La Princesa del Palacio de Hierro. [Gustavo Sainz

La Princesa del Palacio de Hierro - [Gustavo Sainz


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que pregúntame si color telegrama. ¿Te imaginas? Después de una hora de andar zigzagueando entre los coches por Insurgentes, Paseo de la Reforma, Rhin y Gutenberg… Ah ¿sabes qué hacía? Abría la puerta del coche y entonces, con los pies, bajaba los pies y corría, corría manejando el coche ¿entiendes? Él abajo del coche. Y luego se volvía a subir… Un día Tito Caruso estaba tan impresionado que íbamos en su coche, con él, y lo trató de hacer. Veníamos mi hermano, Tito, una novia que tenía Tito y yo. Y lo trató de hacer afuera del cine Chapultepec. Estaba tan impresionado, pero tan impresionado con eso que dijo ay, mano, si no puede ser tan difícil. Entonces que abre la portezuela de su coche nuevo y empieza a correr. Y cuando se subió no le atinó a los frenos y chíngale, adentro de un camión nos fuimos a incrustar, justo a la mitad de un camión.

      Bueno, fíjate que llegamos a la glorieta de los hongos, tú, no sé cómo, llevándonos por delante como catorce depósitos de basura y un puesto de periódicos. Y entonces que dice el guapo guapo ya, no hay borracho que coma lumbre, en el alto se va a parar y punto, porque nos habían tocado puros sigas ¿verdad? Y yo pedía un alto, un alto, como si el semáforo se le fuera a encender en la inconsciencia ¿no? Y en el alto ni madres, que sigue derechito. Y fíjate que en eso venía un libre, venía un libre y que se le atraviesa. Y entonces que el coche de Gabriel se estrella contra el libre. Y con el impacto que tuvo el coche que se abre portezuela y Gabriel sale como trapecista para adelante, una cosa rarísima ¿no? Sale disparado por el aire y entonces cae de cabeza en el techo del libre contra el que chocó, y luego con la misma cabeza que se estrella en el suelo, que rebota y se estrella en el suelo. Fíjate nada más qué cosa. Imposible de creer ¿no? Y palabra, palabrísima que se cayó así, chíngale y otra vez, hasta el suelo…

      Entonces de ahí fuimos a la Cruz Roja. Para esto ya eran como las cuatro de la mañana, y hasta las dos de la tarde Gabriel volvió en sí y llamó a su abogado, ése muy famosote, ése que está casado con la artista de cine. Y cuando llegó el leguleyo qué crees. Entonces se puso a declarar que él había tenido toda la culpa, toda, toda la culpa, que venía borrachísimo y él tenía toda la culpa ¿no? Y que el del libre era inocente. Yo no podía creerlo, deveras. Que el del libre estaba en su derecho de cruzar y él se le había ido encima. Total, un locazo ¿no? Un locazo…

      Entonces yo andaba con el guapo guapo. Cuando empecé a andar con él estaban sus negocios viento en popa. Pero entonces lo empezaron a atacar los celos, y empezó a dejar muchos viajes a la frontera, muchas amistades. Por no dejarme ¿no? Por no salir. Entonces empezamos a planear nuestro matrimonio. Con él sí me hubiera casado ¿no? Ay, estaba tan pendeja que sí me hubiera casado. Y es que lo quería muchísimo ¿verdad?

      Entonces en mi familia empezaron a trabajar rapidísimo. En cuanto vieron que yo andaba con él empezaron a prohibirme salir, empezaron a prohibir que me moviera de la casa, una serie de cosas, en fin. Entonces decidí meterme a trabajar para tener un pretexto, para salir y poder verlo ¿no? Y entré a trabajar en un lugar adonde fui a hacer puras estupideces ¿no? Como tirar cosas. Tiraba yo todos los floreros, bueno, no, no sabes. Tiraba yo todo, todo. Porque me metieron allí a base de relaciones ¿no? Así que no me podían correr. Trabajaba en la butic de El Palacio de Hierro. Regalos exclusivos donde todos los regalos eran de más de mil pesos, pasaban de los mil. De dos mil pesos para arriba. Entonces yo, con lo distraída que soy, de eso que cada vez que llegaba alguien decía quihúbole, cómo te va, alzaba un brazo y tiraba un jarrón de catorce mil pesos. Ay, hacía cosas diabólicas, tú. Fíjate que creo que agarré ese trabajo para poder explayarme y decirle a la gente lo que me sucedía. A toda la gente que entraba a comprar le platicaba mis penas. ¡Era el diablo, era el diablo! No había gente a la que yo no le platicara mis sufrimientos. A todos, a todos. Era yo La Popular ¿te imaginas? Sufría como una condenada, porque entonces nos pusieron detectives, de mi familia, de mi tío. Entonces me pusieron un detective a mí y otro al guapo guapo. Era tan bien parecido… Entonces llegaron a conclusiones ¿no? Hicieron un reporte que le entregaron a mi familia, adonde decían que el Loco Valdiosera vivía de las señoras, que lo mantenía una equis, que le daba dinero otra equis; que además le gustaba la marihuana, una serie de cosas, en fin, que me parecieron las mentiras más grandes ¿no? Por supuesto que me parecieron unos engaños gigantescos… Olvídate, yo no creí nada de eso jamás.

      (“Se miran, se presienten, se desean, se acarician, se besan, se desnudan, se respiran, se acuestan, se olfatean, se penetran, se chupan, se demudan, se adormecen, despiertan, se iluminan, se codician, se palpan, se fascinan, se mastican, se gustan, se babean, se confunden, se acoplan, se disgregan, se aletargan, fallecen, se reintegran, se distienden, se enarcan, se menean, se retuercen, se estiran, se caldean, se estrangulan, se aprietan, se estremecen, se tantean, se juntan, desfallecen, se repelen, se enervan, se apetecen, se acometen, se enlazan, se entrechocan, se agazapan, se apresan, se dislocan, se perforan, se incrustan, se acribillan, se remachan, se injertan, se atornillan, se desmayan, reviven, resplandecen, se contemplan, se inflaman, se enloquecen, se derriten, se sueldan, se calcinan, se desgarran, se muerden, se asesinan, resucitan, se buscan, se refriegan, se rehúyen, se evaden y se entregan.”)

      3. Tenía cara de Chivas Regal

      Gabriel Infante había sido tan borracho, tan borracho, que hasta tenía cara de botella. Y fíjate que empezó a estar muy apegado a mí, profundamente apegado, quiero decir, a depender de mí ¿no? Quizá porque yo lo oía…

      Entonces una vez trató de suicidarse. Entonces me habló por teléfono y me dijo que por favor cogiera un lápiz y un papel. Estaba llorando como loco ¿no? Y llovía horriblemente. ¿Sabes quién era la primera vez que me iba a visitar? El primer día que me iba a visitar Alexis Stamatis. Me iba a visitar esa noche por primera vez. Y había un aguacero así, torrencial, y luego, tú, que había estado llamando El Monje de Jalisco para contar que el capitán de las manos de chango ya no trabajaba en el restorán, que le había ido a mentar la madre y ya no lo encontró, que lo habían corrido o se había fugado con una de las putas, vete a saber, y yo no quería oírlo, pero al mismo tiempo me interesaba ¿no? El caso es que la comunicación se cortó. El aguacero era terrible, como los que salen en la Biblia ¿no? Y de pronto que suena el teléfono otra vez y digo ay, acompáñenme, porque aparte se fue la luz. Y les digo a Alexis, a las sirvientas, a todos, ay, acompáñenme a contestar. Entonces empezó a hablar Gabriel. Era Gabriel.

      Con él, bueno, existían muchas cosas que nos unían. No amor, desde luego, no amor, sino más bien que él me platicaba. ¿Fuiste tú quien dijo que el amor es la más conversadora de todas las pasiones? Porque entonces sí era amor. Yo dejaba que él me platicara cuando estaba drogado hasta lo máximo ¿no? Y me platicaba, vaya si me platicaba. Hasta tuve unos problemones por su culpa, tremendos, porque vivía con dos mujeres, se lo compartían dos mujeres. Y de una estaba muy enamorado y de la otra sacaba mucho dinero. Entonces, de la que él estaba muy enamorado ¿como te diré? Bueno, era putísima, pero putísima, al grado máximo que te puedas imaginar. Entonces estaba muy enamorado de ella, pero fíjate que ella le decía que no podía vivir nada más para él, que a ella le gustaba ir con otros hombres ¿no? Él sufría muchísimo. Como el capitán peludo, tú, que hasta después supe que se llamaba Tarcisio y que se había fugado con Carmelita la Piernudita. La había raptado ¿no? Y vivían juntos escondiéndose de la pandilla. Y como él ya no podía regresar al restorán se hizo taxista. Bueno, eso decían, porque lo andaban buscando como desesperados ¿no? Parece que se había robado mucho dinero o unos papeles que podían llegar a valer mucho dinero. Y también decían que se quería casar con Carmelita y que ella le decía no te convengo, soy puta de corazón, de hormonas a flor de pubis, me da lo mismo hombre, mujer o mueble, te voy a engañar y no vas a poder soportarlo. Y que tenía una tarántula grabada, tatuada, en la cara interior de uno de los muslos, grande como una mano. Y el guapo guapo cuando salía con ella dice que se ponía calzoncillos erizables encima del cinturón de castidad, porque era devoradora, de sexo prensil. En fin.

      Entonces Gabriel me estaba contando que la señora que le daba dinero le había hecho un drama espantoso, y que él le había pegado y que casi le había sacado un ojo. Entonces que le había ido a contar a su mamá. Esta señora le había ido a contar a su mamá, y su mamá era amante de no sé qué señor importantísimo. Bueno, y así. Fíjate que otra


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