De la sociedad de las naciones a la globalización: Visiones desde América y Europa. Mercedes Samaniego
importante reiterar, que desde Dumbarton Oaks ya se visualiza el fundamento de la futura organización mundial, diseñándose el monopolio de las grandes potencias militares aliadas, lo que tiene expresión en la exclusión de cualquier sistema internacional que involucrara cierta autonomía regional que significara un menoscabo a la autoridad suprema y absoluta representada en el Consejo de Seguridad, máximo órgano ejecutivo de la nueva organización68.
El perfilamiento inicial de esta estructura se confirmó rápidamente cuando, rompiéndose el principio de la igualdad jurídica de los Estados, las grandes potencias mundiales se reservan asientos permanentes en el proyectado Consejo de Seguridad, lo que se acentuó con la entrega a estos miembros permanentes del llamado “derecho a veto”.
No escapa a un análisis inicial de la jerarquización estricta, que madura en esta fase terminal del conflicto, la forma evidente en que se establece la subordinación de los países americanos a los reales vencedores de la guerra y dueños del poderío militar, como lo señalábamos con anterioridad.
Las conclusiones de Dumbarton Oaks, El Cairo y Yalta dan claras pautas para la diplomacia mundial y, obviamente, se encuentran omnipresentes en la reunión que congrega a las naciones americanas en México para definir las políticas que servirán de carta de navegación al continente.
Esta reunión, que se desarrolló entre febrero y marzo de 1945, está evidentemente marcada por un ambiente general que ya hemos descrito y que se encuentra a la espera del fin de la guerra e impaciente por inaugurar otra época caracterizada por una nueva organización mundial. La conferencia de México fue denominada como “Conferencia Interamericana sobre problemas de la Guerra y de la Paz” y de sus conclusiones sobresale la resolución VIII, que se enfocó en la “Asistencia Recíproca y Solidaridad Americana”, conocida con posterioridad como Acta de Chapultepec.
Diferentes análisis del documento en cuestión ponen énfasis en que contiene los puntos programáticos básicos que le entregan su fundamento al acuerdo posterior, suscrito el año 1947, subrayándose en todo caso el hecho de que el Acta es solo una mera declaración sin carácter obligatorio alguno.
De hecho, la reunión mexicana menciona explícitamente que las conclusiones logradas deben ser recogidas en un tratado diplomático, pero que, en tanto no se materialice la organización de las Naciones Unidas que normarán las relaciones internacionales, y con el fin de no generar eventuales descoordinaciones o interpretaciones jurídicas no alineadas con las definiciones que entregará la reunión convocada en San Francisco, se esperará los resultados de esa conferencia69.
El 25 de abril, se reunieron allí representantes de cuarenta y nueve países liderados por las potencias triunfantes en el conflicto que concluía. Dos meses más tarde, se firmaba la Carta de las Naciones Unidas destinada a servir de fundamento a la nueva organización, que establecía como objetivo central mantener la paz y seguridad internacional70.
La clave operativa directora del organismo lo representa, como lo hemos reiterado, el Consejo de Seguridad, que monopoliza el poder para recomendar y aplicar medidas orientadas a restablecer o conservar la paz en el mundo, quitando toda atribución, en este campo, a organizaciones regionales.
La concentración del poder mundial mereció observaciones de los países que habían suscrito el Acta de Chapultepec, generando una polémica que finalmente se soluciona con una intervención del representante estadounidense, que introdujo una fórmula de transacción que se transformó en el artículo 51 de la Carta de San Francisco. A la letra, ese artículo de la Carta dice: “Ninguna disposición de esta Carta, menoscabará el derecho inmanente de legítima defensa, individual o colectiva, en caso de ataque armado contra un Miembro de las Naciones Unidas, hasta tanto el Consejo de Seguridad haya tomado las medidas necesarias para mantener la paz y la seguridad internacionales. Las medidas tomadas por los miembros en ejercicio del derecho de legítima defensa serán comunicadas inmediatamente al Consejo de Seguridad, y no afectarán en manera alguna la autoridad y responsabilidad del Consejo conforme a la presente Carta para ejercer en cualquier momento la acción que estime necesaria con el fin de mantener o restablecer la paz y la seguridad internacionales”71.
Esta disposición, creó el concepto jurídico del “derecho de legítima defensa colectiva” en caso de ataque armado en contra de un miembro de las Naciones Unidas. Ese “derecho” se ejerce sin la intervención previa del Consejo de Seguridad, y con ello, se pudo interpretar que el Acta de Chapultepec era plenamente compatible con la carta de las Naciones Unidas.
Solucionado este impasse en el seno de la organización mundial, durante el mes de junio, el Consejo Directivo de la Unión Panamericana decidió compatibilizar oficialmente el contenido del acta regional con los principios de la ONU, organizando una nueva reunión a realizarse en Río de Janeiro. Sin embargo, los buenos deseos iniciales chocaron con dificultades que en primera instancia se generaban por las diferencias tradicionales entre Argentina y Estados Unidos, lo que llevó a este país a solicitar una primera postergación de la reunión. Luego, será Uruguay quien plantee una nueva fecha, en vista que las dificultades mencionadas no se habían resuelto.
Finalmente, el año 1947, subsanadas las diferencias, se convocó, por parte del órgano ejecutivo de la Unión Panamericana, a todos los países americanos, con la excepción de Nicaragua, a concretar una nueva Conferencia Interamericana a fin de redactar un tratado que, recogiendo el Acta de Chapultepec y sugerencias enviadas por distintas naciones, se transformará en la carta de navegación que garantizará la seguridad continental colectiva.
Antes de abocarnos brevemente al desarrollo de la conferencia de Río y del Tratado, fruto de las negociaciones ahí realizadas, conviene que cerremos el proceso de postguerra europeo entregando algunos antecedentes relacionados con las políticas que después de la conferencia de Churchill en Fulton concretará Estados Unidos y los resultados alcanzados.
En marzo de 1947, el gobierno norteamericano da a conocer un planteamiento político por medio del cual se abandona una tradicional postura aislacionista, rota en algunas circunstancias excepcionales, y anuncia un robusto apoyo económico a todos los pueblos amenazados por las llamadas “presiones externas”, referidas claramente a la URSS. Este apoyo, en el caso europeo, se tradujo concretamente en 1948 en la puesta en marcha del Plan Marshall, que ayudó a 22 naciones europeas con diez mil doscientos millones de dólares, que en la época representaba una enorme cantidad de recursos72.
Debemos recordar, que en ese momento, Estados Unidos representaba la mitad del ingreso total del mundo, y con esta ayuda logró poner los cimientos que permitieron en el mediano plazo a Europa occidental y meridional apoyarse en sus propias fuerzas y superar una crisis económica y social de gran magnitud.
Una mirada retrospectiva nos indica con toda evidencia que hacia 1950 el plan mostraba un éxito espectacular, más de 125 millones de la población del viejo continente ya recibía una alimentación con calorías semejantes al norteamericano, y esa “cortina de hierro”, denunciada por Churchill en 1946, representaba ahora la frontera entre la escasez y la abundancia. Bueno es recordar que también Japón recibió una ayuda significativa, lo que no ocurrió con la región americana, que en tal sentido quedó huérfana de apoyos financieros.
Por su parte, en el bando dirigido por Stalin se aprecian iniciativas como la creación, en 1947, de la COMINFORM, que agrupa a todos los países de Europa oriental bajo la influencia de Moscú y que buscará organizar económicamente el bloque para defenderlo de eventuales acciones de agresión occidental73. Al año siguiente, las fuerzas soviéticas de ocupación en Alemania bloquean Berlín, ciudad dividida en zonas de influencia desde el término de la guerra, y finalmente Moscú, corona la escalada de exhibición de poderío el año 1949, con la obtención de su primera arma nuclear, que termina con el monopolio que USA mostraba en este campo. En el mismo terreno militar, el año 1949, once países liderados por Estados Unidos dan nacimiento a la Organización del Tratado del Atlántico Norte, que tendrá como contrapartida al Pacto de Varsovia, que surge posteriormente, y que desaparece el año 1991 junto con la Unión Soviética, su inspirador inicial.
Así, a grandes rasgos, podemos apreciar cómo evolucionó el conflicto ideológico más profundo y peligroso