A la salud de la serpiente. Tomo I. Gustavo Sainz

A la salud de la serpiente. Tomo I - Gustavo Sainz


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Me siento a la merced del Faraón, simple súbdito de Azur-Bani-Pal. El Herodismo del Orden Establecido. Hay que pensarlo todo de nuevo. Ya no hay dos “campos” ideológicos y militares opuestos, capitalismo y socialismo, sino una colusión de ambos contra los países importantes, y dentro de cada uno de éstos, la opresión de la oligarquía local contra los jóvenes, los intelectuales, los inconformes, los renovadores, los ilusos. Y claro, es algo más. Nuestra enajenación a la historia como la realidad nos propone superarla conciliando la libertad con la necesidad para hacer, en efecto, de la realidad historia y de la historia realidad. Es la ruptura de esa promesa lo que más me duele. Nosotros estamos capturados dentro de la ideología histórica; ellos, dentro de la estrategia histórica. And never the twain shall meet. Desplazada del destino a la voluntad, la tragedia ha terminado por instalarse en la historia, que debía reconciliar destino y voluntad. Instalados, por quién sabe cuánto tiempo, en la tragedia histórica ¿qué podemos hacer sino continuar escribiendo, luchando, a sabiendas de que fracasa­remos? Perdona lo sombrío de esta carta. Espero hacer algo y algo desagradable, soon. Pero necesito más información. Calcula que estaré en Barcelona (con García Márquez, Donoso, Leñero y González León) hasta el primero de octubre. Te ruego que me informes rápidamente, a cargo de Seix Barral, hasta esa fecha, o a Gallimard, 5 Rue Sébastian-Bottin, París VII, después. Creo que definitivamente cancelaré mi viaje a México. Mis quejas a Primera Plana son child’s play al lado de lo que hoy sucede: el fascismo azteca plenamente resucitado. Moctezuma omnia vincit! Te abraza y quiere, Carlos.

      : la lectura de la carta los llevó a la revuelta estudiantil en Praga, unos meses atrás, y al mayo francés, y al movimiento de México, porque Barry había estado en Oakland y sabía todo acerca de la represión y la quema de tarjetas de enlistamiento, en Chicago, en Wisconsin, en Boston, y la policía le había roto la cabeza una vez, y otra le arrojaron macis en los ojos, unos polvos que irritaban a tal punto que enceguecían por cuatro o cinco horas, y luego te asaltan unas jaquecas invencibles decía Barry, por semanas, y también contó que Dwight MacDonald aventuró que Ho Chi Minh no era realmente mayor que Dean Rusk, y el fracasado proyecto de invadir los pasillos del Pentágono, fíjate Barry, el corredor del cuarto piso del Mayflower iluminado con luces eléctricas, amarillas como la alfombra, y no descansaremos hasta que muera el último granadero ahorcado con las tripas del último gorila, todo esto pintado parcialmente en una banca del Paseo de la Reforma, y parte en el suelo, porque era una leyenda demasiado grande, pero Barry aludía a la imaginación al poder, y el Redomado Lépero de la Hez Metropolitana enunciaba la educación requiere libertad, que no fue una pinta, sino el remate de un discurso del rector Barros Sierra, y entonces Barry desabróchate el cerebro tantas veces como la bragueta, otra frase del mayo francés, y ya en el elevador sin parar de hablar el Redomado Lépero de la Hez Metropolitana evocando una tarde de julio de 1968, cómo no recordar esa fecha, si la periodista Laura Knebel le había avisado de su visita desde meses atrás, y el había gustosamente asistido a una comida en casa de Edmundo Flores, adonde Laura hizo algunas entrevistas con destacados politólogos que también asistieron, economistas, antropólogos y sociológos, para un gran reportaje que iba a aparecer en la revista Look, Mexico issue por Look will now be divided up into two parts —first appearing in August, and my half in October, podía oírla hablar otra vez esa tarde de julio de 1968 en el departamento de Edmundo Flores, y el Redomado Lépero de la Hez Metropolitana había acompañado a Laura varios días durante su visita a la ciudad de México, e incluso había llegado a sugerir algunos lugares que en su opinión deberían ser fotografiados, first half for me, thought done by sensitive photog, is every cliche in the book, so I asked to do a separate, hopefully non-cliche number, y esa tarde que implicaba el último día de trabajo, la inolvidable risa de Edmundo Flores, todos muy contentos, incluso haciendo tres o cuatro fotografías de grupo, una hermosa hermandad, el Redomado Lépero de la Hez Metropolitana ofreciéndose a llevar a Laura al aeropuerto, pasando por su hotel a recoger su equipaje, y en el camino, aparte de inquirir sobre la visión que Laura se llevaba de México, y Laura que había hablado con verdaderos especialistas y conocedores no podía ser más que optimista y lo invitaba a su casa en Washington, haría buenas migas con su marido, estaba segura, pero el Redomado Lépero de la Hez Metropolitana quería otra clase de invitación, quería ir a los talleres y las oficinas de la revista Look, quería ver cómo se hacía técnicamente una revista como ésa, cómo era la organización, y Laura acordó conseguirle una cita, the name of the guy in Look is Phil Reed, los dos sin saber desde luego, que ese reportaje y esas fotos no se publicarían nunca, y que en cambio saldría una crónica de Oriana Fallaci, minuciosa y terrible, contando la masacre de la noche del 2 de octubre en la plaza de Tlatelolco, pero apenas era el 26 de julio y Laura miraba hacia todas partes estirando su largo cuello, y el tránsito era denso y por lo tanto iban a vuelta de rueda, no se veían más que coches y coches y coches en el verano pegosteoso y deslumbrante de México, hasta que más o menos por el cine Roble, entre el cine Roble y la glorieta del Caballito, sobre Paseo de la Reforma, muchos jóvenes pasaron corriendo entre los coches, gritando, visiblemente excitados, entre asustados e iracundos, incluso alguno muy herido, otro sanguinolento, y Laura de pronto angustiada revolviéndose en el asiento ¿qué pasa?, y el Redomado Lépero de la Hez Metropolitana no sé, aquí nunca pasa nada, de veras, nunca pasa nada, frases como éstas repetidas varias veces, y en eso un policía a caballo saltando sobre el volkswagen rojo del Redomado Lépero de la Hez Metropolitana, y pronto una sospechosa normalidad, el tránsito que volvía a fluir, algunas sirenas, ambulancias y patrullas de policía, un chillido de llantas, otros estudiantes que aparecían corriendo y desaparecían, un ente difícilmente humano, y por el espejo retrovisor unas luces que se le venían encima a la velocidad de una locomotora, rugiendo también como un gran tráiler o una gran locomotora, y entonces sí que quién sabe cómo el hotel y el equipaje y el aeropuerto sumamente agitados, sin entender, policías desviando el tránsito cuando regresó de dejar a Laura, las sirenas aullando toda la noche, y al día siguiente en todas partes la gente tratando de simplificar el conflicto, los estudiantes de una preparatoria particular que agredieron o fueron agredidos por los estudiantes de otra escuela, una Vocacional, la número 5 del Instituto Politécnico Nacional, y al día siguiente los estudiantes de la Vocacional 5, reforzados por los estudiantes de la Vocacional 2, le contaba a Barry al bajar por el elevador, y los de la preparatoria particular que creo se llamaba Isaac Ochoterena, sí, Isaac Ochoterena, cómo se me iba a olvidar semejante nombre, fueron apoyados por los alumnos de otra preparatoria de Tacubaya, que ésta sí no tengo idea cómo se llamaba, y los granaderos acudieron sin que nadie los llamara, supuestamente para impedir otro enfrentamiento, pero golpeando a diestra y siniestra, a troche y moche, helter skelter vamos a decir, provocando gran confusión, varios heridos y supuestamente sólo tres muertos, además de detener a centenares de adolescentes y cargas con docenas de cadáveres para esconderlos, en la planta baja del Mayflower tres muchachas en flor tocando y cantando junto al piano Those were the days, my friend/ We thought they’d never end, afuera, luego de los escalones y desde un radio portátil algunas noticias, habían detenido a un joven de 17 años por violación, y un avión había dejado caer sus rockets sobre un lugar habitado y murieron muchos, Jacqueline Kennedy seguía en viaje de luna de miel con Onassis, el huracán Gladys se movía lentamente en la costa de Florida, Hubert Humphrey prometía terminar con la guerra de Vietnam, una anciana de 81 años, en Londres, había golpeado bárbaramente a un carterista que intentó asaltarla, y una ardilla atropellada en medio de la calle Dubuque, los ruidos del bosque opuestos al escándalo de millares de grillos, el viento silbando entre los árboles, cientos de pájaros, cierto viento o una brisa más bien, oí que va a bajar la temperatura dijo Barry arrastrando su pierna jodida por culpa de Borges, y con ella un buen montón de hojas secas, de 70 a 55 grados, puntualizó Barry, en la esquina de Dubuque con Bloomington, dentro de una casa de madera igual que todas las demás, un violín que rechinaba, y el Redomado Lépero de la Hez Metropolitana sentenció igual que mi estabilidad emocional, Barry preguntando por detrás de un vidrio oscuro, repentinamente preocupado por saber si él se identificaba o no con ese escritor que miraba morbosamente la enfermedad de su hija, y luego se servía de eso para escribir, y el Redomado Lépero de la Hez Metropolitana confirmando que sí, desde luego, Bergman sabe demasiado bien que el artista se nutre de sus semejantes, de sus parientes cercanos especialmente, el artista es una especie de vampiro, o de zopilote, todo esto por la calle Washington, los árboles como un arco dorado, tornasolados, amarillos, cafés, guindas, anaranjados, borgoña,


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