Toxicología. Carlos Damin

Toxicología - Carlos Damin


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intestinal) a la luz del tubo digestivo a través de la administración seriada de carbón activado. El tóxico adsorbido así por el carbón se excretará por el tubo digestivo.

      La exanguinotransfusión es el cambio total o parcial del volumen sanguíneo. Se utilizaba en casos de extrema gravedad, cuando no se disponía de otro medio de eliminación del tóxico en la sangre. Por ejemplo, en una metahemoglobinemia que no respondía al azul de metileno. Se encuentra en desuso y no es una técnica recomendada.

      Los quelantes son la sustancia que se une al tóxico. Lo neutraliza al formar un complejo hidrosoluble y permite que se eliminen juntos por orina, como dimercaprol o BAL (British Anti-Lewisite), que se utiliza en intoxicación aguda con Hg, Ar, Pb.

      Administrar el antídoto y/o antagonista si lo hubiere

      Se verá con detalle en el capítulo 3 “Antídotos”.

       5 . Observación y cuidado continuo

      Luego de haber hecho el diagnóstico e iniciado el tratamiento específico de la intoxicación, se debe continuar con la observación y el cuidado continuo del paciente, por la posibilidad de que pueda agravarse o aparecer cualquier tipo de complicación. Además, cuando se considere necesario, debería ser evaluado por el equipo de psicopatología. Esto debería indicarse después de que el paciente haya superado la urgencia médica y cuando se encuentre en condiciones de ser entrevistado por ese equipo.

       Capítulo 2

       Signos, síntomas y sustancias tóxicas asociadas

      Durante toda la formación académica, el médico aprende a conocer y a entender los signos y síntomas de una enfermedad. Ya en Semiología aprende que la coloración azulada de la piel y las mucosas puede significar cianosis, y a su vez que esta última es generada por distintas enfermedades, como por ejemplo una neumonía. Aprende que la ictericia se debe al aumento de la bilirrubina, que se origina en el hígado o en los glóbulos rojos, y que la fiebre tiene múltiples orígenes. Sabe que una enfermedad puede ser de causa autoinmune o infecciosa, tumoral o incluso tóxica. Cada signo y síntoma tiene un mecanismo fisiopatológico y una etiología causal y cada enfermedad tiene muchos signos y síntomas concomitantes.

      El buen médico aprende a utilizar esa habilidad de asociación, relación y detección. Para eso, debe conocer. Debe saber. “El que no sabe lo que busca, no entiende lo que encuentra”, escribió el médico francés Claude Bernard (1813-1878). Conocer los signos y los síntomas permite formular un síndrome. Y conocer los síndromes permite diagnosticar una enfermedad. El médico se transforma en una suerte de “detective del cuerpo”, un sabueso que busca claves que le ayuden a descifrar la identidad de la dolencia que aqueja al paciente.

      Las enfermedades muchas veces tienen más de un síndrome, e incluso un síndrome puede corresponderse a muchas enfermedades distintas. Pero la detección de la enfermedad es la llave para la correcta interpretación del paciente, “quien hace diagnóstico, sienta pronóstico”, y quien sabe el pronóstico, actúa correctamente y en consecuencia. No obstante, aunque la Semiología sea una de las materias más antiguas en la formación del profesional, se trata de un capítulo de la medicina muy dinámico. En la actualidad, el médico de urgencias no solo debe conocer los síndromes propios de las patologías existentes más habituales, sino también sobre patologías provocadas por los distintos tóxicos existentes que aumentan con asiduidad. Año tras año se incrementa el número de sustancias químicas utilizadas como sustancias de abuso o como productos de uso doméstico. Incluso hay un sobrecrecimiento constante en el espectro de los medicamentos, en el que la oferta es más y más variada. De esta manera, como se verá en el presente capítulo, cada síntoma puede ser causado por distintos medicamentos y sustancias. A su vez, existen nueve síndromes tóxicos, que incluyen a la mayoría de las sustancias tóxicas conocidas. Conocerlos permite sospechar y posteriormente detectar de manera veloz el agente causal y poder así actuar en consecuencia. En el presente capítulo se describirán todos ellos, con sus síntomas, signos y las probables sustancias involucradas.

      Síntomas y sustancias tóxicas asociadas

       Abortivos: ergotamina, misoprostol, quinidina, ruda.

       Agranulocitosis: acetominofén (paracetamol), alopurinol, anfotericina b, captopril, cloranfenicol, cisplatino, colchicina, diclofenac, enalapril, gentamicina, haloperidol, ibuprofeno, interferón, ketorolac, nifedipina, tamoxifeno, vancomicina, zidovudina, dipirona, clozapina.

       Aleteo/fibrilación auricular: aluminio, anfotericina b, atropina, dopamina, fluoxetina, levodopa, nicotina, nitratos, fisostigmina, verapamilo, cocaína, tolueno.

       Amnesia: diazepam, diltiazem, flunitrazepam, midazolam, ritonavir, zolpidem, ácido domoico (algas).

       Anemia aplásica: acetazolamida, arsénico, colchicina, DDT, ibuprofeno, ketorolac, lindano, prednisona.

       Anisocoria: atropina, etilenglicol, hiosciamina, escopolamina, mordedura de cascabel, mordedura de coral.

       Bloqueo a-v: amiodarona, amitriptilina, antimonio, atenolol, clorpirifós, diclorvós, digoxina, diliazem, hidroclorotiazida, plomo, litio, magnesio, malatión, nifedipina, propofol, quinina, verapamilo.

       Distrés respiratorio del adulto: antidepresivos tricíclicos, salicilatos, ácido sulfúrico, picadura de escorpión venenoso Tityus trivittatus.

       Extrapiramidalismo: amantadina, bromocriptina, gabapentin, haloperidol, litio, manganeso, pemolina, talio, tolueno, ácido valproico, quetiapina, risperidona, lurasidona, levomepromazina, tioridazina.

       Ginecomastia: amiodarona, cimetidina, digoxina, diltiazem, enalapril, compuestos de oro, ketoconazol, marihuana, metoclopramida, sertralina.

       Hipercalcemia: aluminio, calcio, colecalciferol, furosemida, litio, tamoxifeno, vitamina A, vitamina D, teofilina.

       Hiperkalemia: aluminio, amiloride, diclofenac, enalapril, ibuprofeno, ketorolac, naftaleno, piroxicam, verapamilo, zopiclona, litio, naproxeno.

       Hipernatremia: colchicina, litio, malatión, iodopovidona, ácido valproico, estricnina.

       Hiperuricemia: acetazolamida, etanol, ketoconazol, lisinopril, metotrexato, prednisona, salicilatos, vincristina.

       Hipo: bromatos, dexametasona, fentanilo, flumazenil, midazolam, propofol.

       Hipocalcemia: acetazolamida, alendronato, bario, clortalidona, cisplatino, colchicina, fenitoína, fluconazol, fósforo blanco, ketoconazol, manganeso, ácido fluorhídrico, ácido oxálico, ácido bórico, ácido acetilsalicílico (aspirina), ácido valproico, glicoles, xileno, tolueno, benceno.

       Hipokalemia: acetazolamida, amitraz, bario, bupropión, dexametasona, digoxina, dobutamina, fluconazol, fluoxetina, furosemida, litio, salicilatos, teofilina, tolueno, estricnina, agonistas beta.

       Hiponatremia: acetominofén (paracetamol), bromocriptina, carbamazepina, diclofenac, fentanilo, fluoxetina, ibuprofeno, ketamina, metformina, metanfetamina, piroxicam, propofol, salicilatos, sertralina, venlafaxina, vitamina D.

       Hirsutismo: clonazepam, danazol, fluoxetina, minoxidil, prednisona, sertralina, tamoxifeno, testosterona, triamcinolona.

       Impotencia: betabloqueantes, bupropión, catinonas, cocaína, estrógenos, finasteride, gabapentin, metadona, plomo, risperidona, tolueno, venlafaxina, verapamilo.

       Priapismo: bupropión, cocaína, Latrodectus, mirtazapina, nefazodona, Phoneutria, trazodona.

       Prolongación QRS: betabloqueantes, carbamazepina, digitoxina, digoxina, difenhidramina, litio, potasio, verapamilo,


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