Territorio en movimiento(s). Isabel Cristina Tobón Giraldo
en el papel sobre aspectos para rastrear, y con ello la bibliografía tomó mayor orden y sentido; a la vez, las noticias de periódico se fueron haciendo una fuente de información para contrastar con la realidad concreta de los pobladores afronortecaucanos. Así, la percepción de las personas sobre los conflictos se fue mezclando con la comprensión de sus relaciones con otros, con las memorias de infancia y las formas de entender la cotidianidad, mostrándome una pasión por la vida que me resultó sorprendente.
Las instancias diálógicas en las que compartí con los nortecaucanos fueron espacios de compenetración sentipensante de lo que estaba aconteciendo en el territorio. Los intercambios o acercamientos descolonizadores hicieron perceptibles realidades silenciadas e invisibilizadas por las formas monoculturales del mundo. Juntos aprendimos de nuestras diferencias y reivindicamos la dignidad del trabajo cotidiano en la FTA, un trabajo que implica todos los sentidos.
La rebeldía fue uno de los síntomas de descolonización y aprendizaje que me ayudaron a valorar aun más las estrategias de resistencia y de informalidad6 que se van legitimando entre los pobladores. Dicha legitimidad se va sedimentando en redes de cooperación para el acceso a bienes, a servicios y a la vida misma. Resulta extraño que a media hora de mi realidad infantil y juvenil existiera un universo oculto. Llegar a comprender esas otras formas de encuentro, de tiempo, de producción y consumo en el territorio es la evidencia de mi propia transformación epistémica, de mi nuevo ser en movimiento.
Un evento más de mi propia descolonización aconteció en el acompañamiento al Consejo Comunitario Palenque de Monte Oscuro, en donde después de ocho años de lucha tuvo fecha y hora la diligencia para la entrega de tierras. La manera con que los miembros del Consejo Comunitario se condujeron será siempre motivo de mi admiración. Entre la burocracia local y nacional, no hubo quién perdiera la compostura ni quién dejara de lado el respeto y los buenos modales, incluso con los ocupantes del predio en ese momento. La resistencia de no ser absorbidos por completo por las formas territoriales expansivas imperantes confiere a estas comunidades una dignidad difícil de explicar. A mi modo de ver, son las experiencias compartidas, en los movimientos ya anunciados, las que dan cuenta de su perspectiva de vida.
Hay que señalar que el orden de los contenidos de este texto no responde a una linealidad de carácter histórico-temporal ni a una estructura categórica analítica preconcebida. El lector más positivista moderno podría encontrar cierta dispersión, que en realidad tan solo es aparente. El orden de los capítulos responde a tres grandes partes que irán mostrando una ruta para la comprensión del territorio nortecaucano. No obstante, cada uno de estos puede leerse de manera independiente y en un orden distinto al del índice. Estarán en cada capítulo el pasado, el presente y el futuro, así como la geografía que habitan las vidas humanas y no humanas en él, con sus expresiones sociales, políticas y económicas.
En la primera parte, “El territorio”, se anuncia la propuesta de una geografía del sur en relación con formas de conocimiento que desde la geografía están siendo excluidas, pero que pueden ampliarse de diversas maneras. Asimismo, se presentan los conflictos por la tierra y el territorio en el norte del Cauca tomando la epistemología del sur de Boaventura de Sousa Santos como alternativa a las sesgadas maneras euro y nortecéntricas en la comprensión de los conflictos locales. Esta aproximación da cuenta de la historicidad y dinámica del despojo, y para ello presenta la memoria como un campo de acción emancipatoria contra el totalitarismo cognitivo que incorpora una apertura epistemológica necesaria en el abordaje propuesto y configurado en esta perspectiva.
En la segunda parte, “La finca tradicional afrocaucana”, el análisis se centra en la visibilización de formas alternativas de trabajo y desarrollo frente a las nociones modernas asociadas con la producción agroindustrial de la caña de azúcar. Además, se plantea la FTA como espacio de esperanza y de vida, que da cuenta de expresiones comunitarias sentipensantes. Asimismo, con un énfasis metodológico de aproximación sensible, se plantea una visión y problematización del patrimonio a partir de los actores sociales en una valoración de abajo hacia arriba, a fin de encontrar sintonías y de sentirse parte de la sustancia del lugar, percibiendo las conexiones profundas con los seres que allí habitan, en donde cada uno aporta de algún modo a las manifestaciones multidimensionales de lo que comúnmente se llama naturaleza.
En la tercera parte, “Identidades mestizas”, se elaboran formas políticas y multiculturales identitarias que reivindican derechos para la autonomía territorial por la defensa de la diversidad y la dignidad de la vida. En los derechos por la autonomía, la condición básica proviene del derecho al territorio y de su reconocimiento por parte de las instituciones del Estado nación en sus aspiraciones y luchas en un marco de respeto y valoración de las diferencias.
Finalmente, el epílogo recoge las dimensiones y las prácticas cotidianas, las luchas, las resistencias y las propuestas de los colectivos sociales del norte del Cauca, como un ejemplo de la diversidad del mundo por fuera del modelo capitalista neoliberal. La desmercantilización de la vida y del trabajo son reflejadas en las formas de territorialización de los agentes sociales. El cuidado del planeta, siendo comunidad y naturaleza a la vez, da cuenta de los sentidos, los valores y los aprendizajes con los actores sociales. Y el valor testimonial del conocimiento en la recuperación de las experiencias desacreditadas históricamente enlaza las proyecciones de la FTA por su autonomía territorial.
Con este trabajo también aspiro a reducir las restricciones burocráticas de la academia para avanzar en conocimientos de otro modo, en nuevos espacios de diálogo e intercambio cultural, social y político, y a la vez contribuir en la lucha emancipatoria por hacer justicia cognitiva, social e histórica.
Notas
1 Lo neocolonial se entiende como otras formas dominantes de expoliación que se van renovando con el tiempo.
2 Esta es la forma como se identifican gran parte de los pobladores afro del norte del valle geográfico del río Cauca.
3 “Otro mundo es posible” es el lema del Foro Social Mundial, organización que articula y organiza movimientos sociales que sufren las consecuencias ambientales, económicas y humanas del sistema de relaciones impuesto por Occidente (Santos, 2005).
4 La Asociación de Cultivadores de Caña de Azúcar de Colombia (Asocaña), la Asociación Colombiana de Productores y Proveedores de Caña de Azúcar (Procaña), el Centro de Investigación de la Caña de Azúcar en Colombia (Cenicaña), la Asociación Colombiana de Técnicos de la Caña de Azúcar (Tecnicaña) y el Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT).
5 Vale la pena aclarar que en el contexto europeo también hay formas de despojo en entornos sociales que, en lo que conozco, han creado movimientos de indignados. En Coimbra y en Lisboa, encontré un grafiti que se repetía en los muros de las construcciones abandonadas en el centro de las ciudades: tanta casa sem gente, tanta gente sem casa (tanta casa sin gente, tanta gente sin casa).
6 Podría citar cómo fue mi primer día de llegada a Villa Rica. Salí antes de las 7 de la mañana hacia el Terminal de Transportes de Cali. Estando allí, descubrí que solo había dos alternativas de ruta para llegar a mi destino. Una, yendo primero a Puerto Tejada, población a la que van más opciones de transporte. La otra, una ruta directa a Villa Rica. Como no estaba segura de conseguir con facilidad algún vehículo a mi llegada a Puerto Tejada, opté por la ruta expresa. En el recorrido atravesamos el suroriente de la ciudad de Cali. La ruta se detuvo en todos los lugares donde las personas señalaban con