dedicatoria en Marc Bloch, Introducción a la Historia, Fondo de Cultura Económica, México, 1967, p.7

      17 Ciafardini, Horacio (Hugo Paez) Revista Síntomas. Buenos Aires. 1983.

      18 Argumedo, Alcira. Los silencios y las voces en América Latina. Ediciones del Pensamiento Nacional. Buenos Aires, 2000.

      Tebas, la de las Siete Puertas, ¿quién la construyó?

      En los libros figuran los nombres de los reyes.

      ¿Arrastraron los reyes los grandes bloques de piedra?

      Y Babilonia, destruida tantas veces,

       ¿quién la volvió a contruir otras tantas?¿En qué casas

      de la dorada Lima vivían los obreros que la construyeron?

      La noche en que fue terminada la Muralla china,

      ¿adónde fueron los albañiles? Roma la Grande

      está llena de arcos de triunfo. ¿Quién los erigió?

      ¿Sobre quiénes triunfaron los Césares? Bizancio, tan cantada,

      ¿tenía solo palacios para sus habitantes? Hasta en la fabulosa Atlántida,

      la noche en que el mar se la tragaba, los habitantes clamaban

      pidiendo ayuda a sus esclavos.

      El joven Alejandro conquistó la India.

      ¿El solo?

      César venció a los galos.

      ¿No llevaba consigo ni siquiera un cocinero?

      Felipe II lloró al hundirse

      su flota. ¿No lloró nadie más?

      Federico II ganó la Guerra de los Siete Años.

       ¿Quién la ganó, además?

      Una victoria en cada página.

      ¿Quién cocinaba los banquetes de la victoria?

      Un gran hombre cada diez años.

      ¿Quién pagaba sus gastos?

      Una pregunta para cada historia.

      Bertolt Brecht, 1934

      19 Bertolt Brecht, Poemas y canciones, Alianza Editorial, Madrid, 1984, p.91

      CLAUDIO SPIGUEL

      Por su objeto, la historia-conocimiento, la historia-ciencia, no se refiere solo a hechos circunstanciales unidos por relaciones inme­diatas de causa y efecto, -tal como los estudiaba la historia “positivis­ta” clásica- (“¿Por qué César cruzó el Rubicón desafiando la ley de la república romana?” o “¿Qué tenía en la cabeza cuando cruzó?”) que se planteaba que un hecho histórico podía explicarse fundamental­mente por las ideas de los dirigentes. Por el contrario, la Historia­ conocimiento busca tanto elaborar una descripción estructural de las sociedades pasadas, en aquellos aspectos nodales que las configuraron, como también, y fundamentalmente, dar cuenta de su de­sarrollo, de su dinámica; se propone explicar cómo una sociedad se transformó en otra, cómo lo viejo dio lugar a lo nuevo.

      Los hombres han hecho su historia y la han contado, desde mucho tiempo antes de que existiera un registro escrito, desde las primeras sociedades cazadoras-recolectoras hasta el apogeo y de­cadencia del capitalismo imperialista y la lucha contra él en nues­tro


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