EL TEATRO DE SÓFOCLES EN VERSO CASTELLANO. Группа авторов

EL TEATRO DE SÓFOCLES EN VERSO CASTELLANO - Группа авторов


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1946 y 1952.

      En 1953 se publicó, como ya mencionamos, su versión al castellano de la poesía más marcadamente lírica de Horacio: las Odas, los Epodos (excepto el IX y el XII, que casi ningún traductor se aventura a traducir, más por razones morales que estéticas) y el Canto secular. Ese mismo año, el 19 de febrero, falleció su madre.

      Vertió asimismo al español 13 textos —incluidos los sonetos XVIII, XXIX y XXX, que tradujo en verso— de William Shakespeare, recogidos en su versión de la conferencia «Algunos aspectos de Shakespeare» (1954), del capitán de navío estadounidense Raymond J. Toner.

      En 1954 volvió a trabajar en la obra de Sófocles y publicó su traducción de Antígona, con la que cierra el ciclo tebano sofocleo, volumen que añade al final un amplio y valioso estudio en forma de prelección. Su versión española definitiva de esta tragedia apareció en la mencionada edición de 1959.

      También en 1954 agrupó varias conferencias y estudios históricos y literarios en el volumen Temas ecuatorianos, título que obtuvo dos ediciones más: la una dispuesta por el ya mencionado profesor Corrales Pascual, S.J., en 1999, quien a la versión original añadió otros importantes textos; y la última, elaborada en 2006 por Jorge Salvador Lara, que es una selección de la primera más el texto «Roma y nuestro mundo americano», que originalmente había sido titulado «Roma cristiana y Roma pagana», publicado en 1950 y que —ampliado— constituyó su lectura de incorporación como miembro de la Academia Nacional de Historia de Colombia en 1956.

      Preparó la edición crítica de la Vida de santa Mariana de Jesús (1955) del padre Jacinto Morán de Butrón, S.J., cotejando, para establecer el texto definitivo, el manuscrito original de 1697 con la edición colonial de 1724; y dos años después publicó, de su autoría, Santa Mariana de Jesús, hija de la Compañía de Jesús. Estudio histórico-ascético de su espiritualidad (1957).

      A lo largo de los años, sustentado en la investigación y el estudio de documentos y manuscritos, realizó varias aproximaciones —a más de fijar una edición canónica suya— a la obra de José Joaquín de Olmedo. Varios de esos estudios que escribió y reescribió sobre la vida y obra del autor de La victoria de Junín los recogió en 1955 bajo el título de Olmedo en la historia y en las letras. Siete estudios, a cuya segunda edición de 1980 se añadió parte del texto de la edición de Olmedo que publicó en 1945 y que con escasas variantes apareció como prólogo al volumen Poesía-Prosa de la edición de 1960 para la Biblioteca Ecuatoriana Mínima.

      El 24 de abril de 1956 participó en el Segundo Congreso de Academias de la Lengua en Madrid, como jefe de la delegación ecuatoriana, conformada además por Isaac J. Barrera y Guillermo Bustamante. Al P. Aurelio le correspondió dar el saludo en nombre de las delegaciones participantes. Le precedieron en la palabra Pedro Laín Entralgo, Ramón Menéndez Pidal y Gregorio Marañón. También estuvieron presentes José María Chacón y Calvo, José Ibáñez Martín y Julio Casares. El resultado del congreso fue la publicación de su Memorándum de la Academia Ecuatoriana al II Congreso de Academias de la Lengua, 1956, acerca de la gramática de la lengua española.

      Para conmemorar el centenario del nacimiento de Marcelino Menéndez Pelayo, en 1956, el P. Aurelio redactó un trascendental y desmitificador estudio sobre la formación y solvencia helénica y latina del importante polígrafo español, sin dejar de destacar y reconocer sus grandes capacidades humanísticas y su pasión por la obra de Horacio.

      Siempre pendiente de los trabajos relacionados con los estudios y traducciones de la obra de Virgilio y Horacio en América, publicó importantes artículos sobre Ismael Enrique Arciniegas, Alfonso Méndez Plancarte y Miguel Antonio Caro, dadas sus valiosas contribuciones a los estudios clásicos latinos.

      Este excelente acercamiento a la historia de nuestra cultura se verá potenciado y completado con la aparición de la Biblioteca Ecuatoriana Mínima poco tiempo después.

      En 1955 se celebraron las bodas de oro literarias del escritor mexicano Alfonso Reyes; Espinosa Pólit se sumó a este homenaje publicando en 1958 un sucinto pero sugerente texto: «Alfonso Reyes, el humanista».

      Cuando Benjamín Carrión publicó en la revista La Calle, en noviembre de 1958, «Sobre la misión del estudiante universitario ecuatoriano», la decimosexta de sus Nuevas cartas al Ecuador, el P. Aurelio le replicó, en abril de 1959, con el artículo «¿Obligación de defender al laicismo?», en el cual de manera sistemática destruyó cada uno de los argumentos del importante ensayista lojano.

      En el homenaje por el centenario de la muerte de Andrés Bello en 1958, el estudioso español radicado en Venezuela Pedro Grases convocó, dentro de un grupo de especialistas, al P. Aurelio para que se hiciera cargo de la edición del volumen Gramática latina (1958) del humanista caraqueño. Para esta edición, que apareció con un amplio estudio introductorio, «Andrés Bello latinista», tradujo al español —en prosa— versos y fragmentos de Los tristes [sic!] de Ovidio, de la edición chilena en latín que Andrés Bello publicó con eruditos y valiosos comentarios suyos —en español— en 1847.

      Con la colaboración, nuevamente, del padre Romero Arteta, preparó para el Ministerio de Educación la antología Trozos selectos de literatura ecuatoriana (1958); le siguieron dos ediciones más (1960 y 1962).

      El P. Aurelio formó parte de la Comisión de Asuntos Culturales encargada de la edición de los volúmenes de esta colección, e intervino directamente en el cuidado de cinco de ellos, para lo cual actualizó y amplió estudios que antes ya había elaborado para el Instituto Cultural Ecuatoriano (1942-1945), como mencioné párrafos atrás.

      El primer estudio que había dedicado a Antonio de Bastidas fue el que escribió para su incorporación a la Academia Nacional de Historia del Ecuador, leído el 22 de febrero de 1956, texto que, reelaborado y ampliado con nueva documentación consultada, será el estudio introductorio a la edición que preparó de Los dos primeros poetas coloniales. Siglos XVII y XVIII, que recoge la obra de los jesuitas Bastidas y Jacinto de Evia. Y en la segunda parte del volumen añadió la producción en verso y algunas prosas de Juan Bautista Aguirre, establecidos con Gonzalo Zaldumbide, quien se ocupó del estudio previo (1959).

      En abril de 1959, el P. Aurelio publicó el estudio «Una cuestión de historia literaria colombiana», que causó revuelo en el ambiente intelectual colombiano, pues ponía en duda la atribución del «Poema heroico» a san Ignacio de Loyola y de la prosa «Invectiva apologética» al poeta colonial neogranadino Hernando Domínguez Camargo, y se atrevía a sugerir que su autor podría ser Antonio de Bastidas. Capítulo que se cerró en julio de 1960 con la edición definitiva de Obras del colombiano: su paisano, el estudioso Guillermo Hernández de Alba, demostró mediante la consulta de documentación a la que no había tenido acceso el P. Aurelio,


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