La horrible noche - El conflicto armado colombiano en perspectiva histórica. Forrest Hylton
del Estado, las cuales eran incapaces de ponerle punto final a la propagación de la insurgencia, las organizaciones paramilitares estaban listas para convertirse en los nuevos gobernantes de las regiones a comienzos del siglo XXI. El suyo fue un “gangsterismo que se había convertido en sociedad”.36 Las organizaciones paramilitares evolucionaron en un para-Estado, penetrando los partidos políticos así como las agencias gubernamentales, desde la Corte Constitucional hasta los servicios de inteligencia, nominalmente bajo el control presidencial. En muchas regiones, las organizaciones paramilitares administraron el territorio y monopolizaron las instituciones públicas. Por su parte, las insurgencias funcionaron como pequeños Estados tributarios, cobrando impuestos a traficantes de cocaína, a empresas extractivas transnacionales y a hacendados, así como a los habitantes de sus “zonas”. Los regímenes de “soberanía parcelada” y de “paz fragmentada” condujeron a una crisis internacional humanitaria que sobrepasó las fronteras nacionales y amenazó la soberanía de los Estados vecinos.37 Estos son, entonces, en resumen los principales rasgos de la historia y la política de un país que se ha convertido en el más firme aliado del gobierno de los EE. UU. en el hemisferio occidental, además del principal receptor de su ayuda militar.
1. Polos tan opuestos en la interpretación de la historia colombiana como Eduardo Posada Carbó y Charles Bergquist concuerdan que el país republicano se construyó sobre el discurso y la práctica del mestizaje. Ver Eduardo Posada Carbó, La nación soñada (Bogotá: Norma, 2006), y la reseña escrita por Charles Bergquist, “La ciudad soñada”, Journal of Latin American Studies 39:3 (2007), 670-71.
2. Para estadísticas sobre el Chocó, ver Grace Livingstone, Inside Colombia: Drugs, Democracy, and War (New Brunswick, NJ: RUP, 2004), 75. Para la historia de la extracción de recursos naturales en el Chocó entre la década del setenta y ochenta, ver Peter Wade, Blackness and Race Mixture (Baltimore, MD, y Londres: jhup, 1995), 131-48. Para categorías raciales tales como mestizo y negro, ver Ibid., 8-28.Una nota sobre las estadísticas: asumo que son parte de luchas políticas para definir la verdad en vez de ser abstracciones numéricas neutrales, y las uso más con el propósito de ilustrar que para ser científicamente preciso.
3. Para cifras sobre la ayuda militar y policial de EE. UU. a Colombia ver Adam Isacson, Number Three No More, 19 de abril de 2005: cipcol.org.
4. “No en nuestros territorios”, 15 de noviembre de 2005: www.codhes.co
5. Jon Wiener, “Mike Davis talks about the ‘Heroes of Hell’”, Radical History Review 85 (2003), 227-37.
6. Antonio Caballero, “¿Infiltrados o reinsertados?”, Semana, 30 de Abril de 2006.
7. Para el concepto de economías de enclave, ver Fernando Henrique Cardoso y Enzo Faletto, Dependency and Development in Latin America: “En las economías de enclave el capital extranjero invertido se origina en el exterior, es incorporado en los procesos productivos locales y parte de éste se transforma en sueldos e impuestos. Su valor se incrementa por la explotación de las fuerzas laborales locales, que transforman los recursos naturales y producen bienes que hacen efectivo en el mercado externo”. (Berkeley: UCP, 1979[1971]. Énfasis en el original), XIX. Para una discusión crítica, ver Catherine LeGrand, “Living in Macondo: Economy and Culture in a United Fruit Company Banana Enclave in Colombia”, en Gilbert M. Joseph, Catherine C. LeGrand y Ricardo D. Salvatore, eds., Close Encounters of Empire: Writing the History of US-Latin American Relations (Durham, NC: DUP, 1998), 334-37.
8. Iván Orozco Abad, “La democracia y el tratamiento del enemigo interior”, Análisis Político 6 (enero-abril 1989), 54-79.
9. Cifras tomadas de Human Rights Watch, “Colombia: Resumen de país”, enero de 2006: www.hrw.org. Sobre desplazamiento, ver Nora Segura Escobar, “Colombia: guerra y desplazamiento forzoso”, Análisis Político 43 (mayo-agosto 2001), 85-106. Sobre género y desplazamiento, ver Donny Meertens, “Victims and Survivors of War in Colombia: Three Views of Gender Relations”, en Charles Bergquist et al., eds., Violence in Colombia, 1990-2000: Waging War and Negotiating Peace (Wilmington, DE: Scholarly Resources, 2001), 151-70; para bibliografía, ver Flor Alba Romero, “Población desplazada por la violencia en Colombia y otros países”, Análisis Político 34 (mayo-agosto 1998), 126-43.
10. Para temas de justicia, indemnizaciones y reconciliaciones, ver Iván Orozco Abad, “La posguerra colombiana”, Análisis Político 46 (mayo-agosto 2002), 78-99.
11. Human Rights Watch, “Colombia: Resumen de país”, enero de 2006: www.hrw.org
12. Como en toda América Latina, las categorías raciales no son rígidas y la identificación racial cambia según los procesos políticos y los resultados. De acuerdo al Observatorio de Derechos Humanos del gobierno colombiano, aproximadamente uno de cuatro colombianos era afrodescendiente, mientras que, según el ex gobernador del Chocó, Luis Gilberto Murillo, la verdadera cifra era de entre 36 y 4 0%. Un 80-85 % de pueblos indígenas representaban un estimado de entre ochocientos mil a un millón de personas, tal vez 2 % de una población nacional de 44 millones de personas, de acuerdo a la Organización Nacional de Indígenas Colombianos y a la Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos. Ver Luís Gilberto Murillo, “El Chocó: el corazón africano de Colombia”, Colombia Update: Colombia Human Rights Network (invierno/primavera 2001), 12-13.
13. Cabe señalar que gracias al alcance de la ideología y práctica del mestizaje nacionalista, muchos de ellos se consideraran a sí mismos como “costeños”, “vallunos”, o “guajiros”—más que “negros” o “afrodescendientes”— frente a sus compatriotas de otras regiones.
14. Para el concepto de colonialismo interno en Colombia y América Latina, ver Peter Wade, Blackness and Race Mixture, 147-48; Peter Wade, Race and Ethnicity in Latin America (Londres: Pluto Press, 1997), 64-67. Esquemáticamente hablando, las formaciones sociales estructuradas por el colonialismo interno reproducen, con frecuencia en nuevas formas, relaciones de violencia, dominación y explotación derivados del colonialismo. En América Latina, la pequeña minoría que se encuentra en las altas esferas (donde la riqueza y el poder político se concentra más que en cualquier otra región del mundo) es mayoritariamente criolla, mientras que los sectores intermedios generalmente se adhieren al ideal criollo cualquiera que sea su identificación racial.
15. Ver Willian F. Sharp, Slavery on the Spanish Frontier: The Colombian Chocó, 1680-1810 (Norman, OK: UOP, 1976).
16. Ver Roland Marchal y Christine Messiant, “Las guerras civiles en la era de la globalización: nuevos conflictos y nuevos paradigmas”, Análisis Político 50 (enero-abril