Tao Te King. Gastón Soublette

Tao Te King - Gastón Soublette


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como algo que en cierto modo nos pertenece, y eso solo puede ocurrir en la medida en que sus revolucionarias proposiciones y denuncias coincidan con las proposiciones y denuncias que a nosotros nos nacería hacer espontáneamente. Si esta condición vital no se cumple, el investigador queda fuera del ámbito real del Tao Te King, aunque en su investigación muestre poseer toda la erudición y la competencia que es posible imaginar.

      Digo esto porque estoy persuadido de que para entender el Tao Te King como se debe, antes que poseer la competencia requerida es preciso haber sido atacado por esa abrumadora lucidez que nos abre los ojos sobre la deformidad del mundo actual, porque eso es lo único que puede darnos a gustar el amargo sabor de la experiencia vivida por Lao Tse en la decadencia de la civilización impulsada por la dinastía Tchu y entender el alcance real de los dramáticos autorretratos que él inserta en el libro y que nos muestran al Viejo Maestro como un huérfano perdido en las calles del mundo. Como también estoy persuadido de que para entender el aspecto más importante de este texto es necesario haber conocido la experiencia de la poderosa unidad que todo lo abraza y haber tenido acceso a la maravilla de la participación consciente en el todo. Solo eso puede situarnos debidamente en el sentido (Tao) que articula en totalidad el poético y sencillo discurso del Tao Te King.

      Lao Tse

      Sobre Lao Tse, el autor del Tao Te King, poco es lo que se sabe. La referencia histórica más antigua que poseemos es la que el historiador Se Ma Tsien

      (s. I a. C.) incluye en sus Memorias Históricas. Esta referencia es extremadamente breve y dubitativa y lo escaso de la información que nos aporta sobre el personaje se debe, como el mismo historiador lo explica, a que Lao Tse procuraba vivir en la forma más oculta y anónima posible. Con todo, por ella conocemos lo que, para los intereses de este libro, es suficiente. A saber: que Lao Tse fue archivero, bibliotecario o guardador de los escritos de la dinastía Tchu en el palacio imperial de la ciudad de Lo Yang; que en su época aparece como un sabio de gran prestigio, encabezando una posición disidente respecto de la sabiduría oficial; y que, hastiado por la corrupción del régimen, decidió abandonar la corte y vivir en retiro, para lo cual viajó a las regiones occidentales y se perdió para el mundo.

      Según Se Ma Tsien, el Tao Te King fue escrito a pedido del guardián de la frontera occidental, para quien, con motivo de su paso por el lugar, Lao Tse lo redactó, exponiendo en él lo esencial de su pensamiento y empleando cinco mil caracteres.

      Sobre la historicidad de Lao Tse y la paternidad de la obra se ha dudado mucho, lo cual responde más a una característica psicológica de los investigadores que a otras razones más dignas de atención, por lo cual, y siguiendo en esto el criterio de otros sinólogos, partiré de la base que Lao Tse existió y que es el autor del Tao Te King, sin perjuicio de reconocer interpolaciones y enmiendas en el texto que se le atribuye. Más no necesito saber, en el entendido que el Tao Te King, como un escrito revelador del carácter y “virtud” de su autor, constituye una fuente de información sobre él más que suficiente, ante la cual, las que pudieran ser circunstancias de su vida, carecen de importancia.

      La época

      El Tao Te King fue escrito en una época crucial de la historia de China, siglos de decadencia del antiguo Imperio, y más exactamente, de la civilización creada por la dinastía Tchu (1122-255 a. C.). Esta civilización hizo de la China de entonces algo semejante a lo que hoy llamaríamos una “gran potencia”, y, en la medida que este Imperio llegó a ser rico y poderoso como ningún otro en el mundo, manejado por una gigantesca máquina gubernamental y sustentado por un orden religioso y jurídico extremadamente complejo, considerado perfecto por sus fundadores, su decadencia, consumada hasta sus últimas y más destructoras etapas, fue algo así como un fin de mundo.

      En lo político, esta decadencia se manifestó por la creciente incapacidad de los soberanos del linaje de los Tchu, lo que fue debilitando paulatinamente el poder imperial en beneficio de los estados feudales, cuyos señores se hicieron llamar reyes y vivieron en perpetuas guerras e intrigas diplomáticas. Este estado de cosas es el que los historiadores llaman “Época de los Reinos Combatientes”, la cual duró desde el siglo V hasta el III a. C., y que significó para la sociedad china un genocidio de varias decenas de millones de muertos.

      Se observa, empero, que esta época de violencia y destrucción fue justamente el tiempo en que floreció en China el pensamiento filosófico, el cual, a partir de Confucio (s. VI a. C.), se fue diversificando hasta constituir un centenar de escuelas. Lo paradójico de este fenómeno, sin embargo, puede explicarse por la necesidad que entonces había de formular una sabiduría que diera a la vida un fundamento racional, en ese momento histórico en que todo lo que hasta entonces había sido un fundamento, se derrumbaba con sus valores e instituciones.

      Contenido del Tao Te King

      Mi proposición fundamental sobre el Tao Te King es que en este texto se ha reunido lo esencial de la sabiduría de los llamados santos soberanos de la antigüedad. En este sentido, no sería una enseñanza nueva ni marcaría un comienzo, sería más bien un epílogo del antiguo Imperio en decadencia, sin perjuicio de constituir un punto de partida como reedición de esa sabiduría para la posteridad. Y esa reedición, realizada con la intención de constituir un cuerpo de doctrina, habría sido motivada por el conflicto creciente que la civilización impulsada por la dinastía Tchu estaba creando en la organización de la antigua sociedad china.

      Los escritos atribuidos al taoísta Tchuang Tse (s. IV a. C.) contienen una mención crítica de las principales escuelas de sabiduría que había en China en aquellos siglos, y en lo que se refiere a Lao Tse, se dice que fue justamente un propagador de la sabiduría de los antiguos. Sin duda por la gran cantidad de citas y refranes tradicionales que el Tao Te King contiene, se entiende que esa sabiduría había sido explicitada en enseñanzas verbales de forma precisa ya mucho antes de la redacción de este libro. Pero la constitución de este cuerpo de doctrina, fundamento de una de las principales escuelas de sabiduría de Oriente, por su carácter polémico y fuertemente crítico de la sabiduría oficial y del estado de cosas del Imperio en tiempos de la dinastía Tchu, muestra claramente que Lao Tse, de hecho, ha encabezado la pléyade de sabios disidentes (procedentes en su mayoría del Sur) que opusieron a la civilización de los Tchu el modelo del Imperio de las épocas aborígenes, consideradas por la tradición taoísta como tiempos paradisíacos.

      Por lo que nos informa la historiografía clásica, en los archivos imperiales estaba puesta por escrito la tradición oral sobre el pasado remoto de los pueblos que en su conjunto formaron la raza china, como asimismo todo lo referente al origen del Imperio y a sus más antiguas etapas de evolución. Lao Tse conoció todos esos antecedentes históricos y mitológicos y de ellos derivó ciertamente la apretada síntesis de sabiduría y experiencia histórica que constituye el contenido del Tao Te King.

      El mito del paraíso

      En lo que respecta a ese pasado remoto del pueblo chino, según el tenor de los textos históricos que a él se refieren, reproduciendo otros textos y tradiciones más antiguas, este es presentado a la manera de un mito del paraíso, de gran desarrollo descriptivo, por el cual se nos informa sobre lo que fue la vida de la especie humana en esas edades lejanas. Fue basándose en esa tradición mítica que los historiadores clásicos dividieron el tiempo en diez edades del hombre y doce períodos cósmicos o zodiacales, correspondiendo la edad décima, esto es, la última (coincidente con el último período zodiacal), al advenimiento del mítico emperador Hoang Ti, el “Ancestro Amarillo”, abuelo de la raza china y fundamento de la cultura, ubicado, según la cronología clásica, entre los años 2705 y 2597 antes de Cristo.

      Los historiadores chinos sostienen que este Hoang Ti fue el primero que puso por escrito la historia y la sabiduría, y en la tradición taoísta figura como el fundador de la escuela. Posteriormente, y durante un lapso de mil quinientos años, se sucedieron, junto a otros de menor importancia, los grandes soberanos presentados por Confucio como modelos de perfección humana. Ellos son, en orden cronológico: Yao el Grande (2357-2283 a. C.); Chun (2255-2205 a. C.); Yu el Grande (2205-2197 a. C.); Tang el Victorioso (1766-1753 a. C.); Wen Wang, conde del Oeste, patriarca de la dinastía Tchu (+1195 a. C.); Wu Wang (1122-1115 a. C.), fundador de la dinastía Tchu; y el Duque de Tchu, hermano, ministro


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