De la sociedad de las naciones a la globalización: Visiones desde América y Europa. Mercedes Samaniego
p. 440.
48 Memoria del Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile para 1936, p. 440.
49 Mensaje leído por S.E. El Presidente de la República en la apertura de las sesiones ordinarias del Congreso Nacional, 21 de mayo de 1936.
50 Memoria del Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile para 1936, p. 441.
51 BERNSTEIN, op. cit, p. 35.
52 Memoria del Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile para 1936, pp. 442-443.
53 Archivo Histórico ‘Genaro Estrada’ de la Secretaría de Relaciones Exteriores (Ciudad de México) – III-2470-4 – 46. En JORGE, David, “Las relaciones interamericanas…” (2019, en prensa).
54 Mensaje leído por S.E. El Presidente de la República en la apertura de las sesiones ordinarias del Congreso Nacional, 21 de mayo de 1936.
55 Memoria del Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile para 1936, p. 447.
56 Ibídem, p. 444.
57 Al respecto, Felipe Portales da a entender que la renuncia de Rivas Vicuña se debió a su molestia por el respaldo presidencial brindado al régimen italiano, traducido en el levantamiento de sanciones contra Roma. PORTALES, Felipe, Historias desconocidas de Chile, Catalonia, Santiago, 2016, p. 21. Por otro lado, David Jorge, citando a Gonzalo Vial, señala que la relación entre Edwards y Rivas Vicuña estaba lejos de ser la óptima, al acusar al segundo de “sintonizar con las posturas francesas, calificadas por él como pro-soviéticas”. JORGE, David, Inseguridad Colectiva. La Sociedad de Naciones, la Guerra de España y el fin de la paz mundial, Tirant Humanidades, Valencia, 2016, p. 231.
58 PORTALES, op. cit, p. 21.
CAPÍTULO II
LA GUERRA FRÍA Y EL ORIGEN DEL PACTO DE RÍO
Andrés Medina Aravena*
¿El Pacto de Río representa o no un eslabón dentro de un fenómeno político trascendental y de más largo aliento conocido como Guerra Fría?
También denominado Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca, este compromiso multilateral liderado por Estados Unidos, involucró a todos los países del continente americano desde 1947 hasta la contemporaneidad, y en muchas interpretaciones es considerado la más importante expresión de una política inspirada por el país del norte de contención y advertencia a las amenazas que, provenientes del bando soviético, pudieran vulnerar la seguridad continental59.
Previo a conocer los prolegómenos que contextualizaron la creación del organismo y de las consecuencias que este hecho tuvo, a fin de poder dar respuesta a la interrogante que encabeza estas reflexiones, debemos hacer obligadamente algunas consideraciones que dicen relación con antecedentes derivados de la Segunda Guerra Mundial, periodo que precede de forma inmediata al surgimiento de la Guerra Fría en el continente americano. De igual forma, debemos pasar revista a los intentos de organización regional inmediatamente anteriores, que pueden ser considerados como ensayos precursores de lo que se plasma definitivamente en Río de Janeiro el año 1947.
La Segunda Guerra Mundial, ese verdadero cataclismo que afectó desde 1939 a parte importante del planeta, está rodeada de una serie de eventos sin duda extraordinarios. Así, en su víspera, nos asombra el Pacto de No Agresión entre Alemania y la Unión Soviética, acción diplomática que representa un hecho político que une dos ideologías que se combatían y denostaban duramente (ejemplo: la guerra civil en España) y que, sin embargo, establecen una concordia y alianza que dejó perpleja al resto de Europa y al mundo en general.
Se une a lo anterior una neutralidad norteamericana inicial que, si bien se manifestó progresivamente a favor de los aliados, revelaba la fuerza de una tendencia aislacionista que, salvo algunas excepciones muy sobresalientes en su historia, ha caracterizado a Estados Unidos.
También representa motivo de asombro en la primera fase del conflicto la notable eficiencia del despliegue militar alemán y, por contrapartida, la debilidad que revelan países como Francia, que permitirán un acelerado y victorioso progreso de la ocupación nazi en el viejo mundo y otros continentes.
La segunda fase del conflicto, que exhibía inicialmente una solitaria y asediada Inglaterra, cambia de dirección a fines de 1941 con el quiebre del pacto nazi – comunista al invadir Alemania a la URSS, acción que obligó a dividir el potencial bélico germano, a lo que se suma el ataque japonés a la flota estadounidense del Pacífico, lo que trae consigo el ingreso del gigante americano a la guerra con decisivas consecuencias estratégicas.
Recordemos que, en este momento, 1941, la URSS se encontraba fuertemente presionada por la ofensiva nazi que había ocupado importantes zonas de su territorio y se aproximaba a Moscú. En estas condiciones, la intervención de Estados Unidos en Europa implica la llegada de una colosal máquina de guerra, que viene a reforzar el bando de las naciones aliadas con su producción industrial bélica y el envío de masivos contingentes de tropas de aire, mar y tierra más aprovisionamientos, que finalmente marcarán el inicio del fin para Alemania y sus aliados60.
Es a partir de 1942 entonces, que los aliados comienzan a estabilizar frentes en Europa, mientras que, y en América, se pone urgencia a un proyecto anhelado, y permanentemente pospuesto, de crear una organización estratégica regional, que entre otros objetivos estuviera orientada a enfrentar cualquier amenaza externa al continente.
Recordemos que en la conflagración mundial, y paralelo al desarrollo propiamente militar, se llevaron a cabo una serie de conferencias de los líderes que enfrentaban la amenaza de Hitler, las que se sucederán entre 1943 y 1945. Así, podemos constatar las efectuadas en Teherán, Casablanca, Yalta y Postdam, donde inicialmente Churchill, Roosevelt y Stalin, con los relevos de Attle y Truman en la última de las citadas, alcanzarán acuerdos políticos para liquidar la amenaza nazi, acuerdos económicos (Bretton Woods), para crear un nuevo orden económico mundial y, por otra parte, desde la visión de los vencedores, proyectar a partir de las Naciones Unidas el futuro de la humanidad.
Los exámenes posteriores sobre el desarrollo de estas negociaciones nos indican que no solamente se concretaron planes en los objetivos públicamente enunciados, que concitaron acuerdos unánimes, sino que permiten apreciar el surgimiento de diferencias, resquemores y dudas sobre la eventual repartición del mundo en base a conceptos ideológicos.
Si bien existía una tradicional alianza y empatía angloamericana, el carácter de Roosevelt lo hizo buscar acercamientos especiales con Stalin, lo que causaba intranquilidad en Churchill, quien visualizaba en el mediano plazo conflictos con el líder comunista, ideología a la cual percibía como la amenaza del futuro para las democracias liberales.
Este soterrado conflicto se mantuvo por razones estratégicas silencioso, cuidando los aliados de no mostrar fisuras en sus compromisos antinazis. Sin embargo, a pesar de las precauciones adoptadas, a partir de 1945, ya se habían producido roces en Europa y, antes de Postdam, ya Roosevelt manifestaba su desilusión por no haber convencido a Stalin de limitar sus áreas de influencia política.
El mismo año 1945, la muerte de Roosevelt catapulta a la presidencia norteamericana al demócrata Harry Truman, quien no tenía intenciones de congraciarse ni mayores expectativas en convencer a Stalin, sino que a partir de una visión pragmática, que compartirá con Churchill en su posición anticomunista, cambiará la actitud moderada de contención ideológica seguida hasta ese año, por una de enfrentamiento abierto, dando origen con ello a la denominada “Doctrina Truman”61.
Recordemos, que prácticamente en medio de la Conferencia de Postdam, Churchill pierde las elecciones parlamentarias en Inglaterra y debe dejar el liderazgo de Primer Ministro, siendo reemplazado por C. Attle, quien no realizará modificaciones a la postura inglesa. A fines de 1945, la conferencia de cancilleres aliados en Moscú, mostró en toda su dimensión las diferencias existentes postconflicto, respecto