Entre bestias y bellezas. Michael Edward Stanfield

Entre bestias y bellezas - Michael Edward Stanfield


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dos años más tarde por otra recolección de datos. Los periódicos, diarios y revistas abundaban en las bibliotecas y archivos de Bogotá, Medellín, Cali y Cartagena, lo que me suministró fuentes de belleza para esas ciudades y sus alrededores, y para otros países. Los relatos de viajes del siglo XIX me permitieron asomarme a la vida de provincia en Antioquia, Cauca, Santander, Cundinamarca y el río Magdalena tras los pasos de los viajeros nativos y extranjeros que se enfrentaron a la difícil y extensa geografía de Colombia en camino a diversas ciudades. Cromos, el equivalente colombiano de Life Magazine, me sirvió como una buena fuente longitudinal, debido a su publicación semanal desde 1916 y porque en sus portadas suelen predominar las imágenes de mujeres atractivas e importantes. Como la mayoría de los seres humanos usamos muchísimo la vista para estudiar y comprender nuestro mundo, también me centré en fuentes visuales como fotografías, grabados y caricaturas para complementar las fuentes textuales.7

      Las fuentes primarias, como las ya mencionadas, constituyen la principal base documental de este libro porque su tema es nuevo. Sin embargo, fuentes secundarias de Colombia y otros lugares le dan a este estudio mayor contexto y valor comparativo. Aunque los historiadores generalmente han esquivado el tema de la belleza, los colombianos han publicado algunos trabajos sobre él. El sexagésimo aniversario del certamen de Señorita Colombia en 1994 produjo tres libros, uno de celebración y dos sensacionalistas; el primero, Las más bellas: historia del concurso nacional de belleza, incluye muchas fotografías de página completa de antiguas bellezas y ofrece una buena visión general de la evolución del certamen, junto con útil información procedimental. Las dos obras sensacionalistas, escritas por los periodistas colombianos Eccehomo Cetina y Pedro Claver Téllez, subrayan la manera en que el certamen y sus concursantes se han envilecido a través del dinero, la fama, el sexo, la ambición y los hombres ricos e inescrupulosos que han atraído: manejadores profesionales y estilistas, políticos y narcotraficantes.8

      Simultáneamente, el interés creciente en Colombia en la década de 1990 por los estudios de género, la historia de las mujeres y la historia social enriqueció la base secundaria de este estudio. Los tres volúmenes de la serie Las mujeres en la historia de Colombia incluyen más de cincuenta artículos sobre las contribuciones de las mujeres a la historia, la política, la cultura y la sociedad de la nación desde el periodo precolombino, que complementan los excelentes artículos encontrados en los seis volúmenes de la Nueva historia de Colombia.9 Ensayos y monografías como los escritos por Suzy Bermúdez, Catalina Reyes Cárdenas, Patricia Londoño Vega y Santiago Londoño Vélez también ilustran los roles de las mujeres y la vida cotidiana en Colombia en los siglos XIX y XX.10

      American Beauty, de Lois W. Banner, es una temprana excepción a esa tendencia que inspiró este libro. La profesora Banner sostuvo elocuentemente que “la búsqueda de la belleza siempre ha sido una preocupación fundamental de las mujeres estadounidenses”11 y que esta búsqueda ha unido a las mujeres más que cualquier otro hecho. En su análisis primario se enfocó en el rostro, el cuerpo y la moda, y encontró tres tipos principales de belleza que han aparecido y vuelto a aparecer en la sociedad estadounidense. Dedicó la mayor parte de su atención al periodo de 1800 a 1921, pero luego, en una edición actualizada, observó cómo las tendencias que había encontrado antes continuaban a lo largo del siglo XX. Curiosamente, pocos historiadores han seguido el clásico de Banner de 1983, especialmente para el periodo posterior a 1921, cuando el concurso de Miss América y el cine comercializaron aun más la belleza estadounidense.12

      Para llenar este gran agujero historiográfico y enriquecer aun más este estudio, me he extendido de manera ecléctica a otras disciplinas. Los latinoamericanistas a menudo utilizan enfoques interdisciplinarios y comparativos cuando se enfrentan tanto a la complejidad de la región como a la relativa escasez de literatura secundaria. Por ejemplo, la lingüista Amelia Simpson escribió un brillante análisis de Xuxa, la estrella rubia de la televisión brasileña, haciendo énfasis en cómo el megamercadeo de este fenómeno de la década de 1980 reforzó los roles del género femenino mientras jugueteaba con unas nociones ambivalentes y preocupantes de modernidad y raza.13 La obra de Simpson me llevó a indagar sobre cómo el color, la clase, el mercadeo y la modernidad revelan las actitudes de los colombianos hacia sí mismos y su nación. Desde el ámbito de la literatura y la crítica literaria, Ellen Zetzel Lambert analizó la “belleza difícil” que aparece en las obras de las autoras inglesas del siglo XIX, expresión literaria de la belleza de gran emoción y profundidad. Lambert también abordó las causas y formas en que las feministas de finales del siglo XX tuvieron que lidiar con la belleza como una cuestión personal y política, objetivo en parte inspirado por el éxito fenomenal de otra obra sobre la belleza, The Beauty Myth, de Naomi Wolf.14

      Lambert me ayudó a apreciar el poder y la sutileza de la belleza, especialmente en sus formas no visuales, literarias y profundas, tal como la expresaron los escritores colombianos del siglo XIX. Antropólogos como Beverly Stoeltje han publicado excelentes estudios comparativos sobre el poder y el significado de los concursos de belleza, trabajos fascinantes e iluminadores para mí dada la obsesión colombiana con los concursos.15 Por último, la psicóloga Linda A. Jackson me llevó a través del campo minado de la naturaleza y la crianza, la biología y la cultura, y cómo configuran la belleza y su estudio en su innovador libro, Physical Appearance and Gender: Sociobiological and Sociocultural Perspectives.16 Jackson ciertamente abrió mis propias perspectivas culturales sobre cómo y por qué a los seres humanos nos importa la belleza.

      No pretendo que esta investigación y sus hallazgos constituyan nada parecido a un trabajo definitivo u objetivo. Se trata, por el contrario, de un estudio introductorio destinado a inspirar el pensamiento y la reflexión. Espero que este libro abra el camino para que otros estudiantes y académicos analicen temas culturales similares en el futuro. No soy ni colombiano ni mujer, y escribo sobre la belleza femenina en una tierra extraña, pero querida. Soy consciente de mis propias limitaciones, sesgos y anteojeras. Lo que sí afirmo, sin embargo, es que la belleza constituye una ventana cultural esclarecedora para contemplar a los seres humanos como individuos y en la sociedad, ya que registra el desarrollo de las culturas y las naciones en el tiempo. Nos dice mucho sobre las regiones y sus culturas peculiares, en este caso en Colombia, ya que rastrea cómo se convirtió el país en una nación más urbana y moderna. Se enfoca directamente en el rol, la imagen y el poder relativo de las mujeres, poniendo por consiguiente a la mayoría de la población y a un gran tema nacional en primer plano, enfoque a menudo subestimado en la historia de Colombia y América Latina.

      Espero que los colombianos encuentren este libro y sus argumentos desafiantes y provocativos, mas no ofensivos, ya que replanteará el modo en que algunos ciudadanos piensan sobre sí mismos y su pasado colectivo. Espero enseñarles a los no colombianos, especialmente a los residentes de los Estados Unidos, algo sobre la historia y la sociedad colombianas, dada la lamentable ignorancia demostrada por la continua y creciente financiación estadounidense de la violencia en Colombia, más alimento para la bestia. En pocas palabras, usaré la belleza como anzuelo para que los norteamericanos lean sobre Colombia, mientras reto a los colombianos a verse a sí mismos y a su situación actual de manera novedosa. Finalmente, espero que quienes lean este libro revisen lo que piensan y cómo piensan sobre la historia y Colombia, la belleza y las relaciones de género, el mundo moderno y global y, sobre todo, lo que los seres humanos tenemos en común.

      Nueve capítulos subdividen la cronología y las exposiciones temáticas que siguen. El capítulo primero ofrece al lector una introducción histórica y geográfica a Colombia, pues presenta temas importantes en la historia de la belleza a lo largo del tiempo. El capítulo segundo comienza a explorar cómo se definieron, expresaron y representaron la belleza y la fealdad de 1845 a 1885. La geografía quebrada y heterogénea de Colombia y el regionalismo concomitante nos ofrecerán una visión de la vida de las élites y la gente del común en ciudades coloniales y aristocráticas como Bogotá, Cartagena y Popayán, en comparación con las regiones más recientemente pobladas y menos aristocráticas de Antioquia y Santander. En su forma y presentación, la moda transmite nociones de belleza, modernidad y clase, por lo que veremos lo que vestían las personas y cómo se presentaban en público. Durante este periodo, los tradicionalistas de los partidos Liberal y Conservador criticaban el corsé y el impacto de la moda extranjera,


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