Entre el derecho y la moral. Paula Mussetta

Entre el derecho y la moral - Paula Mussetta


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Y, por último, establecemos los lineamientos teórico-metodológicos para el estudio del Estado. Así, en este capítulo respondemos tres preguntas. Primero analizaremos en qué aspectos específicos se sostiene la idea de que junto con la mediación en Córdoba se desarrolla un propósito de moralización social. Segundo, de dónde surge este interés del Estado y por qué creemos que resulta problemático que el Estado, tal como lo hace en el caso de la mediación, se proponga este tipo de objetivos. Y tercero, cuál es la definición de Estado que resulta apropiada para estudiar un problema como éste.

      Éste es el logro más importante que la mediación en Córdoba se propone como fin. Al tiempo que reconoce la importancia para la vida social de la existencia de estos valores en los sujetos, advierte la carencia e insuficiencia de los mismos en la vida cotidiana. Por lo tanto, su meta es generar el cambio social y cultural necesario para promover el desarrollo de estas cualidades. De esta manera, el objetivo de la mediación en Córdoba se convierte en su esencia, su espíritu, su identidad. El cambio social y cultural que ella se propone como meta, implica recomponer los lazos sociales y la comprensión mutua, el diálogo y el consenso para la preservación del entramado social. Así, la mediación sería una herramienta cuyas bondades consisten en facilitar y acortar la brecha entre la sociedad real y el modelo de sociedad deseada. Las referencias a un modelo de sociedad ideal aparecen y organizan constantemente el discurso de la mediación en el caso estudiado. Además, la carga de valores contenida en ella no sólo la define, sino que a veces opera como una fuente de legitimación. El modelo de la mediación es un deber ser moral, pues funda sus bases en una supuesta rectitud y civismo en las conductas de los ciudadanos, de los cuales se espera se rijan por principios que internamente orienten sus comportamientos. Se espera lograr una manera virtuosa de relaciones entre sujetos y convivencia cuyo potencial resida en el ámbito de deberes y responsabilidades a los que el sujeto cree que ha de responder y no en el de los impuestos por normas y regulaciones. Éste es el contenido moral del programa y nuestro punto de partida. En consecuencia, este estudio no pretende demostrar que el cambio social es un rasgo que define la mediación que lleva a cabo el gobierno cordobés, sino que partimos desde allí con la tarea de definirlo y analizar algunas de sus implicaciones.

      Existe mucho material escrito sobre este componente de la identidad de la mediación, trabajos que apoyan la mediación creyendo en ella como un medio eficaz y legítimo para mejorar la calidad de vida de las personas, en el sentido que venimos señalando (Schwerin, 1995; Boqué Torremorel, 2003; Gottheil, 1996; Baruch Bush y Folger, 1996). Este tipo de intervenciones por parte del Estado, en la sociedad, configuran un terreno sobre el que las estrategias desplegadas deberían actuar y especificar sujetos de gobierno, como individuos que son, potencial o efectivamente, sujetos de obediencia a un conjunto de valores, creencias y compromisos (Rose, 1996). Se apela a los sujetos como individuos morales con lazos de obligaciones y responsabilidades, sujetos que son responsables de sí mismos pero a la vez están ligados a ciertos lazos de afinidad a una red circunscrita con otros individuos: grupos de familia, localidad, compromiso moral, etcétera (Rose, 1996).

      El énfasis puesto en un modelo de sociedad ideal no deja dudas de que lo primordial es promover un cambio sociocultural. Sin embargo, algunos aspectos de este propósito son ambiguos y poco claros. Por un lado, los fundamentos morales del programa —aquellos valores que quiere desarrollar en los individuos— no dejan claro si lo moral es parte de un etiquetamiento de un problema que la sociedad padece o si es la solución a ese padecimiento. Es decir, el fundamento de la mediación no deja claro si la crisis de valores —crisis moral— es la situación no deseada que se quiere cambiar o lo que es moral es el medio para el cambio.

      Por otra parte, los propósitos sobre su potencialidad transformadora —aunque recalcados— son a simple vista demasiado generales. En ocasiones la esencia o identidad de la mediación se pierde en un simple optimismo y deseos de transformación social. Se hace de este optimismo la esencia del programa, pero los enunciados no especifican cómo podría lograrse eso. En un primer acercamiento al tema, esto queda sin resolverse. La tarea de ponerle claridad, ordenar los significados y explicar el sentido de esta identidad de la mediación en Córdoba es una tarea que corresponde a este trabajo. El sentido del cambio social y el contenido de la moralización se entienden con mayor claridad cuando se analizan las prácticas concretas y los discursos de los actores de la mediación en Córdoba.

      El proyecto moral que se despliega junto con la maquinaria de la mediación —y que se constituye como objeto de este trabajo— trasciende el texto legal de la mediación porque indaga en ideas, procesos y fundamentos que exceden el contenido sustantivo de la ley de mediación. De hecho si nos limitásemos a analizar el documento legal, nuestra pregunta tendría poco sustento. Se extrañan en la ley disposiciones sustantivas y definiciones que pretendan regular comportamientos sociales. Y se extrañan porque la mediación, una vez puesta en práctica, no se mantiene ajena a la regulación social, normativa y cargada de valores. La discusión sobre los logros que la mediación podría llegar a generar en el contexto social la encontramos en la puesta en funcionamiento del programa. Es necesario ir más allá de la ley y estudiar las prácticas estatales de la mediación, ya que se convierten en una manera apropiada para abordar el proyecto moral que las sostiene. Entonces nuestro


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