La herencia. Matthew Lopez
Y para continuar, no vas a llegar muy lejos en esta profesión si te da miedo molestar a la gente. ¿Quieres hacer una prueba para mi obra?
ADAM.— Sí.
TOBY.— ¿Por qué?
ADAM.— Es un gran papel.
TOBY.— Ya, bueno. ¿Es la única razón?
ADAM.— Quiero demostrarte que soy bueno.
TOBY.— ¿A mí? ¿Por qué a mí?
ADAM.— Porque te admiro, Toby.
Esto coge a TOBY desprevenido, pero se recompone.
TOBY.— Este personaje es el Everest.
JOVEN 3.— Ay, madre.
TOBY.— Elan no sale de escena en toda la obra. Tiene más frases que Hamlet.
JOVEN 7.— ¿En serio, Toby? ¿Hamlet?
TOBY.— Calla. (A ADAM.) ¿Preparado?
ADAM.— Sí.
TOBY.— Pues adelante.
7. TOBY y ERIC
MORGAN.— Así que Adam hizo la prueba para la obra de Toby y para gran sorpresa de este, fue como si Adam se hubiera convertido en Elan en aquella habitación.
TOBY.— Dios – ese chaval es muy especial, Eric.
ERIC.— Ya, cariño. Llevo semanas diciéndotelo.
TOBY.— Quiero decir como actor. O al menos en este personaje. Es perfecto, si lo piensas. Adam es un niño rico mimado.
ERIC.— Mimado no.
TOBY.— Solo digo que él y Elan han crecido en entornos similares.
ERIC.— Son personas muy diferentes, Toby.
TOBY.— ¿Y tú qué sabes? Elan es mi personaje.
ERIC.— Y Adam es mi amigo.
TOBY.— También es mi amigo.
ERIC.— Pues sé más amable con él.
TOBY.— Puede que vaya a darle su primer papel profesional, por el amor de Dios. ¿Cuánto más amable puedo ser? Esperemos que no la cague.
8. ERIC y ADAM
ADAM.— ¿Cuándo supiste que Toby era el hombre con el que te querías casar?
ERIC.— Si te soy sincero, creo que la misma noche en la que lo conocí. Los siguientes siete años fueron ensayo y error. Pero recuerda: cuando Toby y yo nos conocimos – y desde luego, mientras crecíamos – el matrimonio no era una opción para nosotros. Simplemente supe que era alguien con quien podría pasar el resto de mi vida. ¿Estás pensando en pedir matrimonio a alguien?
ADAM.— No, qué va. Es que tengo curiosidad sobre vuestra relación. ¿Quién se lo pidió a quién?
MORGAN.— Eric se lo pidió a Toby.
ADAM.— ¿Te pusiste de rodillas?
ERIC.— Digamos que ya lo estaba.
ADAM.— ¿Vais a tener niños?
ERIC.— Me encantaría. Siempre he soñando con eso.
MORGAN.— Pero, claro, Toby tuvo una infancia difícil.
TOBY.— ¿Qué?
ERIC.— Ni siquiera yo sé toda la historia.
MORGAN.— Los padres de Toby murieron cuando él era pequeño.
TOBY.— Morgan.
ADAM.— No lo sabía.
ERIC.— La verdad es que solo conozco la parte más superficial de la historia de Toby.
MORGAN.— Se mudó a Nueva York a los diecisiete.
TOBY.— Espera.
ADAM.— Pensaba que había crecido en Nueva York.
ERIC.— Esa historia es algo complicada.
TOBY.— Para, por favor.
ERIC.— Toby no habla mucho de su pasado – ni siquiera conmigo.
ADAM.— ¿Te molesta eso?
ERIC.— Antes sí. Pero Toby me ha dejado conocerle de formas en que no se lo ha permitido a nadie más. He conseguido entender lo que el amor significa para él.
ADAM.— ¿Y qué significa para ti?
ERIC.— Cuidar a Toby, supongo. Porque nadie lo ha hecho antes.
ADAM.— ¿Aún tenéis sexo Toby y tú?
MORGAN.— Sí.
ADAM.— Y alguna vez… ¿lo hacéis con otra gente?
ERIC.— Digamos que no es lo mismo monogamia que monotonía.
ADAM.— ¿Querríais acostaros conmigo alguna vez?
TOBY.— Di que sí.
ERIC.— Uy.
ADAM.— Lo siento.
TOBY.— Di que sí.
ERIC.— No, no lo sientas.
TOBY.— Di que sí y ya está. Ya hablaremos de los detalles.
ERIC.— Es una oferta muy halagadora y muy tentadora.
TOBY.— Así que…
ADAM.— No tienes / que –
ERIC.— No, en serio. Eres muy atractivo.
TOBY.— Está buenísimo.
ERIC.— Y en otras circunstancias estaría abierto a la idea.
TOBY.— Sí, cariño.
ERIC.— O a tope con ella.
TOBY.— Sí, cariño.
ERIC.— Como más te guste.
TOBY.— ¡Sí, cariño!
ERIC.— Pero creo que quizá no sea una buena idea: si consiguieras el papel en la obra de Toby, creo que no querrías esa energía entre vosotros mientras trabajáis.
TOBY.— ¿¡Qué!?
ERIC.— Y si no consiguieras el papel… bueno, quizá esta amistad vaya de otra cosa. En otras palabras, no jodamos esto que tenemos.
TOBY.— Me matas, Eric.
ADAM.— Sí. Tienes razón. Lo siento.
ERIC.— No te disculpes.
ADAM.— No sé qué estoy haciendo.
ERIC.— Todo está bien, de verdad.
ADAM.— ¿Podría acudir a ti de vez en cuando? ¿Si necesito una guía? ¿O consejos? ¿Experiencia?
ERIC.— ¿Te interesa… mi experiencia?
ADAM.— Sí. Por supuesto.
ERIC.— Ay. Vaya.
MORGAN.— Bueno, y ¿algo de perspectiva, quizá?
ERIC.— Si te sirve de algo…
ADAM.— Sí. Perspectiva. Me encantaría. Gracias, Eric.
MORGAN.— A Eric nunca le habían pedido sexo y consejo en la misma conversación. Toda su vida había sido el hijo, el hermano pequeño, el alumno. Siempre había tenido a alguien a quien admirar. Nunca se le había pasado por la cabeza que, en