La herencia. Matthew Lopez

La herencia - Matthew Lopez


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3.— Disculpa – ¿puedo hacerte otra pregunta?

      MORGAN.— Por supuesto.

      JOVEN 3.— Antes has dicho que Eric no era especial. ¿De verdad lo crees?

      JOVEN 1.— Morgan ha dicho que Eric no pensaba que era especial.

      JOVEN 3.— Pero ¿cómo puede pensar eso? Me parece alguien extraordinario.

      MORGAN.— Acabáis de dar con un gran secreto que ni siquiera Eric conoce. Eric Glass se equivocaba sobre sí mismo de todas las formas posibles. No solo era la persona más valiente que conocía, además tenía una capacidad para mejorar el mundo mucho más grande de lo que pudiera imaginar. La concepción que Eric Glass tenía de sí mismo era completamente falsa. Es solo que aún no se había enterado.

      ERIC.— ¿Cómo se enterará?

      MORGAN.— Sufriendo.

       9. ERIC, TOBY y ADAM

      MORGAN.— Bueno, ¿consigue Adam el papel?

      Los chicos quieren que lo consiga. Todas las miradas sobre TOBY.

      TOBY.— ¡Sí, me cago en la puta! ¡Vamos a darle el papel!

      Los chicos lo celebran.

      ADAM.— ¡No me lo puedo creer! De verdad que, por ti, quiero hacer un trabajo impresionante, Toby.

      TOBY.— Más te vale, chaval.

      ADAM.— Te lo prometo. ¡Joder, es que no me lo creo! ¡Voy a hacer el personaje! ¿Quién más estará en el montaje? Puedo recomendarte a algunos amigos para el elenco. ¿Sabes dónde va a estar tu apartamento en Chicago? A lo mejor podemos ir a yoga juntos. Voy a llevar el texto aprendido desde el primer día.

      MORGAN.— Toby sacó a Adam a la terraza y antes de que Eric pudiera salir con ellos la puerta se cerró, separándolos. Eric observaba desde el otro lado del cristal mientras Toby y Adam se abrazaban, reían y fantaseaban juntos.

      Final de la Escena Cuatro.

      ESCENA CINCO

       Otoño de 2016

      JOVEN 7.— Toby y Adam salieron hacia Chicago después del Día del Trabajo, dejando a Eric en Nueva York.

      JOVEN 8.— Eric empezó a sentirse solo casi al instante.

      JOVEN 4.— Por primera vez en años, el hogar que tanto amaba estaba en silencio.

      JOVEN 1.— Y una mañana, un encuentro casual con un viejo amigo sacudió no solo su silencio, sino toda su vida.

      JOVEN 4.— El reencuentro ocurrió, de entre todos los sitios posibles, en el ascensor de Eric.

      ERIC.— ¿Walter? ¡Dios mío, hola!

      WALTER.— ¿Eric Glass?

      ERIC.— ¿Vienes a ver a alguien del edificio?

      WALTER.— No, Henry y yo estaremos aquí unos meses hasta que acabe la reforma de nuestra casa.

      ERIC.— ¿Qué dices? Toby y yo vivimos en la planta quince.

      WALTER.— Ahm.

      ERIC.— Escucha, Walter: me siento fatal por haberte hecho ghosting el año pasado.

      WALTER.— ¿«Ghosting»?

      ERIC.— Desaparecer de la faz de la Tierra después de que Toby… bueno, ya sabes.

      WALTER.— Te dije que te olvidaras de eso.

      ERIC.— Sí, sé que me lo dijiste, pero… bueno, no sabía si te habías olvidado. Y yo… bueno, no lo manejé bien. Lo siento.

      WALTER.— Disculpa aceptada. Y ahora / si no te importa –

      ERIC.— Me encantaría invitaros a ti y a Henry a cenar una noche.

      WALTER.— Henry estará en Londres hasta después de Acción de Gracias.

      ERIC.— Ah. Toby está en Chicago. Parece que los dos estamos solos este otoño.

      WALTER.— Eso parece.

      JOVEN 2.— Una semana después, Eric coló una nota bajo la puerta de Walter:

      ERIC.— «Walter, si te apetece, me encantaría invitarte a cenar mañana. Pásate sobre las siete si quieres. Apartamento 15 A. Eric».

      JOVEN 3.— El timbre sonó a las siete en punto.

      ERIC.— Pasa, por favor.

      JOVEN 6.— Había cierta fragilidad en Walter que antes no estaba.

      JOVEN 2.— Lo que había sido un aspecto distante e inescrutable ahora era realmente espectral.

      JOVEN 4.— Instintivamente, Eric puso su mano sobre la espalda de Walter como para ayudarle al pasar. Walter se deshizo de la mano con un encogimiento de hombros sin mediar palabra.

      ERIC.— Creo que es la primera vez que estamos los dos solos.

      WALTER.— No es posible.

      ERIC.— Creo que sí. ¿Y si descubrimos que los interesantes son Henry y Toby y tú y yo no tenemos nada que decirnos?

      WALTER.— Para eso está el alcohol.

      ERIC.— ¿Una copa de vino?

      WALTER.— Estoy bien, gracias. Tu apartamento es enorme.

      ERIC.— Ah, sí. ¿Cuánto lleváis juntos Henry y tú?

      WALTER.— Casi treinta y seis años.

      ERIC.— Impresionante.

      WALTER.— Es solo una sucesión de cenas.

      ERIC.— Ojalá conociese mejor a Henry.

      WALTER.— Después de treinta y seis años yo no siento que lo conozca del todo.

      ERIC.— Me pasa lo mismo con Toby. ¡Por cierto! Nos casamos el año que viene.

      WALTER.— ¿En serio? Enhorabuena.

      ERIC.— Gracias.

      WALTER.— Siempre he pensado que Toby y tú no hacíais buena pareja.

      ERIC.— Ah.

      WALTER.— Ha sonado muy mal.

      ERIC.— ¿Había alguna posibilidad de que sonara bien?

      WALTER.— A algunas relaciones les va bien la tensión.

      ERIC.— No diría que estamos siempre en tensión.

      WALTER.— En oposición, quizá.

      ERIC.— Creo que nos llevamos bien.

      WALTER.— Mira, creo que sí me voy a tomar un vino.

      ERIC sirve dos copas de vino.

      ¿Qué tamaño tiene tu apartamento?

      ERIC.— Tres habitaciones, dos baños. El resto de viviendas del edificio se fueron dividiendo y subdividiendo, convirtiéndose en estudios. Esta es la única vivienda de alquiler que queda.

      WALTER.— ¿Estás de alquiler?

      ERIC.— Desde luego. No podría permitirme tener esto. Es de renta controlada. Solo pago quinientos setenta y cinco dólares al mes por todo esto.

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      ERIC.— Mi padre dio sus primeros pasos aquí. Mi madre estaba sentada en esa silla de ahí cuando mi padre le pidió matrimonio. No creo que haya pasado un Acción de Gracias o una Pascua


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